Fudge de chocolate y avellanas

Más fácil imposible.

Derretir a baño maría un muy buen chocolate (en lo posible semiamargo) con una cucharada de manteca. Cuando se fundió bien, agregar una proporción de un tercio de leche condensada, unas gotas de extracto de vainilla y un puñado de avellanas tostadas picadas.

El único secreto de toda la cuestión, que no lleva más de veinte minutos, es batir con una cuchara de madera lo más posible cuando se incorporaron todos los ingredientes. A más batido, mejor textura.

Volcar en una asadera o placa de manera tal que quede una superficie pareja de unos dos cm como máximo de alto. Dejar enfriar y cortar en bloques. El fudge se sirve siempre así, rústico y cortado en cubitos: aún en las pastelerías lo venden de esta forma, según me cuentan.

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