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White Light

@thewillexby11 / thewillexby11.tumblr.com

Antes era TheWillexby11, ahora soy solo Diehuito. Es 2020 y he publicado una historia original en wattpad.
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Extrañaba leerte por la shusha ;-; sube su willexby piola, o Keremy wn, lo necesito ;-; P.D: ai lov yu :c♥ (se tira de un acantilado)

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Eh hola. Te agradezco mucho el interés y la verdad ya nadie manda mensajes a esta cuenta jaja, aún la tengo abierta solo porque sé que hay gente que lee de vez en cuando. Pero te cuento que hace bastante que lo dejé y me salí de este fandom, lo siento :( pero volver no es algo que quiera jaja aunque muchas gracias por el interés 💚💚💚

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Bigotes y Colmillos (Híbridos AU) ~ ¿Rubelangel?

Quizás no fue una petición pero es un material que tenía escrito hacía rato, pero jamás me di la paja de subirlo. Pues aquí está. Disfruten

   Ruben caminaba algo impaciente hacia la escuela, apretaba bastante fuerte el tirante de su mochila mientras daba un paso tras otro. Era otro lugar, era otra ciudad y era otra gente. Un nuevo comienzo, a su corta edad de quince ya era el tercer comienzo en su vida. Como siempre tenía miedo de lo que viniera.

  Pero era lo que se había ganado al nacer de esa forma.

  No se sabía bien de dónde habían salido, pero del principio de los tiempos los Híbridos existían en el planeta junto con los Humanos. Claro en un comienzo fue algo difícil, no se sabía qué eran ni de dónde habían salido. Pero con el tiempo se aceptó a ese tipo de personas como, claro, personas. A pesar de que físicamente eran muy diferentes al humano corriente.

  ¿La diferencia?, partes animal. Los Híbridos poseían partes de diferentes animales, no todas en un cuerpo, pero sí variaba según la persona. Colas, orejas, cuernos, hasta alas poseían algunos. Pero no era un inconveniente hasta hace unos cien o doscientos años atrás. Hasta que llegó aquella era donde se les comenzó a perseguir por no ser humanos, y entrar en las líneas de "monstruos".

  Fue así como desaparecieron.

  Hoy en día los híbridos viven escondidos de la gente, y si alguno sale a la luz, pues, nadie sabe con exactitud que pasará.

  Por esa razón era el tercer comienzo de Ruben, ya había tenido problemas antes en la escuela, pues habían comenzado a sospechar de él, y por supuesto de su familia. Fue así como decidieron mudarse de ciudad, por tercera vez.

  Ruben Doblas caminaba para no llegar atrasado a su primer día en una nueva escuela. Se paró frente a la entrada y suspiró mientras los alumnos ya comenzaban a llegar y saludarse unos entre otros.

  El joven ajustó su gorra y se rascó la barbilla, sería un largo día.

  Cuando entró en la escuela tuvo que dignarse a encontrar su casillero, no estaba ubicado tan lejos de su primera clase. Y eso era de agradecer, pues al ser el nuevo había gente que no dejaba de mirarle. Y eso le ponía nervioso.

"Que no sospechen, por favor", pensaba mientras entraba a la sala de clases. No muchos notaron su presencia ahí, y agradeció eso.

  Tomó asiento en el final de una de las filas, y relajó los hombros. Se acomodó un poco la ropa y la gorra, esperando a que entrara el profesor. Y así fue, no tardó mucho para que entrara y la clase comenzara. Ruben sacó sus cosas para prestar atención, no queriendo hacer contacto visual con nadie. Cosa que logró, hasta cierto punto donde el profesor se paró en medio de la sala y dijo:

-Bueno, muchachos, quiero que le den una bienvenida a Ruben allá atrás. Es su primer día y quiero que le hagan sentir como uno más. -Y todos los ojos estaban posados en él.

  Saludó con una muy leve sonrisa y dejó de mirarles. Con su mente deseó poder ser invisible, pero claro aunque cerrara los ojos ellos les seguirían viendo. "Genial primer día".

