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Capítulo 12 ➜ FINAL FINAL, NO VA MAS

Fotos por El Agujero, Diciembre 27, 2010

Como la deuda económica que tiene Grecia con la Unión Europea, o la deuda que tiene Colombia con los Estados Unidos por habernos “ayudado” tanto a combatir el narcotráfico con armas y glifosato, o la que tiene Argentina también con Estados Unidos luego de la crisis del 2001, muchos colombianos rezaron al “Sagrado Corazón de Jesús” para que se les diera el milagrito de conseguir la platica para apaciguar los sudores de la fiebre amarilla y poder acompañar a la Selección Colombia viajando a Brasil. Todo el mundo quiere estar en Brasil incluso Shakira.

Muchos colombianos se endeudaron, tiraron la casa por la ventana, dieron lo que no tenían por cumplir un sueño. Otros en cambio no tuvieron que hacerlo, porque sus trabajos les permitieron darse el lujo de viajar y otros muy afortunados como el presidente y algunos de sus artistas no sintieron ni un rasguño al pagar el ticket de avión y las entradas a los estadios. Pero como en Colombia el terreno de juego es candente, también lo es nuestra sangre que se sulfura aún más en presencia del licor, razón por la cual en muchas ciudades tuvieron que decretar “Ley Seca”, algo así como una cuarentena para evitar el contagio de la fiebre amarilla. Y aunque no fué cierto que el presidente regalara un “día cívico nacional”

¿Quién falsificó su firma para que así lo fuera? y ¿Por qué aún así el señor presidente decidió no tomar “decisiones importantes”?, o ¿Por qué el presidente sí tiene derecho a ver el partido y el resto del sector público no?

El artista caucano Manolo Cardona conocido por su debut en la famosa serie “Padres e Hijos” y por su participaciones en las novelas “Sin tetas no hay paraíso” y “El Cartel”, en la que paradójicamente interpretaba a un narcotraficante inspirado en alias “Fresita”, apoyó al presidente Santos en un video junto a otros artistas diciendo que la paz es posible. Hoy en Brasil, siendo afortunado por viajar a acompañar a la Selección, protagoniza un escándalo ridículo en un restaurante. El mismo actor que hablaba de la paz de Santos se da puñetazos con otro en un restaurante en lo que los medios han titulado como “Bochornosa pelea entre hinchas de la alta sociedad colombiana”. Parece que todas las sociedades bajas o altas se han contagiado por igual de la fiebre amarilla, así como el Ébola hace estragos en África y rápidamente cobra numerosas muertes sin discriminar clase social.

Y no es que nos falte plata porque plata si hay pero para otras cosas, pa’ trago por ejemplo. Mientras el presidente Santos declara que no tomará decisiones “importantes” durante el mundial, su gobierno también declara que recortará el presupuesto para una de las instituciones más importantes del país: Colciencias, el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación. Ahora a pesar de todo y a causa de la fiebre amarilla y otras enfermedades crónicas del país, la investigación en Colombia contará con $125 millones de pesos menos, el equivalente a un gol de James o de Zapata pagado por Bavaria.

Se llegó la hora del partido Colombia-Brasil y todo el país entero temblaba de ansiedad, pero la sentencia estaba declarada como la crónica de una muerte anunciada.

¿Cómo pensar que Brasil, el país sede del Mundial 2014, pudiera salir tan pronto del juego?, ¿A quién se le ocurrió pensar que ello era posible?

A pesar de que en el primer tiempo Colombia se veía nerviosa y desordenada, ello no fué el principal problema que impidiera la victoria. De nuevo la justicia omnipresente se impuso en el terreno de juego y el árbitro como un enviado de la corte suprema de la FIFA aplicó faltas a su antojo, algunas legítimas y otras falsas. Brasil anotó en los primeros minutos lo que desequilibró al equipo colombiano, pero volviendo al ataque, los jugadores colombianos recibieron más pata que en el partido contra Uruguay. La conveniente ceguera del árbitro equilibró la balanza más de un lado que del otro favoreciendo el resultado final para los cariocas. No valió gritar, llorar, ni pataliar, la sentencia era clara desde el primer partido del Mundial. En el último año Brasil vivió una fuerte ola de manifestaciones en la fatiga de evidenciar en el día a día el despilfarro en infraestructura defectuosa y costosa tan solo para que la FIFA pudiera disfrutar de un Mundial en un país exótico al lado de las garotas más hermosas del continente recibiendo enormes dividendos. La gente como en Colombia, ya no aguanta más. Se tomaron las calles miles de brasileños pero no lo suficiente para herir a la Copa del Mundo. Si Brasil perdiera los brasileños no tendrían razones para seguir en el país creyendo en la enorme inversión de estadios completamente nuevos sin terminar, puentes caídos, avenidas, casas pintadas y una profunda tragedia social.

¿Para qué todo eso si la Selección brasileña dista mucho de lo que era hace unos años cuando mostraba el mejor futbol del mundo?

Se sumó al drama mundial una falta sin intención del jugador colombiano Zúñiga, que le causó al final del encuentro una lesión de espalda al delantero brasileño Neymar y que ha desatado una ola de acusaciones injustas. Nada que no sucediera en cualquier partido, siempre hay lesiones. La FIFA recurrió a las cámaras para anular uno de los goles de Colombia, pero no para castigar las faltas de ambos equipos en los momentos correctos. Nadie puede creer lo que pasó el viernes 4 de julio, pero como este juego no se trata de quejas sino de resultados pase lo que pase, en este partido pactado perder también era cuestión de método. Perdió Colombia contra Brasil con un marcador de 2-1.

En el discurso de apertura del juego Yepes hizo un llamado a dejar de lado la discriminación en nuestro país y al final del juego, James inconsolable lloraba diciendo que había dejado su piel en el terreno de juego, dió lo mejor que podía dar pese a que el árbitro no ayudó a demostrar un juego justo, con las voz entrecortada decía “lloro, porque los hombres también lloran”. Regresó la Selección Colombia a su terreno de juego natal con la alegría de haber hecho algo nunca antes logrado, pero también a reencontrarse con todo lo que somos y a apaciguar las fiebres amarillas en un país dividido. En las semifinales del Mundial restan cuatro equipos Alemania, Argentina, Brasil y Holanda. En América del Sur el fútbol es como una religión y a pesar de todo el caos y las pérdidas llegaremos hasta el final haciendo caso omiso a las teorías de conspiración que versan que la FIFA ya lo tiene arreglado todo. Cuando cayó el imperio Griego, Roma se impuso como centro del mundo occidental dejándonos una gran lección de la que no aprendemos y que dura hasta nuestros días “pan y circo para el pueblo” y allí delante de las pantallas vivimos como real algo que no sabemos pero con la esperanza así fuera.

