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Luna

@elpaisquenuncaexistio / elpaisquenuncaexistio.tumblr.com

Extrovertida, anime, fotografía, musicales, leer, zapatos de extraños, paranormal, cocina vegetariana, turismo de aventura, escribir, guitarra, ambientalista, lo bueno, lo humano, lo natural, lo propio, lo único, lo místico  y lo infinito.
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aveliteraria

Lo he notado desaparecer de otras redes. Aunque sus motivos sean nobles y personales, aunque sean justos y llenos de razón; le pido en este acto no me prive de leerle y de conectarme con usted. He vivido estos días y estos años porque sus palabras vencen en mi, pensaba escribirlo a mayor detalle (y lo haré) pero hoy, al revisar instagram me he percatado de que ya no puedo hacerle ver lo mucho que le admiro, lo mucho que me sana, cuánto me salva. Gracias, Dani.

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¡Hola! Has sido mi compañera en diferentes redes sociales a lo largo del tiempo, no ha pasado desapercibida tu presencia ni tus muestras de cariño, te lo agradezco mucho. Necesitaba alejarme de redes sociales, empecé a eliminar mis cuentas y fue todo lo que esperaba, gratificante y liberador. Hoy en día existe una cierta presión por existir de forma digital y mi experiencia en redes sociales giraba entorno a este alter ego, eso hizo de mi experiencia digital algo agotador y desgastante. Creo que es importante darse un respiro y analizar lo que se busca y espera de tus cuentas y tu presencia en línea. Eso he estado haciendo y dado que me estoy integrando a un proyecto que me apasiana muchísimo, fue necesario regresar a Instagram antes de lo previsto. No puedo retomar la cuenta que tenía pero el nombre es igual sólo que con un punto entre las palabras que identifican a mi alter ego. Saludos Dani y gracias.

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Conozco a alguien…

Conozco a alguien que me ha enseñado que…

Hay personas que se van,

Se van porque no soportan aquello que te hace ser diferente a los demás… simplemente no pueden quedarse por la cobardía que los consume por no querer conocer de a fondo el arte que uno trata de ocultar para probar la valentía de algunos…

Otras que se quedan a pesar de conocer toda esa mierda que escondes,

Se quedan y te hacen ver que aún existen esas personas que de verdad están ahí.

Y él es de aquellos que se quedaron,

Y es admirable…

Porque hasta yo sé que no es tan fácil estar ahí cuando se trata de mí…

Pero él lo hizo…

Y aunque no se lo diga a menudo…

Su amistad es una de las cosas más valiosas que alguien como yo pueda tener.

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aveliteraria

La primera.

La primera vez que te vi. La primera vez que hablamos. La primera vez que salimos. La primera vez que nos tomamos de la mano. La primera llamada que duró todo un día porque no pudimos colgar. La primera vez que nos besamos. La primera fiesta a la que fuimos como pareja. La primera noche que pasaste en mi casa. La primera vez que sentimos estabilidad con una pareja. La primera vez que vi a tu familia. La primera pelea y la primera vez en un carro. La primera vez que invité a alguien a conocer a mi familia. La primera vez que hablamos de nuestro futuro. La primera maleta que llevaste a mi casa. La primera caja que desempacamos. La primera pieza de mueblería que compramos (la cama). La primera vez que sentí que me mentiste. La primera vez que te sentiste traicionada. La primera pelea que no tendría fin- La primera vez que no te reconocí. La primera vez que nosotros no tenía lugar en el futuro La primera caja que te llevaste. La primera vez que te lloré. La primera vez que intenté encontrar paz en una botella. La primera vez que borracho vomité. La primera vez que salí con alguien que no amaba. La primera vez que solté nuestro pasado. La primera vez que te volví a ver. La primera vez que hablamos forzados. La primera vez que nos sentimos extraños. La primera vez que nos juntamos como amigos. La primera vez que no nos sentimos extraños. La primera vez que salimos sin resentimientos. La primera vez que nos sentimos completos. La primera vez dije que te amaba, la segunda también.

—Ave Literaria

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Taniyama

Yutaka Taniyama fue un matemático japonés conocido por la conjetura Taniyama-Shimura, que se hizo célebre porque su demostración sirvió para probar el último Teorema de Fermat. Si les interesa leer sobre ciencias, en este caso matemáticas y, en el caso de Taniyama y Shimura, específicamente Teoría Algebraica de Números, les recomiendo que busquen sobre el tema. Sobre el Teorema de Fermat recomiendo el libro de Simon Singh llamado “El Teorema de Fermat”. 

Espero no haber ahuyentado a muchos con esa brevísima introducción. Necesitaba dar un pequeño contexto para entrar al tema. Taniyama se quitó la vida a los treintaiún años y tiempo después, su colega, Goro Shimura dijo sobre él lo siguiente:

“Taniyama, como matemático, no era cuidadoso. Cometía muchos errores, pero los cometía en la dirección correcta, y así, eventualmente, llegaba a las respuestas correctas, y yo traté de imitarlo, sin embargo, descubrí que es muy difícil cometer buenos errores.”

Me fascina la idea de cometer buenos errores. Me parece que alguna vez ya había escrito sobre el mal concepto que se tiene, en algunas sociedades, del fracaso. En México fracasar es algo terrible y ser identificado como un fracasado es un insulto y una pena difícil de sacudirse. He escuchado en repetidas ocasiones decir a diferentes personas que su mayor temor es fracasar, yo lo he dicho múltiples veces. 