  Una vez estuvo la hora de comer su estómago gruñía por comida. Algo que pudo rescatar de aquel establecimiento eran las áreas verdes, y por supuesto se aproximó a una y se sentó bajo un árbol a disfrutar su sándwich de atún. Miró el cielo y sus esponjosas nubes, no queriendo estar ahí. Simplemente quería volver a su casa donde podía sentirse cómodo y ser él mismo. Pero aún le quedaban un par de horas. No quería volver a clases, era bastante aburrido tener que ser el chico nuevo y soportar los murmullos y las miradas curiosas de inspección, sobre todo si tenía algo que ocultar, y claro que tenía su secreto. Su vida entera era un secreto.

  Arregló sus ropas para levantarse, su gorra negra, sus pantalones y su camisa de cuadros. Cuando estuvo en sus dos pies pudo observar por el suelo una sombra, algún tipo de objeto, al cual no le prestó atención. Y lo siguiente fue una bola dando justo en su cara.

-¡Mierda! -Se cubrió la cara por el golpe.

-¡Perdóname! -Una voz se aproximó a él. Ruben subió la mirada y vio a un chico algo ancho, de tes más oscura que la suya pero no tanto, y de ojos negros.- Fue mi culpa.

-Sí, ya me di cuenta. -Respondió Ruben sin dejar de sobarse la cabeza. El chico le miró con cara de lamento y se rascó la gorra que traía. Se veía algo agitado de haber estado jugando con el balón, su pecho subía y bajaba rápidamente y casi se le salía algo de saliva de la boca.

-Lo lamento, ¿te he dao' muy fuerte? -El extraño chico trató de ver por debajo de la gorra de Ruben, pero inmediatamente este fue detenido por la mano del dueño.

-Sí, sí estoy bien -fingió con una sonrisa.

-Pero...-una vez más intentó sacarle la gorra pero Ruben insistió en dejársela.

-Que estoy bien, tío. -Tomó su mochila para largarse de ahí lo más rápido posible.

-Lo siento. -repitió. Y Ruben notó que su voz era sincera.

-Vale, está bien. -Entonces notó que tenía la bola en su manos.

-¡Eh, Mangel! ¿¡La bola!? -Un tipo gritó desde lejos, y Ruben pestañeó un par de veces antes de decidir lanzar la bola de vuelta. Pero todo pasó extrañamente en un momento.

  Cuando lanzó la bola de vuelta, ese tal Mangel que le había dado con ella, abrió la boca para decir "Soy..." pero rápidamente fue cortado por sí mismo y persiguió el balón como si no hubiera un mañana.

-Que tío más raro -susurró Ruben.- Lo dice el que es mitad animal.

~*~*~

  Una vez terminó la agonía del primer día de clases Ruben estaba en camino a su casa. Revisó el moretón que le había quedado por el golpe del balón aquella tarde, no había quedado muy bonito. Probablemente su madre pensaría que alguien le había golpeado por ser el niño nuevo, aunque le calmaba saber que no había sido por eso. La verdad no había sido el día que esperaba, con dolor, miseria y agonía.

  La ciudad en la que se encontraba era bastante bonita, no como las que había estado antes. Esta tenía grandes parques llenos de plantas que deslizaban su aroma por el viento y dejaban atraídos a cualquiera que lo sentía. Y las flores, por supuesto que las flores eran hermosas.

  Caminó por la calle de la parte de suburbios, los árboles botaban levemente algunas hojas para dar paso a otras nuevas que nacieran.

  Era bastante pacífico el lugar donde vivía, su madre habían hecho un muy buen trabajo decidiendo en qué casa vivir. Y eso se agradecía.

  Pero claro no todo es perfecto.

-¡Cuidao'! -Y llegó a su cara un proyectil. Otro balón. ¡Genial, lo que había sido un 'no fue tan malo' había pasado a ser un 'mal día'!

-¡Oh, mierda! -Gritó Ruben con su mano en la cara.