Sin embargo existieron jugadores brasileños que son un ejemplo para la justicia. Brasil también vivió una dictadura en los ‘80, el futbolista Sócrates del equipo Corintians le regaló al mundo un ejemplo dedicando cada uno de sus goles a la democracia. Sócrates y sus compañeros de equipo hicieron de cada partido una discusión política porque era necesaria la libertad de expresión y como figura pública era la mejor manera de darle voz a miles que no la tenían. Vimos en la Selección Colombia un sueño que dista mucho de nuestro acontecer social diario. Inspirados por el impecable juego de James y el de toda la Selección, la asociación CONPAZ que representa a 113 comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes hicieron un llamado a aprender a vivir con la diferencia y a llevar esas victorias a un terreno de juego mucho más amplio como el país entero. Si al fin de cuentas no nos podemos escapar de la fiebre amarilla entonces que nos contagiemos todos de la mejor manera y aprendamos a vivir en cooperación. CONPAZ pide una cita con James pues su personalidad es una potencial mensajera que puede dispersar el mensaje de la paz, ser un hacedor de paz y reconciliación en este país que tanto lo necesita.

Infinitas gracias Selección Colombia por toda la alegría que nos regalaron a millones de colombianos que los seguimos con la pasión en el corazón. Al final de partido contra Brasil los jugadores de ambos equipos intercambiaron camisetas e incluso los brasileños reconocieron el excelente juego de los colombianos.

¿Seremos nosotros en Colombia capaces de ponernos en la camiseta del otro?, ¿Si reclamamos justicia al injusto juego de la FIFA, seremos capaces de pedir la justicia en nuestro país?, ¿Cómo imaginar que el fútbol también nos traerá la paz y la justicia social en este terreno de juego tan complejo?, Pasamos a la historia con el fútbol, ¿Pasaremos a la historia con la paz?

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Capítulo 11 - PENALES

Ilustración por Reptilido

Casi como en Argentina cuando la Selección Colombia juega se decreta cese de actividades, incluso a veces la gente deja de respirar, este es otro de los síntomas de la fiebre amarilla. Por ejemplo el presidente Santos tuvo que manifestar públicamente que no tomaría decisiones “importantes” durante el Mundial, todo lo que concierne a la paz puede esperar hasta agosto u octubre, o incluso hasta el próximo año o quién sabe hasta cuando. Todo indica que el presidente también se contagió. En todo caso, con los contradictorios síntomas de este malestar, entre la amnesia febril y la plácida felicidad

¿A quién le molesta que las cosas se dejen para después?

También en las EPS los médicos paran su trabajo como en un entre tiempo y que “El Sagrado Corazón” no quiera que haya enfermos, heridos o muertos durante un partido de la Selección porque nadie trabaja. Los partidos de la Selección son la mejor excusa para echar novios o novias, faltar a citas, llegar tarde o no llegar, dejar para después todo lo que los colombianos ya hemos ido dejando para después, es la manera legítima de procrastinar, incluso el alcalde de Cali decretó día cívico el 4 de julio para el partido contra Brasil, es decir, en el sector público y en algunos sectores privados, legalmente por un partido de la Selección la gente no trabaja.

Contagiado por este síntoma, el gabinete del presidente Santos declaró también que todas las instituciones públicas cesarían actividades ese día a partir de la 1 p.m. y que, como es afortunado, viajaría a tratar los síntomas de su fiebre amarilla a Fortaleza, Brasil acompañando a la selección Colombia en el partido contra el equipo carioca. Mientras tanto en el terreno de juego de Colombia los otros problemas pueden esperar, las familias desplazadas, los escándalos de la parapolítica y la corrupción de representantes políticos como el caso de Andrés Felipe Arias y su condena por el Agro-ingreso seguro, la desaparición de la memoria, la desapariciones forzadas, el proceso de paz. Con doping cualquier cosa puede esperar.

Que no me esperen en la casa este viernes en el partido contra Brasil. A mi me toca trabajar a pesar de todo, trataré de guiño verme el partido, pero después correré a fondo para llegar al área segura antes de que la “Ley Seca” se acabe, no sea que los más enfermos por la fiebre amarilla como zombies enloquecidos acaben con lo poco que queda de país a mordiscos como Luis Suárez.

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Capítulo 10 ➜ TIEMPO EXTRA

Foto por El Agujero, Diciembre 27, 2010

Pensar en el espectacular e increíble partido Uruguay - Colombia que nos dejó la alegría del 2-0 el pasado 28 de junio y en los gritos generalizados de gol que se escuchaban en cada esquina del país, me hizo también pensar en otro país que se bate por llegar a la final vecino de los charrúas, el país del Che, la Argentina, país cuya religión máxima es el fútbol. El mundial de Sudáfrica 2010 lo viví en Argentina y viví cómo los corazones del país se paraban cada vez que la Selección Argentina jugaba, la alegría de los goles y la tristeza generalizada por las pérdidas, los porteños se deprimían, era real esa depresión. Allá la enfermedad es albiceleste y cuando se pierde no hay comentarios. 

En Buenos Aires ví como Uruguay llegó a cuartos de final eliminado por la naranja mecánica. Se me arrugó el corazón al saber que ningún equipo sudamericano disputaría la final aquella vez. Este escenario de fútbol e historia vislumbró ante mi experiencia algunas otras historias de Argentina en la copa del mundo del ‘78. Argentina también clasificó a octavos en el Mundial Brasil 2014 como Colombia, cuando un gol de Di María contra Suiza le puso fin al sufrimiento de los gauchos. Los gritos inundaron las calles de la romántica y caótica Buenos Aires, como los gritos en el mundial del ‘78 en El Monumental cuando Argentina quedó campeón del mundo. Cuando se gritaba gol en aquella época en el estadio del River, justo al lado en la ESMA, Escuela Mecánica de la Armada argentina, hoy el Espacio para la Memoria, la dictadura militar de entonces torturaba, asesinaba y desaparecía presos políticos, estudiantes y civiles. Los gritos de gol y júbilo se mezclaban con los gritos de dolor y terror. De esta manera el fútbol enmascaraba una realidad política macabra.

