KROPOTKIN Y LA TEORÍA EVOLUTIVA

si preguntamos a la naturaleza, ¿Quiénes son los más aptos?, ¿son aquellos que se encuentran continuamente enzarzados en guerra mutua, o son aquellos que se sostienen mutuamente?, de inmediato vemos que aquellos animales que adquiere hábitos de ayuda mutua son indudablemente los más aptos. Tienen más probabilidades de sobrevivir y alcanza, en sus clases respectivas. El mayor desarrollo de la inteligencia y organización corporal”.

 Así recoge Kropotkin, en su “Apoyo Mutuo” (1907) la idea central que compone su pensamiento evolutivo. ¿Qué valor tiene repensar hoy en día el pensamiento evolutivo de Kropotkin? Ya en 1846 Marx y Engels decían que:

las ideas de la clase dominante son en cada época las ideas dominantes […], la clase que tiene los medios de producción material a su disposición tiene al mismo tiempo el control de los medios de producción mental” y que por tanto “las ideas dominantes no son más que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes”.

La actual teoría evolutiva denominada “teoría sintética de la evolución”, perfilada en los años treinta del siglo pasado, y renovada en los años ochenta, no es más que la “la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes”. ¿Quiere decir esto que estemos aquí desprestigiando toda la investigación llevada a cabo en este ámbito? En absoluto. Pero hay que tener una cosa muy clara: una cosa son los hechos y los datos, y otra cosa muy distinta es el análisis que se realiza de ellos y su interpretación. En otras palabras: el marco teórico o paradigma en el cual “vestimos” nuestras observaciones.

Kropotkin creció en una acomodada familia de la nobleza Rusa. En un principio no se mostró interesado directamente por el estudio de la naturaleza, y tampoco había desarrollado todavía sus ideales. Ambas cosas ocurrieron paralelamente cuando fue nombrado secretario de la sección de Geografía Física de la Sociedad Imperial y enviado a Siberia. Esto ocurrió sobre 1870. En 1871 devino la comuna de parís, influenciándolo definitivamente en sus ideas, y la experiencia siberiana, y según sus palabras, le sirvió para darse cuenta que el paradigma Darwinista de la lucha de todos contra todos, simplemente no era universal:

Kessler, Severtsov, Mensbir y Brandt, cuatro zoólogos rusos muy importantes, y también, Poliakov, un poco menos conocido, y por fin, Su servidor, siendo un simple viajero, nos enfrentamos a la teoría de Darwin que sobreestima la lucha dentro de la misma especie. Aquí [en Siberia] lo que vemos es un campo de ayuda mutua, mientras que Darwin y Wallace ven solamente la lucha por la supervivencia. Creo que tal hecho se puede explicar de la siguiente manera: los zoólogos rusos han investigado enormes zonas continentales en la zona de un clima templado, donde se pone de manifiesto y con mayor claridad la lucha de la especie contra las inclemencias de la naturaleza (fríos muy adelantados, tormentas de nieve, inundaciones, etc.), mientras que Wallace y Darwin investigaron mayoritariamente las costas de países tropicales donde las especies abundan mucho más”.

¿Hipótesis científicas influidas por el ambiente social en el cual se concibieron? Aquellos que ven el mundo bajo el único espejo de la objetivismo extremista (y falaz) no podrán concebir semejante blasfemia hacia su forma religiosa de pensar. Su propia elección les ciega de una visión de conjunto mucho más completa. Ellos lo llama ¡Locuras! y yo digo “visión de conjunto”.

Aquí es donde radica la importancia del legado de las ideas de Kropotkin sobre la evolución. Nos ofrece una interpretación distinta. Una interpretación que rechaza justificaciones naturalistas del neoliberalismo propias de la teoría sintética de la evolución: “la fórmula biológica del territorialismo se traduce fácilmente en los rituales de la propiedad privada”  o “un código ético basado en el código genético, y por tanto justo, es esperable” ambas frases del fundador de la sociobiología, Eward O. Wilson, tratemos de enseñar la generosidad y el altruismo, porque nacemos egoístas” frase escrita por Richard Dawkins en su “Gen egoísta”(1976) y “los hombres están en decidida superioridad sobre las mujeres en muchos aspectos” y que por ello “las facultades mentales del hombre estarán por encima de las de la mujer” escrita por Darwin en su “Origen del Hombre”. Piotr Kropotkin rechaza profundamente estas interpretaciones, que su coetáneo T. H. Huxley se encargó de defender en su época. Kropotkin en ningún momento rechazó que pudiera existir una “lucha por la supervivencia” y una “supervivencia de los más aptos”. Lo que hizo fue expandir la teoría evolutiva hacia un terreno apenas desarrollado. El propio Darwin, hacia el final de su vida, fue incorporando más modos de evolución ante la constatación que la mera “lucha por la supervivencia” no podía dar cuenta de todos los fenómenos observados. Kropotkin se encargó de mejorar la teoría evolutiva de la siguiente forma. Estableció la siguiente dicotomía: I) Organismo contra organismo en el caso de recursos limitados, lo cual nos llevaría a la competencia (“lucha por la supervivencia”) y, II) Organismo contra ambiente, en caso de ambiente rigurosos, lo que llevaría a la cooperación. En palabras del propio Kropotkin: “la sociabilidad es una ley de la naturaleza como lo es la lucha mutua”.

Todavía en la actualidad estas dos formas de ver la biología siguen enfrentadas. ¿Los grupos que cooperan entre ellos presentan ventajas frente a los que no lo hacen y prospera mejora?, ¿Es posible que la cooperación sea un motor de la evolución como proponía Kropotkin o todo está sometido a una naturaleza intrínsecamente egoísta? La brillante, y recientemente fallecida, bióloga descubridora de la endosimbiosis como proceso vital en la evolución, Lynn Margulis, lo tenía claro: “la vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian”.