-Lo siento, lo... -La voz era muy familiar, demasiado familiar. ¿Que no era hasta obvio?- ¿Otra veh tú?

  Ruben abrió los ojos para encontrarse con el señor 'te doy con mis bolas todo el día' Mangel. Esperen...

-Pues, diría lo mismo. -Ruben soltó un gruñido al tal Mangel.- ¿Qué pretendes?

-No pueh... yo -balbuceó-: solo estaba jugando con unoh amigoh. No... ¿Vives poh aquí? -Soltó el joven. Ruben le miró unos segundos antes de decidir si responder o no.

-Sí, por aquí me mudé. -Respondió con voz seca.

-Pueh bienvenido vecino. -Bien era una palabra que podríamos quitar. Ruben observó por otro segundo a Mangel. Llevaba la gorra aún, un par de shorts, zapatillas y una camiseta cualquiera. No parecía un tío que fuera un asesino en serie, mucho menos alguien de mal rollo.

-Gracias. -Contestó algo adolorido Ruben.

-No pude introduci'me correctamente, soy Miguel Ángel. Pero dime Mangel. -Sonrió de medio lado.

-Soy Ruben -dijo el otro. Tratando de sonar algo amable, pero no podía porque creía que ya lo odiaba.

-¿Vienes de muy lejoh? -Mangel levantó el balón del suelo.

-Algo así. Mi madre viaja bastante por el trabajo. -Mintió sin dudar.

-¡Mangel! -Otras voces llamaron.

-Que guay -contestó con algo inquieto.- Bueno, lamento lo de tu cara. Espero que nos veamos otra vez, debo irme ya.

-Sí, nos vemos -se despidió Ruben.- Vives por aquí también, ¿no?

-Sip, justo allá. -Apuntó el de acento. ¡Aún mejor! Eran vecinos de casa.

-¡Mangel, dile a tu amigo que lance la pelota! -Otro de los tipos gritó. Y Ruben miró a Mangel quien le hizo un ademán con el balón. El rubio sin pensarlo lo lanzó con gran fuerza directo al grupo de amigos que jugaba. Y Mangel sin dudarlo corrió tras de él. Lo que provocó una sonrisa en la boca de Ruben.

~*~*~

  Una vez llegó a su casa su madre le preguntó cómo había estado el primer día de clases. Y la palabra que utilizó para responder eso fue 'impactante'. Pero dentro de eso, bien, esperaba haber hecho aunque fuera un amigo. Un raro y algo doloroso amigo.

  Ruben fue hasta la cocina y bebió leche, mientras su madre le daba un leve golpe por beber directo de la caja. Una risita salió de su boca cuando botó algo de leche al suelo. Salió de la cocina y subió las escaleras, fue su primer día de clases pero ya llevaban dos meses escolares. Tenía tarea pendiente.

  Cuando estuvo en su habitación se quitó las zapatillas y estiró los dedos. Luego se quitó la camisa para ponerse una camiseta más cómoda. Y por último se quitó la gorra y los calcetines.

  Un par de orejas felinas del mismo color de su cabello, aunque con algunas determinaciones más claras, se asomaban por sobre su cabeza, las cuales parecieran haberse estirado un poco y se movían para agarrar comodidad. Metió su mano en la parte trasera de sus pantalones y sacó una cola de un color anaranjado con la punta casi blanca, parecido al de su cabellera y sus orejas. Fue cuando se lanzó en la cama, al fin a gusto de poder ser él mismo.

  Se rascó los velludos brazos y estiró su cuerpo entero, soltando las garras de sus pies y manos junto con un leve ronroneó cuando se sintió completamente cansado por el día. Ocultar su cuerpo de los humanos no era sencillo, sobre todo si tenía que estar todo el día con la incomodidad en sí mismo. Lo único que no debía ocultar, era su lengua áspera y sus ojos, pues agradecía que eran como el de cualquier humano.