Un largo proceso político, que como todos es imperfecto, hizo que ese antiguo espacio destinado a la armada se convirtiera en el de la memoria de toda una generación de desaparecidos que marcó una profunda herida en la historia de ese país así como en el resto de América del Sur.  Un proceso que ha significado un gol importante para la democracia y la búsqueda de los derechos humanos. Acá en Colombia semejante pase no existe, tan solo algunos recientes tiros de esquina del Centro de Memoria Histórica por recuperar esos miles de nombres que el conflicto armado ha borrado de la historia para siempre.

En América Latina compartimos la pasión del fútbol, pero lastimosamente también la memoria de la guerra. Chile jugó contra Brasil en su camino hacia cuartos de final en el Mundial 2014 y a pesar de que se enfrentaron con fuerza a los cariocas, fueron vencidos después del tiempo extra en pénales. En Chile durante la dictadura militar, el estadio principal de Santiago fue convertido en un campo de concentración de presos políticos con el denominador común de ser seguidores de Salvador Allende. El 21 de noviembre de 1973 el estadio volvió a ser un escenario deportivo para jugar las eliminatorias del mundial. La URSS se negó a jugar en el estadio chileno perdiendo por W, lo que clasificó a Chile para el Mundial ‘74. Uno de los jugadores principales de la Selección chilena, Carlos Coszely pagó un alto precio por decirle cara a cara a Pinochet ‘NO’ a la dictadura, su madre fué torturada para amonestar a Coszely quien aún hoy le cuesta recordar y hablar de ello.

Por supuesto que pensar en estas cosas no genera un ambiente de felicidad porque es más fácil y placentero perderse en el júbilo de los golazos de James contra Uruguay, pero no podemos olvidar todo lo que ello implica en nuestro país, que sin tener una dictadura declarada porque los ojos de la democracia internacional nos juzgaría dura, política y económicamente, el terreno de juego es casi el mismo. Acá los gritos también se mezclan y el fútbol maquilla de fiebre amarilla todo.

Foto por El Agujero, Agosto 24, 2010

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Capítulo 9 ➜ 4 -1

Foto por Carlos Clavijo

Por esta temporada los memes de Pekerman abundan en las redes sociales, e incluso durante las dos rondas de las elecciones presidenciales del Grupo C muchos colombianos ingeniosos contagiados con la fiebre amarilla lo propusieron como un nuevo candidato a presidente en el tarjetón. Para muchos Pekerman, aunque no es colombiano sino argentino de cuna bendecido con la inteligencia del balompié y quién sabe si bautizado en la Iglesia Maradoniana, ha sabido dirigir a la Selección Colombia mejor que el propio presidente Santos con el país o Urrible en sus partidos. En el partido contra Japón del 24 de junio, Pekerman se dió el lujo de poner a descansar a sus muchachos estrellas y darles la oportunidad de jugar en el mundial a los de la banca. Pero los japoneses no por eso se dejaron intimidar y buscaron por todos los medios entrar en el área para anotar, así como si recordáramos la historia, Japón logró recuperarse tras una bomba atómica descontando un gol al marcador.

Para los amantes del fútbol de espectáculo la primera parte del partido fue aburridora. Pasaba nada. Había desorden y los nipones podían escalar fácilmente. Le tocó a Pekerman sacar su ases nucleares en el segundo tiempo y ratificar el histórico paso a octavos de final decorando en los últimos minutos con el caleño Farid Mondragón, que impuso récord mundial al ser el jugador más veterano en participar en una copa del mundo. 4-1 para el marcador final con una “Ley Seca” cada vez más rígida debido a los disturbios de los colombianos contagiados, toco celebrar en la casa en compañía de la familia y los amigos.

Se cumplieron mis pronósticos en medio de los síntomas que me han ido aquejando, el estado febril, la euforia, la piel de gallina, disfónica sin poder hablar luego de gritar gooool y con arritmia cardiaca. Se cumplió la sentencia del encuentro contra la garra charrúa, un país con un presidente que otros países del mundo admiran, en donde de chalaca se legalizó la marihuana, el aborto, el matrimonio gay y con una historia en la que la democracia ha vencido a la dictadura y recuperado la memoria cosa que nuestra política conservadora aún hoy en el siglo XXI no ha logrado. La selección uruguaya cuenta con dos medallas olímpicas y dos copas del mundo en su haber. Colombia por su parte feliz y enamorada como todos de James, sueña con llegar aún más lejos.

La FIFA, quien es el máximo juez ya que es la dueña suiza del Mundial,  sancionó al principal anotador uruguayo Luis Suárez que, en el partido contra Italia, mordió deliberadamente a su contrincante Giorgio Chiellini, un acto que ya había sucedido en otras oportunidades. Está claro que el fútbol no se trata de mordiscos y mucho menos evidentes, pero también está claro que la FIFA ha pasado por alto otras graves faltas de jugadores o árbitros o los mordiscos de ejecutivos con corbata que negocian las deliciosas piernas de los futbolistas, o transacciones económicas y políticas. Si Uruguay le ganaba a Colombia seguramente se enfrentaría con Brasil y sin Suárez todo sería más fácil para continuar hacia cuartos. No era un favor para la Selección Colombia que, con o sin el principal delantero charrúa, daría igual un ejemplo de excelente fútbol. Sacar a Suárez me parecía mucho más una estrategia que un acto de justicia. Incluso la ternura, calma, sabiduría, y paciencia del presidente uruguayo José Mujica se fragmentó insultando a los directivos de la FIFA.

Todo el mundo hubiera preferido jugar contra Italia porque los charrúas tienen fama de patas bravas y se vió durante el partido, como cuando el delantero uruguayo Edinson Cavani clavó su pié en el de James para impedirle avanzar. El partido fue excitante, difícil y reñido. Los charrúas estaban decididos a no dejar pasar a Colombia incluso a pata, pero no les alcanzó con la astucia de los colombianos, ni con James siempre en el lugar perfecto para marcar dos golazos, uno de ellos a mi parecer uno de los mejores goles del mundial; ni con el guardametas Ospina que bloqueó todos los espectaculares intentos de los Uruguayos. En el golazo James, rodeado por 5 jugadores del equipo contrario, atravesó el balón y lo clavó en el único y casi inaccesible agujero que quedaba libre en la portería. James se ha ganado el amor de todos los colombianos por su elegante y precisa manera de jugar pero no es el único a admirar, otros jugadores como Armero nos dejan una lección única para la vida: el incansable trabajo que demuestra la pasión por lo que se hace. Al jugador Armero nunca le molestó defender o atacar, estaba dispuesto a dejarlo todo en el terreno de juego.

