El pasado jueves 20 de diciembre de 2012, Julian Assange se pronunció desde el balcón de la embajada ecuatoriana en Londres. Hoy, día 29, Assange cumple 755 días de arresto sin cargo alguno, de los cuales, 193 los ha pasado encerrado en esta embajada.
Su mensaje navideño por desgracia no puede ser el típico: lleno de sueños e ilusiones que llegan a puerto en unas fechas tan señaladas como estas. Su situación no es precisamente idónea. Con el fin de acabar con WikiLeaks, el gobierno de los Estados Unidos junto con sus aliados y los grandes magnates, han hecho de la vida de Assange un imposible.
En un primer momento intentaron acabar con la organización de un modo frontal: la llevaron a juicio y perdieron, porque el trabajo de WikiLeaks no es en ningún caso ilegal. Como eso no funcionó, iniciaron un bloqueo económico: nos dejaron prácticamente sin vías para donar dinero a WikiLeaks (VISA, MasterCard, Bank of America, PayPal…). Pero mientras todo este absurdo estaba en escena, Julian Assange no dejaba de ganar fama: carismático y atrevido denunció el acoso que estaba recibiendo y puso el grito en el cielo. La libertad de expresión estaba siendo amenazada. La gente no tardó en conocer su caso y prestarle su apoyo, de modo que el sistema tuvo que recurrir a unos movimientos todavía más rastreros: había que acabar con la imagen de Julian Assange para que WikiLeaks perdiese todo el apoyo que estaba recibiendo. Es así como de pronto dos mujeres suecas que habían tenido relaciones sexuales consentidas con Assange, y se habían visto con él en varias ocasiones llegando a alardear de ello, le denuncian por violación.
Bajo arresto domiciliario en Londres, busca el modo de salir de la encerrona a la que ha sido abocado: el tribunal del Reino Unido aprueba una extradición sin parangón a Suecia, donde corre un grave peligro de ser extraditado a Estados Unidos. ¿Sabéis qué ocurriría si alguien como Assange, que lleva una organización que expone los crímenes de guerra de esa nación llegase a su tierra? Se le aplicaría el Acta Patrótica: perdería todos y cada uno de sus derechos como ser humano, pudiendo ser torturado, encerrado de por vida y liquidado. Ante este panorama, Assange dio su último paso: se dirigió a la embajada de Ecuador en Londres cuando tuvo la oportunidad.
¿Por qué la embajada de Ecuador? En el pasado este país le había ofrecido ya asilo político, que es con la finalidad con la que llega a la embajada. Como estaba bajo arresto domiciliario, la policía de Londres se movilizó y alertó de que iba a ser detenido. Pero nadie puede entrar en suelo diplomático, así que Julian Assange ya no volvió a salir de ahí. Tras varios meses, Ecuador dio el visto bueno a su petición de asilo, pero todavía hoy no tiene forma de llegar hasta un avión diplomático que le saque de ahí. Puede ser detenido en lo que va de la puerta al coche diplomático, y también en la corta distancia del coche al avión.
Los derechos humanos se siguen violando hoy a lo largo del planeta, pero sobre todo: ¿quiénes somos nosotros para criticar a los de más abajo, cuando en ningún momento hemos predicado con el ejemplo?
Feliz Navidad.
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