El hoy se nos presenta igual que se nos presentó el ayer, inocente y lleno de curiosidades no resueltas, no saciadas. Con un dolor en el pecho que profundiza, aminorando y aligerando su ritmo, la yaga formada hace años atrás. Digamos… Una herida no curada. Y por más excusas o motivos que se pongan, no hay razón que valga, pues nada les detiene en su propósito de encontrarse. CP