En los establecimientos se la sexta en Cali se vendía gaseosa y jugos, nada de licor y la gente emocionada expresaba su éxtasis con incredulidad. Nunca antes en la historia del fútbol colombiano. Yo me contagié de fiebre amarilla por esto, porque en mis 30 años de vida jamás había visto un equipo tan bueno y tan sólido, ni siquiera cuando la tripleta Pibe, Asprilla y Rincón existían en el fútbol nacional, ni siquiera con el insólito e histórico escorpión de Higuita, un equipo mucho mejor que con Falcao, un equipo que juega en EQUIPO lejos de pequeñas individualidades, algo de admirar y que debería pasar a otros escenarios nacionales como la cultura, la política, la salud, la educación y la economía, TRABAJO EN EQUIPO y no pequeñas individualidades que sacan tajada.

Es imposible no apoyar a la selección con el júbilo que todos compartimos, con la esperanza de al fin reconocer nuestro particular ingenio, pero que no se nos olvide que cada gol de la selección lo paga la Pacific Rubiales, entre otros patrocinadores multinacionales, con el petróleo que nos extrae y las tierra que les arrebata a indígenas y campesinos o que Bavaria paga $125 millones de pesos por cada gol pero que no está claro cómo estos dividendos contribuirán a disminuir la miseria de país.

¿Cómo podría contribuir estas importantes sumas a miles de niños y niñas que como Cuadrado, esperan ser rescatados para una vida mejor a la de la violencia, el destierro y la miseria?

La selección de Algeria eliminada por Alemania donarán a la población de la compleja franja de Gaza los $12 millones de dólares que ganó en su participación en el Mundial. Los jugadores consideran que esta población necesita mucho más esa suma de dinero, paradójicamente en los últimos días Israel ha decidido bombardear a Palestina.

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Capítulo 8 ➜ 2 - 1

Foto por Carlos Clavijo

La historia de la fiebre amarilla y los lemas del Grupo C

El pasado sábado 14 de junio del 2014 previo a las elecciones presidenciales regía la llamada “Ley Seca”, una ley que prohíbe el consumo y expendio de bebidas alcohólicas. Sin embargo la fiebre amarilla se apoderó de miles de compatriotas que salieron desbocados a encontrarse y celebrar dejando, nada más en el distrito capital, un resultado de 3.000 riñas, 9 muertos y 15 heridos, anotando otra victoria para el caos. El 19 de junio Colombia enfrentó y venció a Costa de Marfil con un marcador final de 2 - 1. Un partido excitante, reñido y parejo que demostró las habilidades y las figuras de ambos equipos. La fiebre amarilla fue importada por los europeos desde África con los esclavos durante la colonización causando epidemias devastadoras tanto en África como en América. Hoy llamamos fiebre amarilla al río de portadores de la camiseta amarilla que se unieron en apoyo a la selección y que lastimosamente sus efectos pueden llegar a ser tan devastadores como los de la enfermedad.

Hay mucho de común entre estos dos países. Costa de Marfil también tiene una historia social y política compleja, junto con un terreno de juego rico y fértil. Compiten con nosotros en café y cacao y en los primeros puestos de los países con mayores violaciones a los derechos humanos. El país africano, antigua colonia francesa hasta 1960, ha afrontado desde el 2002 dos guerras civiles que han dividido al país en dos polos radicales y que han generado un gran número de muertes y desplazamientos tal y como en nuestro país. Aún así la fuerza de los marfileños les permitió batallar en el terreno de juego con dignidad, dieron la pelea, estuvieron parados el 100% del tiempo y lograron descontar un punto al marcador.

Colombia tembló en cada minuto del partido, porque el equipo del marfil, duro y brillante, se había ganado una fama de excelente contrincante. Pero esta vez no pudieron con la selección Colombia que estaba dispuesta a traernos la alegría en medio del caos. Pasamos a octavos de final y pronóstico que nuestro próximo contrincante será Uruguay, nos volveremos a encontrar con ese equipo fuerte que coronó en el pasado Mundial de Sudáfrica 2010 el cuarto puesto y que nos venció 2 - 0 en las eliminatorias, pero

¿Qué más emocionante que una batalla futbolística en terreno latinoamericano?

En octubre del 2005 durante las eliminatorias para el Mundial 2006 mientras Costa de Marfil estaba sumergida en la guerra civil, el jugador de fútbol Didier Drogba hizo un llamado a la convivencia pacífica: se arrodilló con sus compañeros de equipo rogando a sus compatriotas sin importar su orientación política, religiosa o étnica un país posible y justo unido a través de la fiesta del fútbol ♫ Queremos divertirnos, paremos los fusiles ♫ cantaron. Costa de Marfil recibe este nombre por la explotación del marfil de los colmillos de los elefantes desde la colonia. El lema de Costa de Marfil es “Unidad, disciplina y trabajo” y se notó en el partido, el de Grecia “Libertad o muerte” y parece que se nota; el lema de Japón es “Paz y Progreso” conocido por superar adversidades incluso atómicas y nucleares; el de Colombia “Libertad y Orden” y parece que es puro realismo mágico. Enfrentaremos a Japón y será para nosotros más como un partido amistoso y de preparación para octavos de final, pero por supuesto ganaremos una vez más y que se nos cumpla el milagrito de llegar a cuartos.

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Capítulo 7 ➜ 1 - 1

Foto por Carlos Clavijo

¿Cómo el arte o el deporte podrían convertirse en caminos para la paz?

Soy artista y fui deportista y no dejo de preguntarme cómo yo puedo imaginar un mundo posible. Pienso que el arte podría liderar el ejercicio de la reconstrucción de la memoria haciendo de sus obras una parte fundamental en la reparación y sanación de las heridas que ha dejado una huella que también debe ser compensada simbólicamente, recreando y produciendo nuevos significados diferentes de los que el conflicto borró sistemáticamente. El arte aporta a la paz comprendiendo a través de un ejercicio creativo la realidad compleja pues visibiliza el sentir y el pensar en un contexto.

El deporte por su parte nos permite soñar como en el caso de la historia de vida de Cuadrado quien fué literalmente salvado por el fútbol. Imaginar un país posible en el que miles de talentos puedan desarrollarse y aportar al país sus mejores productos. No solo el fútbol le regala glorias al país, otros deportes como el atletismo o el patinaje nos dan constantemente triunfos, lastimosamente muchos de esos talentosos deportistas no están en la mira del gobierno que no aporta ni las mínimas condiciones para que continúen con una carrera exitosa. Existen historias de deportistas que luego de ganar medallas de oro olímpicas o mundiales siguen a la espera de una casa que el gobierno les prometió. 