  Una vez se sentó en el suelo para hacer su tarea puso algo de música para aliviar el ambiente. Pues no le molestaba, nunca había sido un problemas las calificaciones y la concentración. A pesar de ir de escuela en escuela, lo que lo mantenía en ellas y aceptaba era el hecho de que poseía buenas notas. Y eso le permitía siempre entrar.

  Comenzó con algo de matemáticas, luego álgebra, historia, biología y terminó con lengua. En menos de tres hora tenía casi toda su tarea lista, y había realizado la materia de dos meses. Fue cuando se sentó a intentar jugar Xbox One, cuando su madre llamó por las escaleras.

-¡Rub, te buscan en la puerta! -Rub. Ese era el código que usaba su mamá para decir 'Hay un humano, esconde tus partes animales'.

  Ruben giró los ojos y se colocó la gorra para ocultar sus orejas, un abrigo delgado que tenía para esconder los vellos de sus brazos, escondió sus garras, y guardó su cola en sus pantalones. Por supuesto su mamá le había hecho un arreglo especial a sus pantalones para que su cola no molestara al estar en ella.

  Bajó las escaleras rápidamente y llegó a la sala. Ahí estaba sentado su gran amigo, compañero de golpes y atacante de armas blancas -y redondas-; Mangel.

-Hola, Mangel. -Saludó levantando una ceja. ¿Qué hacía él ahí?

-Ruben, tío, tu casa eh mu' bonita -dijo el otro sonriendo. Su madre de inmediato sintió que ese chico le agradaba, si había algo que amaba eran ese tipo de cumplidos.

  Ruben miró a su madre, quien reía. Claro, ella no utilizaba gorra ni nada. Sabía controlar perfectamente sus orejas felinas y las ocultaba entre su cabello largo y frondoso, los pelos de sus brazos se los depilaba simplemente, las garras de sus manos las cortaba un poquito y pintaba, parecían simples uñas largas, sus colmillos los ocultaba perfectamente entre sus encías y se depilaba sus bigotes -agradecía Ruben que a él aún no le crecían los colmillos ni bigotes-, y por último su cola la escondía entre los pantalones o falda o vestido que estuviera usando.

  Cuando su madre se retiró, Ruben miró a Mangel para preguntarle qué quería. Pero fue interrumpido.

-¿Tieneh consola? -preguntó él emocionado.

-Sí, una Xbox One.

-Oh, tío, ¿qué juegoh tieneh? -fue interrumpido por Mangel.- ¿Tieneh de pelea? -Sin decir nada se encaminó a su habitación. Ruben solo tuvo que seguirle tratando de que este no rompiera nada cuando lo tocaba. ¿Había dicho ya que Mangel era extraño?

  Pero a decir verdad, no costó mucho que Ruben se acostumbrara al humano. Era divertido hablar con él, y muy gracioso verle jugar. Pues moría la mayoría del tiempo. Y poco a poco Ruben se fue soltando, y comenzó a hablar más, a reír más y hacer comentarios graciosos. Mangel notó el cambio del otro, pero no dijo nada. Era agradable haberle conocido aquel día. Pues Ruben jamás creyó que ser haría un amigo en el primer día de clases, se equivocó claro. Hizo uno.

  Ese mismo día Mangel se había quedado a cenar, un guisado de atún con papas que la madre de Ruben. Delicioso en el paladar de su hijo. Al final del día, el híbrido había quedado con la sensación de haber hecho un buen amigo, y quizás uno permanente. Su madre también le comentó lo agradable que era el humano y lo mucho que se alegraba de verle con un amigo.

~*~*~

  Al día siguiente en la escuela Ruben fue recibido por Mangel de manera muy agradable y cariñosa. Almorzaron juntos bajo el árbol y a al tarde el humano iba a cenar a la casa de Ruben.

  Vivían el uno junto al otro, no era gran problema cuando se hacía tarde. Aunque igual Mangel le mandaba un mensaje de señas por la ventana de su habitación a la del híbrido cuando había llegado.

