Frágiles
Porque somos frágiles mucho más allá de lo que imaginamos y de lo que queremos aceptar, “cuentos de cuentos contando cuentos, nada”, como escribía Saramago.
Porque somos frágiles en la vida, que se puede cortar en un segundo, y frágiles en nuestros anhelos, que se quedan en ilusiones, pues confundimos el anhelo con el milagro, sin comprender, o sin querer comprender, que los anhelos dependen de nosotros. Porque somos frágiles en el amor y en el odio, y nos enamoramos casi por azar, y odiamos, también, casi por azar, y no entendemos, no queremos entender, que amar u odiar a alguien es subirlo a una categoría de referente, casi como vivo por ti y para ti, y todos y cada uno de mis actos te tienen como destinatario. Somos frágiles en el amar y el odiar pues nos quedamos con la primera impresión, la cómoda y fácil impresión de amar y odiar porque sí, porque así estaba escrito.
Porque somos frágiles en nuestras luchas, y nos derrumbamos ante la más nimia de las adversidades, y somos frágiles en nuestras decepciones pues ni siquiera permitimos, nos permitimos, una segunda y una tercera y una quinta oportunidades. Porque somos frágiles en nuestros pequeños saberes, y para disimularlo gritamos, pontificamos, y si es necesario amenazamos. Somos frágiles en nuestro orgullo y en nuestra humildad, y creemos que ser orgullosos es insultar, no dejarnos, en lugar de guardar la fuerza de nuestro orgullo para decirle que no a la propuesta más tentadora, que suele ser la menos ética, y en vez de luchar por nobles causas, por esas causas que a los cómodos y a los interesados les dio por llamar imposibles.
Porque somos frágiles y creemos que ser humildes es bajar la cabeza siempre, aceptar las verdades de los poderosos, no por sus verdades, sino por su poder, y olvidar, olvidar lo que otros quieren que olvidemos, cuando la verdadera humildad debería ser decir nuestra propia verdad sin imponerla, más para sumar que para decidir, más para aportar que para determinar, juzgar y condenar; y recordar, recordar siempre lo que ha ocurrido para que todos trabajemos porque no vuelva a ocurrir. Porque somos frágiles y obedecemos milenarios códigos y testamentos. Porque somos frágiles y repetimos modas y conductas. Porque somos frágiles y esperamos el aplauso y el premio. Porque somos frágiles y nos molestamos con aquel que se ofende y no con quien lo ofende.
Porque somos frágiles escribimos, para que por lo menos nuestras palabras tengan la fuerza que nosotros perdimos hace tanto tiempo.