Pero recordemos que antes que artistas o deportistas, docentes, zapateros o ejecutivos todos somos ciudadanos de este país y nos corresponde contribuir a la paz, la justicia y a la libertad de expresión en cada una de nuestras acciones cotidianas. Las injusticias que se cometen en la cancha de fútbol tan sólo son una muestra de lo que sucede en el terreno de juego de nuestra nación.

¿Qué decir de la censura?

El nobel de la literatura colombiana Gabriel García Márquez ya se había autoexiliado en la década de los ‘80 cuando muy a pesar de su genialidad reconocida internacionalmente y proveniente del aún hoy olvidado pueblo de Aracataca o “Macondo” - como se le conoce en el realismo mágico - el mismo gobierno de entonces, apoyado por un pase de sombrerito de los medios de comunicación como los de la anteriormente mencionada “Sociedad Anónima”, presionaron a García Márquez por su orientación política de izquierda para que saliera del país, dejando al realismo mágico a kilómetros de distancia, una distancia tan real como simbólica. Un punto para el gobierno y un punto para García Márquez.

El día en que murió García Márquez, la congresista María Fernanda Cabal del equipo de Zuluaga-Urrible, casada y entrenada por el presidente de la Federación Nacional de Ganaderos, terrateniente de pura sangre por excelencia, publicó un Tweet en el que junto a una foto de García Márquez y Fidel Castro trinaba “Pronto estarán juntos en el infierno”, luego declaró que la historia de Colombia estaba mal escrita. Para esta congresista como para sus colegas de equipo es una verguenza contar en la historia de este país con figuras que en otras partes del mundo brillan con luz propia simplemente porque son simpatizantes de izquierda. Pero estoy de acuerdo con la señora Cabal, la historia de Colombia está mal escrita porque acá nos falta memoria.

Tengo amigos en otros países que sueñan con visitar cada uno de los pueblos de los que habla García Márquez en sus libros y me piden recomendaciones. Yo no sé qué decirles. Yo pienso que no deberían hacer esa ruta, que es peligrosa, triste, que no hay nada para ver porque esos pueblos están olvidados, abandonados a la pobreza, regidos por una aleación de terratenientes y paramilitares. Incluso en una entrevista la congresista Cabal sugirió que el paramilitarismo era la única opción para defenderse contra la guerrilla. Pero está claro y la historia lo demuestra que el paramilitarismo no sólo atacó a la guerrilla sino que masacró a la población civil de muchos de esos pueblos del norte de Colombia, como es el caso del pueblo El Salado en el que paramilitares, con complicidad de las Fuerzas Armadas de Colombia, asesinaron a más de 100 campesinos, se dice que llegando inclusive a jugar fútbol en el terreno de juego ensangrentado de la cancha del pueblo con las cabezas de sus víctimas.

Durante el XII Festival Internacional de la Imagen en el 2013, gané una beca para realizar el proyecto Agit P.O.V., un proyecto para poner mensajes poéticos y políticos luminosos en las ruedas de las bicicletas. Durante la inauguración del Vive Digital de Manizales fuí invitada para presentar el proyecto junto con los participantes del taller Agit P.O.V. En la inauguración estuvo el presidente Santos y aunque yo no quería participar decidí aprovechar la ocasión para llevar un mensaje de MEMORIA, PAZ, DERECHOS HUMANOS y VIDA DIGNA que tanto carecemos en este país.

La defensa de las tropas de Santos nos impidieron ingresar pues nuestro pequeño objeto de bicicletas era “un objeto poco común que genera alarma”, algo así como una bomba. La paz como una bomba. Este año el XIII Festival Internacional de la Imagen decidió usar las imágenes de Agit P.O.V. para promocionar su versión del festival sobre el “post-conflicto”, algo paradójico pues incluso el mismo gobierno había censurado este proyecto en un ejercicio de microfísica de poder un año antes. El presidente anotó con su enorme equipo un gol en mi portería, yo, una sola jugadora quedé vulnerada en mi ingenuidad. No quiero con esta historia condenar al Festival porque gracias a él tuve una gran oportunidad de creación artistica participativa que promovió mi desarrollo personal y profesional, sino más bien contar una de las tantas contradicciones que se viven nuestro país.

¿Qué hará entonces el gobierno con un arte producido gracias al conflicto y con un arte producido en post-conflicto?, ¿Qué hará con los deportistas que nacen y crecen en estas condiciones?, ¿Será que la cultura y el deporte tendrán ese tipo de veladura que tenían en el régimen nazi y el de Stalin o el de Chávez o el de Pinochet?, ¿Será que entonces ahora los artistas usaremos un sello para marcar nuestras obras “creado en post-conflicto” o las futuras estrellas del fútbol “nacido en post-conflicto”?

Si el arte contribuye a imaginar la paz, una paz que todos deseamos y merecemos, debe también cuestionar las dinámicas por las que la igualdad social en este país aún no ha sido posible, porque a pesar de la justicia, la impunidad sigue reinando, porque hablar muchas, cientos o miles de veces puede costar la muerte o cuando menos el silencio. Tampoco se trata de utilizar la bandera de lo político y la resistencia para crear a partir de ahora, como si se tratara de una técnica que se puede reproducir fácilmente, carteles panfletarios. Se trata del ejercicio del pensar la estrategia estética como en el terreno de juego. Entonces cuando las voces de 40 millones de colombianos reclamen la paz y la justicia, será tan bello como el gol de James en el partido contra Costa de Marfil.

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Capítulo 6 ➜ 1 - 0

Foto por Carlos Clavijo

¿Qué podemos decir del “Post-Conflicto”?

Que es un sofisma. Un sofisma es un argumento pronunciado por por un sofista. Un sofista es un cancherito. Un cancherito es una persona que presume tener la razón argumentando sin conocimientos; que se las da de grande y fanfarronea. Cancherito es una palabra usada en Argentina país cuya religión es el fútbol y que deriva de “cancha”, terreno de juego del fútbol por lo general. Cancherito en una cancha se relaciona a algunas personas que presumen de saber jugar al fútbol mejor que otros.

¿Qué define al postconflicto?, ¿El después del conflicto?