POST SCRIPTUM

Creo conveniente realizar algunas aclaraciones con respecto a la historia de Kropotkin y la eterna historia entre ciencia e ideología.

En primer lugar hay que recordar que Kropotkin era geógrafo y naturalista, y por tanto, estaba bastante legitimado a realizar estudios teóricos sobre teoría evolutiva. De hecho, su viaje a Siberia fue por sus conocimientos en geografía y cartografía, y su misión era cartografiar el lugar y estudiar la flora y fauna.

La imparcialidad es algo que no está al alcance de los seres humanos con inevitables antecedentes, necesidades, creencias y deseos. Es peligrosos para un investigador imaginar  tan siquiera que podría alcanzar la absoluta neutralidad, pues entonces se deja de ser vigilante  sobre las preferencias  personales y sus influencias; y entonces de verdad que se es víctima de los dictados de los prejuicios”.

Esto lo dijo Stephen Jay Gould en su “La falsa medida del hombre”. La ciencia y la ideología están unidas entre sí en la medida en que ambas son hechas por seres humanos. Si crees que la ciencia es una especie de páramo donde la objetividad reina, entonces, ¿a qué se debe que se deben las afirmaciones de Dawkins o Wilson?; ¿a que se deben afirmaciones del estilo: “las donaciones de sangre son debidas a actos de egoísmo que buscan el respeto social ante un tercero” (Richard Alexander)?

El Darwinismo social es uno de los más famosos ejemplos de maridaje entre ideología y ciencia. No es científico porque basa las conclusiones de sus estudios en prejuicios sociales pero, lamentablemente, eso lo sabemos ahora. En pleno siglo XIX y hasta la barbaridad nazi, esa justificación científica de la inferioridad de las mujeres, las clases sociales bajas, y las razas consideradas inferiores, era considerada demostrada (Gould, 1996). Recomiendo la introducción que realiza el historiador de la ciencia Gijón Sierra para la edición del 2009 del “apoyo mutuo” donde este autor explica la figura de Kropotkin con respecto a las teorías evolutivas, y en este artículo se puede ver como Kropotkin un científico de primer orden (publicó en Nature y en The Nineteenth  Century) y se puede seguir con gran detalle la discusión que mantuvo con T.H. Huxley, gran defensor del darwinismo más estricto, y conocido por su racismo, su misoginia y la defensa que realizaba de que esto, ya que para él esto indiscutible y científico. Por tanto, afirmar que, actualmente, que el problema ciencia-ideología está resuelto, y que recurrir a él es algo propio del siglo XIX es, como te digo, muy idealista, pero poco real. De hecho, el debate sociobiológico que tuvo lugar en los 80’s tenía mucho que ver con eso (Gould & Lewontin, 1979).

La actual teoría evolutiva no contempla la cooperación como un modo evolutivo. La cooperación es entendida como un proceso doblemente egoísta, donde los cooperantes lo son porque obtienen un beneficio por ello. Si el saldo “coste-beneficio” es negativo, la cooperación no se da. Qué curioso: si no hay “beneficio”, no hay “cooperación”. Es verdad, la ciencia y la ideología no tienen nada que ver. No hay que caer en reduccionismos ni en determinismos. Por eso reducir todo a la “lucha de los más aptos”, al “gen egoísta”, a la “eficacia biológica entendida exclusivamente como reproducción diferencial de individuos/genes”, etc., es reduccionista, y pensar que “hay que enseñar a nuestros hijos a ser altruistas porque somos egoístas por naturaliza” (Dawkins) es determinista.

Por otro lado, Dentro de las corrientes de pensamiento marxistas y anarquistas también han existido personas que han intentado aplicar las ideas de lucha social y la “superioridad” en la evolución de los organismos sociales. El propio Kropotkin, parecía que a veces quería caer en esa “superioridad social” y afirmaba que “en la lucha por la vida, las especies sociales son las que subsisten sobre las demás”. Pero si uno lee “El apoyo mutuo: un factor en la evolución” queda mucho más clara la idea de Kropotkin, que es, como se dice en el artículo, que “la lucha de los más aptos,” entendida mediante el principio malthusiano de “los recursos son limitados y la población no para de aumentar, por tanto, habrá una lucha por esos recursos, no es, ni mucho menos, el principal mecanismo evolutivo: la cooperación mutua, la simbiogénesis, los procesos estocásticos como los grandes eventos catastróficos que han asolado la tierra, etc., han jugado un papel mucho más relevante en la evolución que la mera selección por lucha directa de los individuos.

Por eso, la principal tesis que defiendo aquí, es que Kropotkin supo ver esto como ningún otro en aquella época. Supo ver cómo, pese a que la evidencia estaba ante todo el mundo, la forma de pensar que tenía la sociedad victoriana donde emergió la teoría de Darwin impedía ver que no todo el mundo se regía por la superpoblación y la lucha descarnada. Y aquí Gould nos recuerda que “la selección natural es, en esencia, la economía de Adam Smith transferida a la naturaleza”. De hecho, el propio Darwin, hacia el final de su vida, también dio su brazo a torcer, e incluso acabó admitiendo la cooperación como factor evolutivo, al menos, en el ser humanos. Por ello hay que recordar a Kropotkin, aparte de cómo ideólogo del anarquismo, como evolucionista.

Darwin no podía desligar su investigación biológica de su bagaje cultural y su sociedad madre (sus lecturas base para su “Origen de las especies” fueron Malthus y Herbert Spencer), Kropotkin no podía escapar de la influencia de la comuna de París, y nadie, en general, puede dejar de ser quien es.

Publicado originalmente en el Periódico Diagonal

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