January 25, 2012
El paso uno

Lo conocí en una jaula de la que él escapo a tiempo; tenía la misma cadena pero no la misma condena. Yo esperé mi liberación olvidando haberlo recordado alguna vez. 

Creo que fue un golpe en la cabeza lo que me dieron cuando salí porque no tengo memorias posteriores hasta mi llegada al cuarto blanco. Era mejor que detenerse por horas a mirar las barras paralelas y tenía guardianes perezosos, ¿o eran acaso dispersos?

Se asomó una sola vez por la pequeña ventana y entre gestos torpes pudimos coordinar el cambio de guardia nocturna con la primera de sus tres visitas furtivas. Eran de noche y recuerdo una particular en que la tormenta casi nos arranca desde los cimientos.

Los encuentros dejaron de ser secretos y libres los dos, ya podíamos portar cuchillos en la cama. De los cortes en la piel, brota la sangre manchando sábanas, que humedecen el colchón y lo penetran de a gotas derramadas mientras un cuerpo muere desangrado sobre hilos egipcios.

Lo conocí en una jaula.

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