En un tiro libre el gobierno de Santos ha comenzado a utilizar este término discutido en un club bogotano, allá donde se mira con telescopio la realidad del país. Hace cerca de 3 meses ví una imagen publicada por la revista Semana, una revista de opinión que aparece como S.A. (Sociedad Anónima) pero que todos sabemos que pertenece a la familia Santos. La imagen, que era un diseño, tenía los perfiles de algunos artistas colombianos junto a testimonios de cómo las artes ayudaban al “post-conflicto”. Una semana después el Festival Internacional de la Imagen, el festival más importante de América Latina en temas de diseño, arte, ciencia y tecnología anunciaba que el tema de reflexión para el 2014 era el post-conflicto.

Este concepto sólo obedeció a una campaña proselitista que buscaba beneficiar la continuidad del actual presidente quien se posicionó como el superhéroe de la paz en la última ronda del Grupo C y que acompañado de artistas, actores, músicos y deportistas, todos muy bonitos, logró convencer al país que ante un mal mayor como Zuluaga-Urrible sólo él podría salvarnos. Vale mencionar que la campaña de Z-U también estuvo acompañada de artistas y deportistas, muchos de ellos olvidados, como el caso de la actriz Ana Bolena Meza - ¿Quien se acuerda de ella? - o Juan David Ortiz quien dice ser deportista, pero que por lo menos yo no lo relaciono en ningún deporte y tampoco se aclara en el video.

Que la amnesia de la fiebre amarilla no nos impida recordar la ola de manifestaciones del año pasado, la crisis del agro colombiano frente a los goles de los TLC firmados con otros países como Estados Unidos y Canadá, el contragolpe violento del mismo gobierno de Santos a los manifestantes que azotó a bolillazos, gases y tanquetas, perpetrando incluso los hogares campesinos. Mientras se negociaba en la Habana para los buenos ojos internacionales, también se negociaban territorios naturales para la extracción de minerales, petróleo o plantas nativas.

No estoy en contra de ganar en el partido de la paz, creo que la firma de la paz en la Habana será un paso enorme en la búsqueda de una solución al conflicto, pues uno de los principales actores encontrará participación política y podrá incidir en las decisiones gubernamentales más sensibles como en los temas de la tierra y la distribución de la riqueza. Pero no es el único pase que los colombianos deberíamos dar en la búsqueda de la paz, es un juego largo con extra tiempo para la reconstrucción de una memoria que ha ido desvaneciendo tanto como el oro desaparece de Colombia.

¿Y la distribución de la pobreza?

En los últimos años la desigualdad social ha aumentado dramáticamente agudizando los problemas del país, pero todo esto en el curso normal de la decadencia de un sistema que poco a poco agota sus posibilidades. La evidencia de esto es la crisis y la solución que los economistas de Harvard encuentran en la capacidad de endeudamiento de un país que se encuentra al límite de la deuda como en el caso de Grecia. La crisis es el alimento del capitalismo, justifica la reducción de beneficios para los obreros como la eliminación de las horas extras de los trabajadoras en el mandato de Urrible. Ante la imposibilidad de conocer la riqueza y la acumulación de la misma por los dueños de la tierra, es imposible pensar la paz en el territorio y mientras el conflicto original no sea resuelto, el post-conflicto es una UTOPÍA en el terreno de juego. Una tragedia del territorio en las fronteras internas de un país de América del sur.

El conflicto por el territorio no nació con las guerrillas, es una enfermedad crónica que ha pasado de generación en generación en la memoria genética de los habitantes de este país. Historias de migraciones internas que acompañan los ancestros de nuestras familias, realidades presentes en miles de familias a la espera de una reparación imposible. Reparación imposible para las cicatrices de la memoria. FALSOS POSITIVOS E IMPUNIDAD. Secuestrados que continúan en las montañas o en la selva, milicias urbanas nacidas de paramilitares reinsertados, compra de votos para políticos interesados en continuar preservando el actual estado.

Me pregunto por la realidad de este concepto posconflicto en la alegría del triunfo de Colombia contra Costa de Marfil. Lo critico bajo la mirada de jóven ciudadana y artista y a pesar de que no lo encuentro real, me permito soñar con la paz, aún cuando el partido contra la justicia colombiana lo sigue ganando la derecha neoliberal.

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Capítulo 5 ➜ 5 - 0

¿Firmar la paz con las FARC-EP traerá la paz?

Minuto 30 y el partido se juega en La Habana, el juez de línea marca tiro libre para Colombia. Ojalá la paz se lograra firmando un acuerdo, un documento, un papel, pero es difícil pensar que sí pues en Colombia hay una multitud de factores ligados a la violencia potenciados por dineros directos o indirectos del narcotráfico, sumados a la debilidad institucional posicionándose como algunos de los principales obstáculos del proceso, una defensa difícil de romper; además de la posición radical de los líderes de la derecha, quienes son duros críticos pero cuestionables en su proceder (lease sobre la “mermelada”). Este complejo panorama político está acompañado de otras complejidades como la realidad social y económica del país, los altos índices de miseria, la falta de empleo, la ola de inseguridad, la falta de acceso a una educación y salud de calidad.

Entonces, ¿Cómo ganar el partido de la paz cuando en el terreno de juego hay más de un adversario?, ¿Será que nombrando el post-conflicto habremos salido del conflicto?

En el tiempo de reposición lastimosamente esa paz que se negocia es un acuerdo entre el estado y uno de los grupos guerrilleros del país, más no un acuerdo con el pueblo colombiano por el acceso a la salud, la educación y el trabajo. No es un acuerdo para disminuir los índices de delincuencia común en las ciudades que se dispararon luego de que el gobierno de Urrible decidiera perdonar a los paramilitares regresándolos a la vida civil. No es un acuerdo con la memoria de los líderes comunitarios asesinados o un esfuerzo para reparar los miles de casos de desapariciones forzadas.

Tampoco es la primera vez que el gobierno de Colombia se sienta a negociar en el terreno de juego con un grupo guerrillero, recordemos el mandato de Pastrana que fue infructuoso y que llevó a Urrible a declararse como la promesa que acabaría con la guerrilla a punta de plomo y que tampoco lo logró, incluso cometiendo falta en en el área grande de la Constitución para cambiar las leyes a su gusto y ser reelegido anotando a su mandato un total de 8 años.

El terreno de juego es muy caliente en nuestro país a pesar de nuestra constante felicidad. El fuego cruzado solo ha tenido un final feliz en la película Golpe de Estadio de Sergio Cabrera, en la que luego de múltiples negociaciones absurdas, guerrilleros y fuerza civil llegan a un acuerdo para ver el partido celebre en el que la Selección Colombia derrotó 5 a 0 a la Selección Argentina en  El Monumental para las eliminatorias del Mundial Estados Unidos 1994, hace 10 años. Como García Márquez, Cabrera jocosamente recrea una historia mágica y ficticia pero posible en algún pobre y polvoriento pueblo de Colombia.