  Con el tiempo su amistad fue incrementando, eran compañeros de algunas clases, algunos proyectos, de almuerzo, y compañeros co-op.

  Pero aunque Ruben se sentía muy cómodo con Miguel Ángel, era difícil a veces evadir las preguntas de '¿Por qué usas siempre ese sombrero?' o '¿Otra vez sándwich de atún?'. Claro, Mangel siempre vestía la gorra, pero él se las cambiaba. Además sabía que Mangel era parte del equipo de fútbol de la escuela. Así que era normal ver a los jugadores con gorras del equipo.

  Pasaron los días, Mangel era tan frecuente en casa de Ruben que podían decir que era parte de la decoración. Pues pasaba mucho tiempo con Ruben. Tanto así creció su amistad, que Mangel comenzó a llamar Rubius a su amigo. Pues salió entre juego y juego.

  Así fueron adaptando frases, modismos propios, salidas, juegos y hermandad. Un lazo comenzó a crearse de manera fuerte. Y Ruben no podía estar más contento que después de seis meses de estar viviendo en esa ciudad, haya encontrado un amigo en los inicios de este tiempo. Y lo más importante, que aún fuera su amigo.

  Aunque, había una sola cosa que le incomodaba. El tener que ocultarse siempre de su amigo. Era su amigo, ¿por qué no podía simplemente contarle que era un híbrido? Por la misma razón que estaban en esa ciudad, por el rechazo.

  El rechazo constate de los humanos a los híbridos los había obligado a permanecer ocultos del mundo. Muchísimas personas desconocían completamente lo que era un híbrido, y que existían y estaban entre ellos. La gente mayor solía saber más del tema, pero tampoco lo mencionaban. Era un tabú con el que nadie se metía.

  Ruben quería poder decirle a su amigo, él confiaba completamente en que él pudiera guardar aquel secreto. O eso quería creer.

-Pero mamá, que tal si lo guarda.

-Lo siento Ruben, no puedes arriesgarte a que decida contarle a alguien que no debe. -Su madre respondió mientras cortaba unas zanahorias para la cena. Mangel no estaba en casa, era sábado por la noche, y aquellos días el humano iba a practicas de fútbol.

-Mamá, confío en Mangel, puede mantener el secreto. Tú también confías en él -dijo mientras llevaba dos platos a la mesa.

-Pero existe una línea entre confiar y arriesgarse. Y yo no me arriesgaré a que debamos mudarnos otra vez de ciudad -finalizó ella.

  Ruben quiso decir algo más, pero no pudo. Sabía que no podía debatir a su madre en eso. Era algo a lo que debía soportar simplemente, pues ella tenía razón, era demasiado peligroso. Y no había que arriesgarse.

  Pasado el tiempo todo volvió a la normalidad con ese tema. Ruben simplemente escondía sus partes de su amigo. O eso intentaba.

  Llegó un momento en el año, durante invierno donde ambos se encontraban solos en casa de Ruben. Donde ambos jugaban Cloudberry Kingdom, que salió el tema de su amistad. Y Mangel no encontró algo mejor que decir que:

-Ereh el mejoh amigo que he tenio' en mucho tiempo. Y e'toy seguro que pueo' contah contigo para toh. Ereh mi mejoh amigo. -Y ese fue el golpe que le llegó al corazón a Ruben. Quien trató de calmarlo pero no pudo, se sentía un verdadero traidor por no poder contarle todo a Mangel, sabiendo que el humano sí le contaba todo a él.

  Entonces suspiró fuerte y cerró los ojos. Creyendo Mangel que lo que había dicho estaba de más.

-Pe'dón, yo no...

-Mangel. No he sido sincero contigo con algo -la voz de Ruben era algo fuerte, y sus ojos no miraban a los del otro.- Y debo decirtelo.

  Ruben miró con miedo a Mangel, miedo en los ojos. Y se armó de valor. El híbrido puso su mano en su gorra y la removió, Mangel abriendo sus ojos al acto, jamás había visto la cabeza de Ruben. Y más que sorpresa o miedo, era asombro lo que expresaba Miguel Ángel.

