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  1. LA SALUD DE LOS TRABAJADORES DE LA SALUD

    Dr. Juan Carlos Gimenez

    La profesión médica se encuentra sujeta a una necesidad constante de actualización y a las dificultades propias de la tarea desempeñada, que supone tomar decisiones sobre la salud y el bienestar de terceras personas. La relación con los pacientes y sus familiares no siempre es fácil y las expectativas de éstos en ocasiones son difícilmente alcanzables para el profesional. Las propias expectativas con las que el médico comienza el desarrollo de la profesión resultan, con la práctica diaria, frustradas, y todo ello en ocasiones en un entorno de presión asistencial, social y de sensación de desamparo por parte de la Administración. Generalmente las tensiones que experimentan  los trabajadores de la salud provienen de factores endógenos y exógenos. En algunos casos predominan los que tienen que ver con la autoestima profesional y son personales: la percepción individual y la respuesta al trabajo y al estrés, la necesidad de  dar un rendimiento sobresaliente, propia de algunas  personas, la incapacidad de ser suficientemente eficientes en algunas cosas, una pobre autoimagen, expectativas inconsecuentes, atributos de personalidad que provocan tensión en la relación con colegas, parientes, amigos y pacientes, problemas familiares, aspiraciones insatisfechas, profesionales o de otro tipo y desilusiones y sentimientos de que no se están logrando los objetivos personales en cuanto al desarrollo de las capacidades propias .

    El fenómeno ha sido definido como una respuesta psicológica al estrés laboral  crónico de carácter interpersonal y emocional que  aparece en los profesionales de las organizaciones  de servicios que trabajan en contacto con los clientes o usuarios de la organización. Las manifestaciones psicofísicas del estrés laboral en trabajadores de la salud, constituyen lo conocido como “Sindrome de Burnout”, caracterizado por un deterioro cognitivo, consistente  en la pérdida de la ilusión por el trabajo, el desencanto profesional, o la baja realización personal en el trabajo; por un deterioro afectivo caracterizado por agotamiento emocional y físico; y por la aparición de actitudes y conductas negativas hacia los pacientes, a colegas y hacia la organización en forma de comportamientos indiferentes, fríos, distantes y lesivos. El problema del desgaste profesional se encuentra ya presente en la vida de no pocos médicos manifestándose de diversas formas, ya sea por  el miedo a ser identificados como profesionales que fracasaron en su carrera, el temor a la estigmatización que comportan las enfermedades psiquiátricas, el miedo a perder la credibilidad como profesionales de la salud entre los colegas y entre los pacientes, la percepción de falta de confidencialidad de los servicios públicos, la ocultación del problema por parte de los familiares y de los colegas, el entorno inadecuado de los servicios públicos de hospitalización y el temor a perder el trabajo o a ser inhabilitados para el ejercicio de la profesión suelen ser todos ellos factores que obstaculizan el autocuidado más básico. Por todos esos motivos, la realización de programas de intervención específicos para profesionales médicos afectados por desgaste profesional se presenta como una vía para el tratamiento y la reincorporación laboral temprana de los sujetos más afectados por sus consecuencias. Son igualmente necesarios programas de prevención centrados en los diversos elementos antecedentes y moduladores del proceso. Es básico no sólo el diagnóstico de los riesgos psicosociales en el entorno laboral, sino también de los factores que incrementan la sensibilidad ante el riesgo, así como los factores protectores y potenciadores de afrontamientos positivos tales como la competencia emocional, la resistencia personal y otros factores positivos que pueden aumentar los recursos de la persona. Este marco promueve un enfoque global del bienestar en el trabajo que incluye la prevención de riesgos sociales como el estrés, el acoso, la depresión, la ansiedad y los riesgos asociados a la dependencia del alcohol, las drogas o los medicamentos. Para ello es básica la participación de los profesionales implicados, su sensibilización ante el tema, sus actitudes y su actuación en la prevención de tales riesgos. Es primordial la participación del profesional médico en la detección de los problemas que los riesgos psicosociales le estén originando. Si oculta sus carencias de bienestar y sus alteraciones de salud, difícilmente se podrán diagnosticar situaciones de riesgo y establecer los adecuados programas de prevención. 

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