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Capítulo 4 ➜ 0 - 1

Foto por Carlos Clavijo

Hace poco tiempo comencé a encontrar un nuevo concepto en titulares de medios, en la boca de algunos e incluso en nuevas teorías para la cultura y el arte. Algo llamado “Post-Conflicto” comenzó a llamar la atención. La semana pasada leía un artículo sobre la vida del jugador Cuadrado (que no es uno de mis favoritos) en alguna revista en línea que ya no recuerdo el nombre, pero la versión de la revista Don Juan se asemeja.

Oriundo del Urabá antioqueño, una de las regiones más complejas de Colombia, el pequeño Cuadrado de 4 años se escondió cuando un tiroteo llegó a su lejano y pobre pueblo Necoclí, matando entre la gente a su padre. Su madre, para sacar a su hijo adelante trabajó en las bananeras, la misma región de la famosa Masacre de las bananeras de 1928 por la compañía estadounidense United Fruit Company que, con una terrible violencia, frenó el levantamiento obrero que exigía mejores condiciones de trabajo matando alrededor de 2000 personas. Sobre esta vil masacre Gabriel García Márquez, también oriundo de la zona bananera, escribe en su reconocido máster de la literatura Cien Años de Soledad.

En esa tierra histórica la madre de Cuadrado lavaba y empacaba bananos tipos exportación para darle una mejor calidad de vida a su hijo y se dice incluso que Cuadrado le ayudaba a poner los stikers a los bananos. Tiempo después Cuadrado y su madre migraron a Apartadó pero nuevamente una ola de masacres los hizo temblar de terror forzando a su madre a regresar a Necoclí para finalmente dejar a Cuadrado a manos de su futuro futbolístico: su madre aceptó dejarlo al cuidado del Manchester Futbol Club y desde entonces la carrera de Cuadrado lo llevó hasta Italia y hoy al Mundial Brasil 2014. Estas imágenes son recurrentes en Colombia como en una novela mexicana cliché: el pobre que gracias a su talento, a su particular espíritu y a un golpe de suerte sale adelante convirtiéndose en una estrella, sobrepasando todos los obstáculos contra todo pronóstico.

Pensar en el término “Post-Conflicto” y en la particular, triste y exitosa vida de Cuadrado me hacen también pensar en que esa violencia no nace desde los 50’s luego del asesinato del líder político liberal Jorge Eliécer Gaitán, sino que incluso nos acompaña desde mucho antes, por ejemplo, cuando en 1928 el gobierno colombiano envió a sus tropas a asesinar obreros bajo la amenaza gringa de que si no se frenaban las huelgas, Estados Unidos nos invadiría, cosa que a pesar de todo ha ocurrido paulatinamente. Un autogol sangriento como el triste caso de otro jugador colombiano famoso, Andrés Escobar, que en el mundial del ‘94 anotó un autogol contra Estados Unidos causándole la muerte a su regreso al país.

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Capítulo 3 ➜ 0 - 0

Foto por Carlos Clavijo

Pero entonces, ¿Cómo es posible imaginar la paz?

El tiempo va pasando, la pelota va rodando y como en Grecia hace 3 años en este partido no estamos solos, también nos acompañan los penales que nos anotan las multinacionales, las mineras, la ausencia de soluciones para el agro colombiano, algunos TLC firmados, el apoyo “incondicional” de los Estados Unidos para acabar con el narcotráfico, firmar la paz y el sueño de que algún día no nos pidan visa para entrar a la USA. Así como en el famoso juego de mesa “Risk” somos el punto más débil de América del Sur. Nos han arrancado todo, hasta nuestra dignidad. Las montañas y los ríos sangran a mano de retroexcavadoras de alto nivel como las de la Pacific Rubiales patrocinadora de la Selección Colombia y nunca en la historia de este país hubo tantas concesiones mineras como desde que empezó el mandato de Urrible sucedido, con algunas modificaciones de forma más no de fondo, por Santos.

Tengo 30 años y a muchos de mis amigos les da pereza pensar sobre estos temas políticos y mucho menos durante el mundial, me llamarán mamerta por haberme graduado en Univalle. Quiero aclarar que no juego en ningún partido, ni guerrilla, ni movimiento, pero así como me apasiona ver a la selección Colombia sudar con altura en el terreno de juego, también me gusta pensar en otro terreno mucho más extenso y complejo como lo es el país mismo, en últimas el territorio que debemos compartir. Tampoco el fútbol es un escenario neutro para disputas internacionales y planificaciones de estrategias de escala mundial - ¿Qué desea la FIFA que veamos? -. Este país que vivimos y que compartimos lo construimos nosotros mismos con nuestras acciones día a día.

Muchos de mis amigos son artistas, músicos, creativos y reclaman un país mejor, con nuevas oportunidades, un lugar en el que sus creaciones encuentren eco y se desarrollen desde el punk hasta la pintura figurativa, todos merecemos expresarnos y todos debemos hacerlo con respeto hacia el otro. Así que no se trata de ser mamertos, de hacer arte político, de vestirnos de resistencia porque está de moda, sino más bien de hacernos concientes y jugar tan bien este juego como James, Ospina o Yepes con la camiseta amarilla. Hay que entrenarse para lucirse como lo ha demostrado la selección.

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Capítulo 2 ➜ 0 - 9

La primera ronda de las elecciones presidenciales en Colombia estuvo tan plagada de escándalos y conspiraciones que como se dijera popularmente “una película de Hollywood le quedó pendeja” o mejor aún, el teatro del primer partido del mundial Brasil-Croacia le quedó pendejo. Así comenzó el Mundial Brasil 2014 en el que, por ejemplo, los árbitros se convirtieron en los terceros protagonistas en el terreno aplicando tarjetas amarillas a conveniencia y en el que la Selección del Brasil recibió la ayuda divina para que el caos no se desborde en el país más grande de América Latina. Circula en los medios el descontento de los brasileños tras la multimillonaria inversión en infraestructura para el Mundial de la FIFA pero no para el desarrollo social de ese país.

Mientras tanto en Colombia en los últimos meses: el famoso hacker de la vieja patria, el espionaje, las irregularidades electorales, la mano dura con el rejo, o el fusil, o la motosierra partiendo en dos el gran corazón de Colombia. La corrupción anotó otro gol, una victoria macabra de la que no deberíamos alegrarnos simplemente por el hecho de que aquí no se nos acabe el papel higiénico en el baño.

