Free pizza here.

Rió ante aquel comentario y negó un par de veces “Debería hacerme un uniforme y todo, mi logo debería tener una S y una M, parecido al de Superman” Encogió uno de sus hombros como si todo aquello fuera completamente posible “Pero…” Hizo una pequeña pausa “Si lo comparto posiblemente pierda su chispa” Agregó.

“No creo que a Superman le agrade la idea, luego te lanzan copyright así que yo siendo tú, pensaría en otro logo.” Sugirió encogiendo sus hombros como si aquello realmente fuera una posibilidad. “Ese es un buen punto, así que mejor quédate con tu secreto, que todos sepan que lo tienes pero nadie sepa de qué trata, algo así como la Sustancia X.”

“Es que eres una súper mamá ¿Apenas te das cuenta?” Soltó regalando una amplia sonrisa a la rubia apenas escuchó su gracioso comentario. Recientemente había acabado de ordenar sus cosas y planeaba quedarse con su familia por un largo, largo tiempo pues los había extrañado locamente. “Deberías compartir tu secreto con las madres del mundo.”

“¡Oh por Dios!” Exclamó y una gran carcajada salió de sus labios “¿Por qué unicornio? ¿No es mejor algo así como tiranosaurio rex? Ya sabes… Más varonil, más imponente” Preguntó aún entre risas negando muchas veces, dejando que una amplia sonrisa surcara su rostro “Está bien, no eres rubio, pero te aseguro que tus hijos dicen lo contrario y me dan la razón” Encogió sus hombros y señaló a los bebés que jugaban con una pelota, o bueno; peleaban por la pelota “Me parece, me gusta ser feliz y más si es por tanta delicia”.

El muchacho observó a la rubia algo confundido, su broma no había sido taaaan buena así que le parecía que la carcajada era algo exagerada, claro que esto fue así hasta que su cerebro procesó todo y abrió la boca fingiendo estar ofendido. “¡¿QUÉEE?!” Soltó abriendo sus ojos como platos. “¡Hablaba de un unicornio de verdad! No puede ser, quiero la custodia de mis hijos y el divorcio, eres una sucia y no, no, no.” Habló rápidamente negando con la cabeza pues si algo sabía hacer muy bien el alegre muchacho, eso era hacerse el ofendido. “Mis hijos no saben cual es el color azul ¿Qué te hace pensar que sabrán lo que es ser rubio?” Dijo de modo burlón mientras se acercaba a los bebés y los rodeaba con sus brazos, dándoles un fuerte abrazo de oso. “Y nos prepararemos porque nos vamos, eres una mala influencia.” Añadió retomando la broma de hace unos segundos. 

Soltó una baja carcajada para después negar varias veces “Lo siento, lo siento, soy demasiado indiscreta haciendo esas preguntas” Respondió en broma llevando una mano a su pecho, siguiendo con la mirada al joven “Lo sé, tenemos demasiada suerte, aunque tú también eres rubio” Habló la ojiazul “Quizá no rubio pero estoy segura de que tu tono del cabello está en las tonalidades rubias” Aseguró dando un fuerte asentimiento de cabeza “No lo sé, ni siquiera debí preguntar pero ya sabes… Sólo me quería asegurar de que fuera de chocolate”.

“Ya sé,no sé cómo se te ocurre, luego los niños quieren jugar con mi unicornio y no.” Añadió negando lentamente con su cabeza, como si fuera incapaz de creer en las palabras de la rubia. “Yo no soy rubio, rubia. Deberías aceptarlo porque el no querer hacerlo es racista.” Bromeó haciendo una seña a la contraria para que se acercara a su persona. “Sí es de chocolate así que puedes ser feliz, todo seremos felices por tanta delicia.”

Rió ante el comentario del muchacho y una gran sonrisa se mantuvo en su rostro, como siempre que aquella voz lograba resonar en la habitación “¿En serio” Elevó sus cejas repetidas veces y dirigió su mirada al joven “¿Cuanto quieres apostar?” Agregó bromeando, dejando que su nariz se arrugara un poco al finalizar la pregunta. Alzó una de sus cejas apenas él habló y notó las cajas de pizza “¡Mira nada más!” Exclamó la rubia dejando que una más amplia sonrisa se extendiera en sus labios “Los rubios de verdad tenemos suerte” Soltó con diversión la ojiazul. Asintió ante lo último “¿De chocolate?” Preguntó sobre el sabor del helado ladeando un poco la cabeza.

“Estamos con los niños, no puedo decirte todo lo que quiero apostar.” Bromeó dando un fingido regaño a la rubia por tal ocurrencia. Seguidamente, se lanzó sobre el suelo y abrió una de las cajas de pizza. “Mucha suerte tienen ustedes los rubios.” Añadió dando un par de asentimientos de cabeza. “Claro que es de chocolate ¿Qué te hace pensar que no compraría de chocolate? Aquí amamos el chocolate.”