  El par de orejas se acomodaba y Ruben soltó su cola, y subió sus mangas. Miró a Mangel después de unos segundos. Y este no decía nada.

-Mangel, yo, no soy humano. -tragó grueso y su respiración comenzo a ser más rápida. Su cola se metió entre sus piernas por el miedo. Mangel no decía nada, ni se movía, era como una estatua.- Di algo.

  Pero no lo hizo, solo sonrió. Fue cuando Miguel Ángel se levantó y removió su gorro. De ahí abajo salieron un par de orejas negras con pelos blancos y metió su mano en sus pantalones para sacar una cola del mismo color con un poco de blanco abajo, más frondosa que la de Ruben.

  Y Rubius no lo creía, ¡eran partes animales! Quizás de perro o de lobo, pero eran caninas. ¡Era un híbrido!

-¡Eres un híbrido! -gritó Ruben tapándose la boca de inmediato. Mangel rió como loco luego de eso.

-¿Por qué jamás me lo dijiste?

-Puedo preguntah lo mismo. -subió sus hombros como si no importara.- De cie'ta forma sabía que había algo raro en ti. Siempre ocupabah esa gorra, y tu olor a pescado, madre mía. -Mangel se burló tapando su nariz, Ruben se olió la axila.

-¿Puedes olerme? -preguntó Ruben aún no creyendo nada.

-Mi olfato no eh tan bueno como el de mi papá, pero sí. Puedo. -Sonrió grande. Fue cuando Ruben le abrazó fuerte, casi saltándole encima, entre ronroneo y risa.

  Hora más tarde, cuando la madre de Ruben llegó a casa por poco clava sus garras y cuelga del techo cuando vio las orejas y la cola de Mangel. Quien la recibió con una sonrisa y moviendo la cola de felicidad.

  Al fin estaban cómodos, no más mentiras, no más engaños, solo amistad entre ambos, y la más fuerte que pudieron pedir. Y no debían esconderse el uno del otro nunca más. Quizás sí, debían esconderse del resto del mundo. Pero lo harían como compañeros. Pues ambos eran híbridos, ambos eran seres, eran amigos y eran compañeros. Bigotes y colmillos.

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Anonymous asked:

Dieho dieho dieho diego sieogo eogos quien soyy?

Imposible no saberlo con todos esos apodos 🍆

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Mamá, miro fantasmas ahjdnskd, okno👽 ¿Podrias hacerme un Staxxby con la canción "I know places -Taylor Swift" o con "All too Well - Taylor Swift"? La cancion que quieras. Anda *codo, codo* por fis💚 *voz chillona* y te jamo máh que tu jabes y yo jé.

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Jé que me hamas, lo jé porque yo igual

~ Sí quieres tienes una idea que te gustaría que escriba o una canción que ames, pues mandame un ask ! 

I Know Places

  Las bocinas de los automóviles sonaban al pasar junto a ellos dos. La mano de Frank estaba puesta en la cintura de Alex, mientras las manos del menor subían temblorosas al cuello del otro. Ambos en plena vista en una de las calles principales.

  Entonces sin aviso los labios del mayor besaron a Alex, costando un poco que este último devolviera el beso. Puesto que estaba demasiado nervioso como para hacerlo. Fue cuando los murmullos a su alrededor comenzaron. Por cada persona que pasaba había al menos tres insultos que susurraban. No era una buena señal.

-F-Frank, no aquí -pidió Alex casi con su mandíbula temblando. Tenía demasiado miedo como para seguir con eso en público, pero el mismo miedo le obligaba a no soltarse de entre los brazos de Frank.

-Pero, pequeño. -Susurró Frank justo cuando recibió un empuje de un hombre que caminaba por ahí. Frank volteó a verlo queriendo seguirlo, pero Alex le apretó contra sí de manera fuerte.

