❝Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.❞
Brett nació en Washington, no sabe dónde (en qué hospital o barrio), ni cuándo (año o fecha exacta de en la que fue dado a luz). Tampoco es que le importe demasiado. Sus padres posiblemente fueron un par de drogadictos, o puede que su madre fuese adolescente y no pudiese encargarse de él. Nunca le dio mucha cabeza al asunto, después de todo; su nueva familia le quería más de lo que nadie nunca le podría querer. Él es consciente de eso, y de muchísimas cosas más.
Su padre fue siempre un hombre arisco, lleno de resentimientos y remordimientos. Jamás se apegaba a las personas e inclusive para él lo único que importaba en la vida era su carrera, y el sexo. Al menos eso es lo que el hombre le contó cuando ya tuvo la edad suficiente (sin contar las anécdotas que en el internet se pueden encontrar acerca de su familia). Aunque Brett jamás vio a su padre ser realmente desagradable con alguien a menos que lo mereciese, podía darle el crédito de haber escondido a la perfección el hecho de que en verdad era una despiadada persona en el mundo de los negocios.
Relatando un poco más atrás para así atar cabos sueltos: La familia Canton nunca fue funcional, desde secuestros, muertes e intentos de asesinato, el apellido siempre fue primero en los tabloides de Texas, y mucho más adelante en Los Ángeles. Su abuelo era de esos hombres a los que sólo le importaba el dinero y nada más. Su abuela era, (por lo que sus tíos pudieron contarle), una mujer amable y llena de carisma. Claro que aquello fue antes de que su esposo la dejara, y una secuencia de horrendos sucesos derrumbara casi por completo a la familia.
Su abuelo, quien dejó a su abuela sólo por el hecho de que estaba ligeramente inestable debido al secuestro de su hijo menor, era un hombre de negocios empedernido. El padre de este fue dueño de un par de empresas, las cuales su abuelo hizo crecer al máximo potencial, haciendo así que el nombre de cada una de las compañías, además del nombre de su familia, fuese conocido a nivel nacional e internacional. Este mismo se casó con su secretaria. Una mujer muy bonita, pero dañada de la cabeza. Aquella muchacha, porque era tan solo una muchacha, hizo cosas macabras al padre de Brett cuando su abuelo murió. De allí más o menos viene toda ese sombrío pasado que él jamás ha querido tocar, pero que entiende a la perfección el por qué del comportamiento vagamente extraño de su padre con las personas que no conoce, o no quiere conocer. Todos siempre dicen que su llegada a la familia fue lo que les reunificó por completo, trayendo una nueva vida, o una nueva luz. Algo que despejara el horrible pasado en la memoria de todos. Claro que él nunca se creyó mucho eso de que trajese paz, no con las constantes peleas que en casa se desarrollaban debido a uno de sus tíos, uno especialmente loco. Bueno… todos lo estaban, después de todo.
Volviendo un poco más al presente para centrarnos más en el ahora y no en el ayer: La infancia del pequeño Brett fue normal, llena de regalos, lujos y demasiada atención. Claro está que él recuerda gran parte de su vida antes de pertenecer a su nueva familia, ya que fue adoptado cuando tenía tan sólo tres años. Parecería imposible, pero él puede recordar a la perfección todas aquellas cosas que veía y oía en el orfanato. Su padre siempre acreditó eso a un leve trauma causado por abuso (¿Quién dijo que el tener a un padre psicólogo era algo malo, eh?), y que con el tiempo todo sanaría. Obviamente él jamás creyó que eso sanaría o se iría, no cuando la personificación de que “nada se cura” estaba frente a él. Su familia al tener tanto dinero, pero no ser tan vistos como lo sería una de las Kardashians, casi siempre llamaba la atención de diferentes reporteros, o personas que querían indagar. Por un tiempo nada de eso afectaba al chico, no. Pero cuando fue avanzando su edad, los chicos de su escuela comenzaban a murmurar cosas. Él estudiaba en una escuela pública, más que todo porque su padre jamás quiso que toda la cosa le molestara, o los chicos de la escuela comenzaran a molestarlo. El remedio fue un poco peor que la enfermedad. En poco tiempo, los rumores de su nombre, su familia y su verdadero ser, comenzó a ir de boca en boca de los profesores. ¡No fue por los alumnos! Imagínense un niño el que es mirado como un trofeo, o una forma segura de salir de la pobreza. La incomodidad logró aplacar al niño rubio, quién siempre estaba con una radiante sonrisa, comenzó a decaer. No quería ir a la escuela y mucho menos salir de casa. Gracias al cielo su padre siempre estuvo al pendiente suyo. Por eso al segundo día de notar aquel extraño comportamiento en su hijo mató a las serpientes por la cabeza.
El cambiarse de escuela no fue nada, en realidad fue lo mejor. Estudiar en una privada con niños engreídos y creídos hasta más no poder… bueno, eso sí que no fue tan lindo de vivir. Aquello ocurrió cuando tenía unos nueve o diez años, pero aún así él sabía que jamás sería como esos niños. No crecería para ser una sanguijuela chupa sangre.