“Apuesto a que puedo hacer que digan Pepperoni antes de que digan azul.” Bromeó al abrir la puerta de la habitación con la mano que no tenía ocupada, había llegado hace un par de minutos y al no encontrar a nadie a la primera, algo le dijo que seguramente estarían encerrados en alguna de las habitaciones, suposición más que acertada. “Tengo una entrega especial para rubios.” Añadió en su mejor tono bromista mientras enseñaba las cajas de pizza que traía en su mano ocupada y caminaba hacia el interior de la habitación. “Hasta postre pero lo dejé en el congelador porque es helado y se derrite, ya sabes.”

Oricon Style in Tokyo - February 24, 2016

Rió ante aquella interrogante y negó varias veces “No quiero nada… Al menos que muchos abrazos y cariño cuenten como algo porque en ese caso sí quiero algo” Habló encogiendo uno de sus hombros, si era sincera no deseaba absolutamente nada más que estar con él, con una de las personas que alumbraba sus días y que con una simple sonrisa lograba alejar toda nube que oscureciera sus días “Por supuesto que estoy lista, yo nací lista” Aseguró con cierto deje de diversión y sin permiso alguno se acomodó hasta lograr que su cabello quedara en el pecho del contrario.

“Ok pero trataré de estar desocupado por mucho más tiempo si me vas a tratar así cada vez que esté en casa.” Bromeó, dejando un suave toque con uno de sus dedos sobre la punta de la nariz de la rubia. A decir verdad, ya había pensado en ello, claro que no por ese motivo, simplemente lo había pensado porque cada vez que se iba durante meses extrañaba locamente a su familia y pensaba que lo mejor sería disminuir la cantidad de tiempo que tuviese que estar fuera. Claro que no era un proceso sencillo pero haría todo lo que estuviese en su poder para salirse con la suya. “Creo que ese es el dicho más viejo y usado de la historia pero ok.” Dijo entre risas que fueron cesando paulatinamente durante el inicio de la película. Se encontraba de buen humor por estar viendo la película que desde hace días tenía ganas de disfrutar, sin embargo, lo que lo hacía sentirse de maravilla era el tener a la rubia entre sus brazos, lugar que siempre le pertenecería pues estaba cien por ciento seguro de que sus brazos estaban hechos para abrazar a Camila.

Rió con suavidad y negó un par de veces “Por supuesto, ni siquiera sé como soportas verlas obligado” Dijo con diversión a sabiendas de que era más posible que ella viera una película infantil obligada que él. Elevó sus cejas ante lo siguiente y reprimió una risa que deseaba salir “No, no, nada de eso. ¿Una chica no puede complacer a un chico sólo porque quiere?” Preguntó demostrando que estaba ofendida aunque por supuesto, era simplemente parte del juego. Una vez estaba dentro de la alcoba que compartía con el joven soltó un suave suspiro para así desprenderse del agarre ajeno para caer de golpe en la cama “Es tu turno de poner la película” Le dijo con una amplia sonrisa mientras poco a poco se incorporaba y se sentaba en la esquina del colchón sin eliminar la curvatura de su rostro.

“Claro, a no ser que... ¿Qué quieres, Ravenscar?” Inquirió entornando sus ojos al observar a la rubia, no es que pensara que era interesada es solo que su comportamiento y palabras eran demasiado extrañas, al menos él lo consideraba de esa manera. El muchacho hizo caso a las palabras de la ojiazul y sacó su preciada y amplia colección de películas de Disney, seleccionó El Libro de la Selva y, mientras iniciaba, aprovechó de lanzarse en la cama junto a la contraria. “Listo, espero estés preparada para el mejor entretenimiento de tu vida.” Bromeó, guiñando uno de sus ojos en dirección a la francesa.

Rió ante aquella broma, una risa que fue un tanto baja en búsqueda de no realizar tanto ruido “Tienes un punto a tu favor, de verdad que tus gustos en películas son completamente distintos a los de ellos; sería una maldad que se despierten y que tengas que ver películas que a ellos les gusten” Bromeó con aquel toque de dramatismo que no podía faltar, como si fuera una auténtica desgracia “No, no, vamos a ver esa porque hoy es día de complacerte con todo lo que quieras” Le dijo con ternura al muchacho una vez estuvieron en la puerta de la habitación, dejando un rápido y fugaz beso en la mejilla contraria para adentrarse en la alcoba. 

“Ya sé, somos tan diferentes que sorprende.” Añadió negando levemente con su cabeza, como si no fuera capaz de creer las palabras que de sus labios salían. “Espera... ¿Es mi cumpleaños? ¿Hice algo muy bueno? Porque oye, qué buen día.” El tono de voz utilizado por el menor fue algo burlón pues de verdad, no podía perder la oportunidad de bromear en aquel momento. Sonrió ante el beso en su mejilla y dio un par de pasos para seguir a la rubia hacia el interior de la habitación, está de más decir que se encontraba más que contento pues adoraba compartir aquellos momentos con su adorada francesa. 