-Por favor, cariño. Conozco lugares donde no nos encontrarán. -Dijo Alex casi enterrando su cara en el cuello del otro cuando una familia pasó a su lado. Los ojos curiosos de las niñitas fueron tapados por las manos de sus padres.

  Los murmullos se volvieron más fuertes cuando la luz se puso roja y los vehículos se detuvieron a un costado de ellos, y el grupo de peatones que esperaban cruzar hizo su camino cruzando la calle.

  Parecían un par de zorros indefensos alrededor de todos los cazadores. No estaban a salvos ahí.

-Marica. -Un hombre soltó al dar otro empujón a la pareja. Alex sintió su corazón casi salir por su boca y quiso llorar.

-Frank, vayámonos de aquí…

-No -interrumpió el otro tomando el rostro de Alex con ambas manos. -Somos inmunes a sus palabras, ninguna bala nos va a detener, ¿vale?

-Pero, te dije, conozco lugares. -Pidió una vez más el menor. No soportaba ser el centro de atención en aquel momento. No era de su agrado hacer eso en público. Era un constante miedo, una quemadura que podía crecer en cualquier momento.

-Alex. Ellos no nos harán nada, no dejaré que eso pase. No necesito encontrar un lugar privado para besarte, hemos estado en esto durante seis meses. Creo que tengo el derecho de besarte en público -Frank pasó sus nudillos suaves por la mejilla de Alex. -Que digan lo que quieran.

  Entonces besó una vez más los labios de su novio, mientras le apretaba fuerte contra su cuerpo. Las manos del menor se juntaron en la parte de atrás del cuello del más alto. Y casi por unos segundos, pareció que volaba en los brazos de Frank.

-¡Maricones, vayan a otro lugar y se follan el uno al otro! Da asco verlos en público. -Gritó un hombre con asco en su boca. Junto a él habían dos hombres más, con las mismas características. Repulsión y asco.

-¿Por qué no vas a comer mierda?, parece que te gusta eso. -Devolvió Frank sin pestañeo alguno. Y los rostros de los tres hombres enrojecieron de rabia.

-Frank, vayámonos -suplicó Alex tirando de la camisa del otro. Sin ninguna respuesta.

-No, Alex, tienen que aprender que…

-¡Vamos! -Gritó Alex en el momento que los tres dieron paso al frente cada uno. Y entonces Frank salió de aquella burbuja.

  Sus manos se tomaron y sin previo aviso, Frank partió carrera. Sin pensar los tres hombres corrieron tras de ellos.

-¡No me sueltes! -Ordenó Frank mientras se abrían paso entre la gente de la ciudad. Miradas raras se enfrentaban al movimiento de ambos, más que nada, a sus manos. La pareja se deslizaba con agilidad entre las personas, mientras que los tres hombres empujaban todo a su paso. Eran los zorros escapando de los cazadores.

-¡Por aquí! -Jaló Alex de Frank. Así entraron a un café en medio de la ciudad. Se mantuvieron unos momentos ahí tomando un respiro. Entonces voltearon a observar bien el lugar. Mesas de madera se extendían por el local, elegantes sillas frente a la barra, sillones al fondo en mesas de café. Una decoración de otoño saludaba a quien se hacía el valiente al entrar. Varias personas reían entre las mesas y sillones. Un hogareño ambiente tocaba a los visitantes.

  Alex tomó otro respiro y agarró el brazo de su novio mientras este caminaba hacia la barra. Ninguno se sentía seguro todavía.

-Buenas tardes. -Saludó el hombre tras el mostrador. -¿Qué les puedo servir? -preguntó el rubio.

-Eh… -balbucearon mientras miraban la carta que estaba sobre la mesa. El olor a café era delicioso, la esencia a vainilla entraba agradable por la nariz de ambos, y aquel leve aroma a comida era exquisito.

-¿Primera vez aquí? -preguntó aquel joven, de casi la misma edad que los otros dos.

-Sí. -Contestó Frank tratando de no sonar cansado, aún así sintiendo su espalda acalorada.