¿Por qué, en todo caso, mejor ocuparnos de tener el orificio trasero limpio antes que ocuparnos de limpiar el mierdero a nuestro alrededor?

Acá en Colombia el partido lo perdieron la justicia y la democracia. Acá el partido lo vamos perdiendo todas y todos porque la libertad se nos escapa. Con la cantidad de escándalos políticos que hubo, que no son una novedad para la media colombiana, la primera ronda electoral debió ser ANULADA. Técnicamente Zuluaga estaba fuera de lugar, pero el juez de línea lo dejó pasar para que anotara su primer gol gracias a un pase en profundidad de Urrible. Entonces con un país radicalmente dividido la fantasía de la paz de Santos era la única opción de contragolpe. En una batalla desigual e injusta la mayoría de los colombianos eligieron entre lo peor y lo peor de lo peor, o como se dice el mal menor. Es posible que muchos de esos votantes nuevos salieran despavoridos por el horror de la guerra a las urnas de votación con la ilusión de la paz aún cuando sea imperfecta. El estado viola la justicia, comete falta en el área, levanta la mano derecha y saluda a sus homólogos del mundo, algunos en Europa, otros atravesando de norte a sur el continente americano.

Para perder este partido la clase política colombiana solo tuvo que dividir la opinión, con ayuda de los medios, en varias porciones del arcoiris y ponerse las camisetas verdes, azules, amarillas, las multicolor S y las variopintas Z. Luego de taquito y por descarte dejarlos repartirse la torta de 1.141.748 km². Habiendo eliminado en la primera fase del grupo C ( por “C” entiéndase Colombia) a la esperanza de la izquierda aprovechándose del poco carisma de López, el país sumó a su marcador 4 años más a 12 años desde la mágica aparición de la derecha ultra o moderna que disolvió el bipartidismo por el que era conocida la historia de nuestros anteriores mandatarios. Pero aún hoy víctimas de la misma cara de la violencia (con otros nombres) que nos ha estado mirando a los ojos durante los últimos 60 años. La violencia del pensamiento radical de los que se creen o se quieren dueños de la tierra. Al final la misma profunda y dolorosa batalla por el poder en el terreno de juego.

Una goleada como la que sufrió Colombia cuando se enfrentó con Brasil en el año 2000 por un puesto para los Olímpicos, una historia deportiva vergonzosa escrita con el balompié. Para estar descalificada, Colombia tenía que perder 7-0, algo que se creía imposible y que terminó arrojando un resultado de 9-0 a favor del equipo brasileño. En este mundial, si Colombia pasa a octavos, lo más seguro es que se enfrente a Uruguay y si vence a la garra charrúa se verá de nuevo cara a cara con los cariocas.

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Capítulo 1 ➜ 3 - 0

Nada nos quitará el amarillo de la cabeza. La llaman la fiebre amarilla que como enfermedad puede llegar a ser mortal. 2014/06/19 Colombia clasifica a octavos de final para el Mundial Brasil 2014, la euforia se apodera de las calles de Cali, algunos huyen por el temor de que tanta furia se convierta en violencia. Mientras escribo escucho las caravanas enfiestadas con una mezcla peligrosa de gasolina y licor -paradójicamente sobre la avenida Colombia-. Las últimas dos glorias de Colombia contra Grecia y Costa de Marfil lograron rápidamente detonar otro síntoma en el estado de esta enfermedad: la amnesia febril.

El sábado 14 de junio del 2014, un día antes de la segunda ronda de las elecciones presidenciales, Colombia derrotó 3 a 0 al equipo griego conocido por tener una defensa tan firme como sus históricas fortalezas. En el terreno de juego 22 hombres se disputaron por el marcador en una batalla épica, los dioses negros, indios y blancos contra los dioses del Olimpo. Al final un resultado de tragedia griega. Hace unos 3 años Grecia se batía contra la economía occidental cuando se sumergió en una crisis que alertó las cajas fuertes del mundo. Esa también fue una batalla dura, pero esa vez la batalla fue liderada desde distintos flancos en contra de Grecia que incapaz de liberar su endeudamiento pedía ‘rescate’ a la Unión Europea. No fué un solo contrincante el que derrotó aquella vez a Grecia, país referencia del mundo occidental.

Ganamos y qué felices nos sentimos de ganar y entonces todos somos más colombianos y colombianas que nunca vistiendo la camiseta amarilla y cargando una historia plagada de otras famosas derrotas deportivas, futbolísticas, políticas o sociales. Estas nuevas victorias nos nublan porque en el mal llamado país del “Sagrado Corazón de Jesús” hoy nos sentimos capaces de todo, porque acá todo es posible, incluso lo imposible. Así “todopoderoso” se sentía el registrador en Cali la noche del 14 de Junio antes de las elecciones presidenciales, cuando, violando la ley y vistiendo el uniforme de empleado público, salió ebrio por la fiebre amarilla y por el alcohol a gritar a la calle su devoción por Zuluaga-Urrible y el paramilitarismo que le había otorgado su puesto como registrador y amenazando a los policías que lo detuvieron por conducir ebrio.

Pero si nos esforzamos por combatir el síntoma de la amnesia febril, hagamos un ejercicio de memoria: vuelvo al país y me siento con una extraña sensación entre la alegría y la tristeza. Hace dos semanas pensé que mi vida cambiaría radicalmente si ganaba Zuluaga-Urrible. Como muchos comencé a buscar escondedero y no porque tenga algo que esconder, sino porque le temo a la guerra... pensar en autoexiliarme como si el mundo, el resto del mundo fuera una plácida almohada, pero no. Jamás votaría por Santos aún cuando se proclame el héroe de la paz. Está claro que Zuluaga-Urrible no era la opción, la de perpetuar la guerra descarada y sin sentido, pero Santos no es tan santo como parece mostrarse. Una gran parte de la población de Colombia huye de la política como quien huye de la guerra pues acá la democracia está manchada con ríos de sangre. O escapan con parsimonia y pereza porque en la vida del rebusque hay que hacer lo poco para salvar el día. Una lástima que no seamos capaces de defender el área y prácticamente por ausencia perdamos por W[1]. Cuando no tienen otra opción de alimento, algunos animales recurren a las características carroñeras y se alimentan de lo que otros dejan en el terreno de juego: $40.000 y un plato de tamal o lechona según el menú del día.

[1] Walkover o W.O. es una victoria otorgada en un juego a uno de los dos equipos cuando el contrincante no se presenta por ausencia o descalificación. 

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