Siguió el paso del contrario con una gran sonrisa en su rostro, en esos días la ojiazul se había encontrado más contenta que nunca “Entonces si es una necesidad hay que cumplirla, hasta te podríamos poner un micrófono, así todo el mundo te escucha” Enfatizó la palabra <todo> y dejó que sus cejas se elevaran, por supuesto, ella solamente jugaba como era usual “Está bien, si me sé alguna parte la cantaré a todo pulmón sólo para que me escuches… De resto sólo haré playback” Habló con un tono delicada y con aquella pequeña sonrisa adornando su rostro al tiempo que se cabeza se ladeaba ligeramente.

“No, no, luego los niños se despiertan y tú me obligas a ver películas que a ellos les gusten.” Replicó obviamente bromeando, como si aquel fuera un problema pues a decir verdad, nadie veía más películas infantiles que él. “Podríamos ver una que sí te guste, si quieres.” Dijo regalando una gran sonrisa a la ojiazul y colocando una de sus manos alrededor de la perilla de la puerta para posteriormente abrirla.

Comenzó a caminar en dirección a la habitación que compartía con la rubia, donde guardaba su bastante amplia colección de películas infantiles, según él, un tesoro. “Tampoco es de mis favoritas, solo quiero cantar busca lo más vital, es una necesidad.” Bromeó guiñando uno de sus ojos en dirección a la rubia. “Vale, aunque cantas hermoso y deberías dejar que te escuche porque me encanta hacerlo.” Replicó regalando una sonrisa a su adorada francesa, la cual tenía mucho más talento del que creía y el cual le encantaba admirar.

“Ya sé lo mucho que te gusta ¿Por qué crees que lo hago?” Cuestionó a modo de broma antes de dejar un delicado beso sobre una de las mejillas de la rubia para seguidamente, poner su plan de ir a ver el libro de la selva, en marcha. “¡Vamos!” Exclamó lleno de alegría antes de tomar una de las manos de la muchacha. Le encanta ver películas, especialmente si se sabía las canciones de memoria, en realidad era bastante extraño que hubiese elegido el libro de la selva por sobre Hércules o alguna otra película que fuera mucho más de su agrado, suponía que se debía a que tenía mucho tiempo sin verla. “Tú puedes ser Mowgli si quieres porque obvio yo seré Baloo.”

“Claro, claro, lo que digas.” Puso los ojos en blanco, fingiendo estar irritado por las palabras de la rubia aunque a decir verdad, solo estaba bromeando. Seguidamente, pasó uno de sus brazos por la cintura de la misma para de esta manera acercarla hacia sí. “Los niños están durmiendo ¿Cierto?” Dijo adoptando una expresión bastante seria sobre sus facciones, a pesar de que no era una situación que requiriera tal nivel de seriedad. “¿Sabes lo que podríamos hacer?” Añadió elevando una de sus cejas al soltar la interrogante y esperó unos cuantos segundos a que la rubia se hiciera una idea antes de continuar. “Podríamos ir a ver el libro de la selva porque mira que tengo siglos sin escuchar la de busca lo más vital y me siento con ganas de cantar.”

“Ok pero solo porque tienes un buen punto.” Dijo poniéndose de pie, una vez que terminó de acomodar su amada batería. “Yo siempre he tenido mucha suerte.” Aseguró dando un suave toque con uno de sus largos dedos sobre la mejilla de la rubia, justo en el lugar donde sabía perfectamente, un pequeño hoyuelo hacía acto de presencia cada vez que sonreía. 

“Lo siento, ella ya estaba en mi vida cuando tú apareciste, imagina lo duro que tuvo que ser para ella.” Bromeó dejando que sus labios fueran adornados por un exagerado puchero. “¡Qué suerte que no tengo que compartirte con el señor piano! Y te tengo para mí solito.” Añadió al tiempo en que el puchero sobre sus labios se transformaba en una amplia sonrisa.

Se mantuvo unos cuantos segundos observando aquella escena ciertamente entretenida, luego de cierto tiempo decidió acercarse con una divertida sonrisa en sus labios “¿Sabes? Eso es algo que toda mujer estaría encantada de escuchar” Comenzó elevando una de sus cejas “Pero tu batería es la que tiene tal honor… Tiene suerte” Encogió un hombro con suavidad.

El muchacho volteó apenas la voz de la rubia llegó hasta sus oídos, estaba claramente apenado porque sus momentos privados con su batería, eran precisamente de esa manera... privados. “Ay sí...” Rió aunque no tenía idea de por qué las risas encontraron salida a través de sus labios. “No te pongas celosa, tú sabías esto desde hace tiempo.” Bromeó.