-Bueno, déjenme servirles lo siguiente. -Dijo el barista sirviendo en un par de vasos un poco de lo que parecía café, pues su aroma era ese. -Café helado, especial de aquí. -Sonrió el joven.

  Frank fue a sacar su billetera cuando le interrumpió. -No, no, va departe de la casa. -Les entregó el par de vasos y tanto Frank como Alex sonrieron.

  Se voltearon y miraron el lugar, quizás habían encontrado un lugar de reposo momentáneo. O quizás no.

-Hey ustedes. -Los tres hombres entraron al café uno tras del otro. De inmediato Frank se puso defensivo, colocando a Alex a su espalda.

-Váyanse. -Insistió Frank mientras buscaba con la mirada una forma de salir corriendo.

-¿Por qué deberíamos? -preguntó el hombre mientras se acercaba a Frank y lentamente colocaba su mano en el cuello de la camisa de este.

-Porque somos libres de hacer lo que queramos. -Contestó Frank entre dientes.

-Nosotros también…

-No hagas que te golpee. -Amenazó Frank con mirada impenetrable.

-Oh, es un desafío. -Fue a levantar la mano para presionar un primer golpe, siendo este interrumpido.

-¡Hey!, ¿qué está pasando? -hizo aparición el barista de hace unos momentos.

-Métete en tus propios asuntos, rubio. -Dijo el hombre fijando su mirada en Frank una vez más. La mano de Alex se apretó fuerte en la de su novio, queriendo no presenciar nada de lo que pasaría.

-No toleramos este tipo de conductas aquí. -Habló otra vez el rubio.

-Pues entonces deberías de tener alguien que pueda detener esto.

-Lo hay señor. -Miró a un lado y un par de hombre de musculatura un poco mayor hicieron aparición de atrás del local. Uno dio un golpe fuerte en el hombro al hombre e hizo que soltara a Frank. De inmediato ambos dieron paso atrás. Aún sus manos fuertemente apretadas.

-Señores, les pido que se retiren. -Insistió por última vez el barista. Y en aquel momento Alex se dio cuenta de como todos en el café se ponían de pie desde sus lugares, hombres y mujeres de diferentes edades. Les estaban defendiendo.

-Samuel, Guillermo, muéstrenles la salida. -Dio la orden y entre empujones los tres hombres salieron del local. Los guardias volvieron y sonrieron a la pareja. Frank miró al barista y este le devolvió la sonrisa previa.

  Toda la gente comenzó a sentarse tranquila en donde estaban ubicadas. Entonces con amigables miradas Frank y Alex se dieron cuenta que ahora si estaban seguros. Se tomaron de las manos y pasaron por una puerta donde el café parecía continuar. Luego de una escalera y pequeño pasillo, se encontraron en una zona exterior del mismo local. Césped, árboles y algunas flores estaban entre los lugares donde se ubicaban mesas y bancas. Aún se podían escuchar los sonidos de la ciudad, pero en menor cantidad.

  Se aventuraron a caminar hasta una banca que estaba al final, sin recibir molestos murmullos o miradas pesadas. Llegaron y se sentaron, percatándose de inmediato de la bonita vista del atardecer que se proyectaba en las ventanas de los edificios. Aún era una bonita vista.

  Frank pasó su brazo por sobre Alex, mientras probaba su café. El menor se apoyó en el hombre de su novio. Tomando el vaso con ambas manos y dando un sorbo. Una vez sus ojos se conectaron de nuevo, una sonrisa se dibujo en ambos. Vaya día, pero quizás ya no debían esconderse. Quizás sí era un lugar privado, pero no debían mantener todo privado de todo el mundo. Después de todo, sí había gente amigable.

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Holi (〜^∇^)〜 ¿Hace cuanto que no estabas por estos lares? Se te extrañaba 😄😄😄😄(esto no es una pregunta pero medaiwa)

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Pues me ausenté bastante, unos meses. Pero bueno me alegra que aún haya gente viva por aquí :B

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