La escuela primaria la superó con buenas notas. No perfectas, pero eran lo suficientemente buenas como para no desilusionarse al no ser tan “perfecto e inteligente como los de su familia”. Cántico que tuvo que soportar hasta los 15 años, ya en la secundaría. El estrés impuesto por sus compañeros era abrumador. Aunque parecía algo “normal” para los profesores, no lo era en realidad. El ser abusado verbal y psicológicamente por sus compañeros de clase, le llevaron a tomar decisiones por las cuales prontamente acabó arrepintiéndose. Decisiones que le cerrarían la puerta a una amada libertad que tuvo por largo tiempo.
Aclaremos que jamás fue vándalo, o escapaba de casa a horas inadecuadas, no. Lo de él fue un poco más allá. Se valió de su reputación de niño bueno para jugárselas, sólo que el tiro le salió por la culata. El haber hurtado dinero sin permiso y haberlo usado para cosas ilegales le valió la confianza que su padre toda la vida puso en él. A partir de ese día, él mismo se puso como meta ser alguien diferente. Ser todo lo contrario a lo que su familia fue. Todo eso que su padre le inculcó, y todo lo que sus tíos le enseñaron debía quedarse en su ser. No tenía que escuchar esas habladurías, esas que sólo pretendían hacerle sentir mal al no ser un hijo verdaderamente de sangre. El no ser como su familia era una meta de vida. Él no cometería todos esos errores, porque él sería único e independiente… el problema era que esa independencia que necesitaba no se lograría hasta los 21 años, y eso era si es que su padre lograba confiar en él como para soltar la cuerda que ahora llevaba atada al cuello.
El mismo año de su locura “seré igual de loco como mi familia”, tanto él como su padre viajaron fuera del país. Decidieron quedarse en Alemania un año entero. El que nadie le conociera en el extranjero fue liberador, fue respirar el aire fresco que jamás pensó respiraría. Aunque el destino siempre le pareció extraño, ya que nunca consideró el visitar Berlín, su padre parecía feliz en aquel lugar. Mucho más feliz de lo que nunca antes le había visto, y eso que él era el único que en verdad podía ver una sonrisa completamente verdadera en los labios y ojos del hombre. Ese año decidió que el día que pudiese tomar sus cosas y viajar por su cuenta, el lugar donde sentaría cabeza sería en el aquel sitio tan hermoso.
El regreso a los estados unidos no fue alarmante o espeluznante. De hecho fue tranquilo, y él lo tomó como una buena señal. Ahora retomando sus estudios, Brett decidió que lo suyo ya no sería guiarse por la vereda de los logros ajenos, así que impuso su nuevo pasaje. La actuación siempre llamó su atención, era algo sublime, algo que no podía ignorarse, y él no lo haría. La oposición de su padre duró muy poco, eso le alegró, ya que significaba que una parte pequeña del hombre estaba soltando lentamente el cordón de su cuello.
En vísperas de su cumpleaños 18, descubrió cierto viaje en crucero. Una idea se formó en su cabecita: ¡Tenía que viajar! ¿Razón? Sencillo: necesitaba liberarse, ahora que tenía 18 años, y no tener que estar atado a las órdenes de su padre. Pensar que este primer viaje, experimental, en total libertad le ayudaría a desenvolverse como una persona adulta, es lo más cercano para explicar su razón. Definitivamente es una muy buena razón. Brett siempre tuvo esa necesidad latente de demostrarle a su padre de que era capaz de cuidarse por sí mismo, y que no era parecido a sus tíos, o como él. (muy a pensar de sus primeros errores)
Puede que suene medianamente inmadura su razón de viaje, o puede que suene madura, ya cada quien con el punto de vista. Para él es el paso para su independencia, salir de la rutina, del encierro amargo tras las paredes de la opresión. ¿Podemos mencionar que nuestro amigo es bastante dramático? Aunque no es tanto el dramatismo lo que le mueve, es más un ideal. Muchos tienden a bromear con que sería el próximo Enjolras por el simple motivo de su obsesivo comportamiento por la libertad que cree merecer. Aunque su padre se opuso al viaje las primeras cien veces, accedió para demostrarle que no estaba preparado para hacerse en la vida por sí solo.
✔ Astuto. Independiente. Positivo.
✘ Mentiroso. Maneja una doble moral. Competitivo.
Ama a los animales, en especial a los perros. Le gusta entrenar. Diría que es algo de familia, pero obviamente no. Desconoce el paradero de sus padres biológicos. Y tampoco es como si de verdad quisiera conocerlos. Aunque parezca imposible, sólo ha estado con 2 personas. Su ex novia, y un… chico anónimo.
Ha malgastado gran parte del dinero de su familia en cosas innecesarias, una de ellas fue en droga, claro que eso fue cuando tenía 15 años y fue bajo la influencia de uno de sus tíos. Muy a pesar de que todo el mundo sigue cada paso que da, la noticia nunca salió a la luz. Una fea intoxicación que casi le lleva a la muerte por un consumo excesivo de cocaína le llevó a irse por un mejor camino.
Ha estado enamorado de su... ¿hermanastro? desde el momento en el que lo vio entrar por la puerta. Tristán es la luz de sus ojos. No hay nada en el mundo que le le haga sentir bien, mal, entusiasmado, vivo, además de Tristán. Claro que estos sentimientos los mantiene bien dentro de él por miedo al rechazo.