Slow down, you crazy child.
Se suponía que irían a ver a Quinn en unas horas para ver el estado de esta y de pequeño Chris, pero las cosas no pasaron así. Se quedó dormida bajo su cama, con aquel reconfortante calor antinatural que su frazada tenía.
Cuando despertó ya era bastante tarde como para salir. De hecho, ni siquiera sintió como cayó la noche tan rápida como imposible. Al abrir sus ojos no sabía si estaba cansada o si volvía a sentir aquel resguardo de Morfeo nuevamente la abrazaba como un simple encanto. Iba a bajar al baño cuando el sonido de las teclas del piano comenzaron a sonar. No había escuchado música hogareña desde hace meses. Muchos para ser honesta.
Volvió a la habitación por su frazada peluda y bajó silenciosamente. Debía admitirlo. Sentir la voz de Noah era un privilegio. Era como volver al pasado y recordar a aquella mujer que tanto amaba. A la única que la hacía sentir que las cosas estarían bien, que no había nada de qué preocuparse, que detrás de las tormentas siempre salía el sol. La quería ahí, pero no estaba. Un par de hojas la cubrían y un montón de memorias también. Se sentó frente al sofá cuando el moreno iba en mitad de la canción. Miró cabiz baja mientras tapaba todo su cuerpo para que no se viera.
La pasión por la melodía que Noah emitía permitió que gran parte de su pena se escabullera en aquellas frases tan suaves. Se recostó hacia un lado y, permitiendo que el silencio la pudiera dominar aguardó lentamente hasta que terminara.
“¿Podrías tocar otra?” le susurró desde su posición, pasando inadvertida. Era como si el eco de la casa vacía dominara el lugar. “Por favor” pidió nuevamente. Su corazón estaba acelerado. El cobijo se alejaba a medida que el silencio dominaba. Necesitaba oír algo aunque fuera.
Puck no esperaba tener público alguno luego de su interpretación personal de la canción “Vienna” por Billy Joel, uno de sus cantantes judíos favoritos, la canción perfectamente se asentaba a esas palabras que la rebeldía de su pequeña hija no le permitía transmitir. Fue en ese entonces cuando finalizó el último acorde de la canción cuando esa suave y aguda voz interrumpieron sus pensamientos, inmediatamente giró su mirada hacia donde la niña se encontraba ubicada. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios y él asintió suavemente, no sin antes hacer un gesto con su mano para que la niña se acercara a él.
Extendió su mano para que la niña la tomara y luego sentarla sobre sus piernas. “¿Alguna vez te hablé de las veces en que tu mamá me dejaba cuidarte?” No necesitaba alguna aclaratoria para que la niña entendiera que se refería a Shelby y no a Quinn, Puck entendía que la relación entre la mujer y la niña era más estrecha de lo que él esperaba, jamás podría cambiar eso y de alguna manera tenía que aprender a estar de acuerdo con eso.
“Eras tan solo una bebé, tenías un año, quizás menos.” Empezó a relatar una vez que Beth aseguró que no conocía esa historia. “Tu mamá trabajó unos meses siendo directora de The Troubletones, un Club Glee de chicas en McKinley. Como sea, iba a visitarla muy seguido y normalmente le costaba mucho lograr que te durmieras o hacerte dejar de llorar.” Sonrió de costado mirando a Beth, por más que el tiempo había pasado, él seguía viéndola como esa pequeña bebé. “Uno de esos días llevé mi guitarra y sólo empecé a tocarla, bastó con eso para que te calmaras. No te había visto desde el día en que naciste pero bastó con que me escucharas para que te calmaras. Era como si supieras quién era.” Al finalizar sus palabras comenzó a tocar las notas para iniciar la melodía de “I’ve been waiting for a girl like you.” esa misma canción que él solía cantarle a Beth durante ese recuerdo que estaba compartiendo.