«Cada 19 de enero durante siete décadas, entre la medianoche y las cinco de la mañana, un hombre con abrigo largo y un bastón de empuñadura dorada dejaba tres rosas y una botella de coñac a la mitad junto a la tumba de Edgar Allan Poe en Baltimore. Los pocos que lo vieron de lejos en ese cementerio de una antigua iglesia dicen que se tapaba la cara con un sombrero y una bufanda blanca».
Por María Ramírez
Tumba del escritor Edgar Allan Poe en Baltimore.