Durante muchos años me sentía un fracaso y esa pesada losa, junto con otros problemas, estuvo a nada de hundirme y asfixiarme. Me he equivocado mucho y varios de esos errores han sido mayúsculos. Hace unos días leí “olvida el problema, recuerda la lección”. Me di cuenta que no sé cómo hacer eso, nunca olvido el problema y a veces olvido la lección. Termino castigándome, reprochándome y avergonzándome una y otra vez por cosas que hice años atrás, incluso una o dos décadas atrás. En vez de aprender y crecer, me atormento y flagelo sin piedad por cosas que nadie recuerda. 

Es inevitable equivocarse, tardé en entenderlo, necesité que mi familia me ayudara a conciliar nuestra falibilidad con la realidad de la vida. Lo que podemos controlar es la forma en la que nos equivocamos y cómo asumimos esos errores. Quisiera poder cometer errores en una misma dirección y que esa sea una buena dirección, pero como dijo Shimura, es difícil cometer buenos errores. Lo mejor que puedo hacer es aspirar a eso y corregir el rumbo cada que se requiera. Lo que no quiero hacer es temer a equivocarme, porque cuando no te atreves a intentar cosas, te cierras a todo tipo de posibilidades. 

Necesitamos ver los errores como algo positivo, siempre y cuando no estemos generando daño a otros o el medio ambiente, porque significa que estamos probando cosas nuevas, que estamos aprendiendo, que estamos viviendo de forma plena. La mejor forma de aprender es equivocarse y la mejor forma de equivocarse es haciendo, actuando, intentando. Esto aplica para todo. Habla con esa persona, en vez de mentir di la verdad y asume tu responsabilidad, haz la pregunta que te da pena o miedo hacer, hazte preguntas difíciles y persigue la respuesta, propón distintas soluciones, busca formas diferentes de hacer las cosas, haz lo que llevas meses o años deseando y no te animas. 

“La inspiración es para los aficionados; el resto de nosotros se pone a trabajar.”  (Chuck Close.)

Chuck Close es un pintor y fotógrafo que, de forma tajante, acaba con los mitos que rodean a la inspiración. Los artistas que celebramos, cuyo arte disfrutamos y valoramos, son un producto de trabajo incesante, de rutinas y disciplina, de no temer equivocarse, de cometer errores en la misma dirección y la mayoría de las veces en la dirección indicada. Empiezo a salirme del tema inicial, pero quiero incluir las tres citas que rondan por mi cabeza en estos días. La última es de Albert Camus y habla sobre el génesis de las grandes ideas.

“Las grandes acciones y todos los grandes pensamientos tienen un comienzo irrisorio. Las grandes obras nacen a menudo a la vuelta de una esquina o en la puerta de un restaurante.” (Albert Camus, El mito de sísifo.)

No hay que tener miedo a equivocarse, hay que trabajar y no hay que descartar lo irrisorio. Me parecen tres buenos consejos, incluso mantras, para la vida. ¿Qué ideas tienes sin explorar? ¿Qué te ha dado miedo hacer? ¿Cómo es tu  rutina de trabajo? ¿Cómo está tu disciplina? Estas preguntas son mi punto partida.

Mis Vuelos, Ave Literaria.

Source: aveliteraria
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“-¡Estás enfermo! Finalmente se lo dije, un año y ocho meses después, con anillo en el dedo anular. Comprometida, enamorada, ilusionada y emocionalmente dependiente de un hombre que resultaría ser un mitómano. Un año y ocho meses; amistades perdidas, la relación con mis padres pendiendo de un hilo amenazando con reventar y un matrimonio, el de su amiga con la que se acostaba, en peligro de no superar sus primeras semanas. No soy la primera, no soy la única ni seré la última a la que ésto le ocurra. Soy aquello a lo que tanto le temía, soy un cliché. Espero mi fobia a las alturas desaparezca de la misma forma. Se derrumbó nuestra relación en cuestión de meses. Si soy sincera no debería ser una sorpresa, las cosas no tenían la estabilidad que me gustaría poder presumir, pero yo lo quería y a pesar de ver y escuchar todo lo amaba a muerte; al menos eso era lo que pensaba. Ya no; ya no soy la mujer dependiente; ya no soy la que lloró hasta acabar con las diferentes sequías que aquejaban al mundo; ya no soy la que se disculpaba por todo, fuera mi culpa o no; ya no soy la que estaba dispuesta a aguantar los abusos y maltratos porque el amor vence a cualquier obstáculo; ya no soy la que lo veía como la realización de mi vida, la olla llena de oro al final del arcoiris, el felices por siempre, el objetivo de mi existencia, la razón de mi ser. Ya no. Pero eso me deja en un aprieto, ¿quién soy? No lo sé.”

— Fragmento de un proyecto en desarrollo, Christian Guerrero.

Source: aveliteraria
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“Estoy hecho para quien disfrute los retazos de lo que alguna vez fue una persona completa, sin querer enmendarme, que aprecie la belleza en lo dañado y entienda que no tengo arreglo, no existe cura, no hay salvación ni la deseo. Para quien pueda vivir sin respuestas, con explicaciones incompletas y sin conocer la historia entera. Para quien respete que de vez en cuando necesito desaparecer, que vivo más en mi cabeza que en nuestro planeta y que la vida social que llevamos como raza humana no es del todo para mí. Para quien comprenda que siempre seré mío y no querré que deje de ser de sí misma. Para quien entienda que el insomnio es una aflicción y no una moda, que la depresión es un padecimiento con raíces profundas en mi pasado y no una forma de parecer interesante, que el dolor es una realidad con la que se vive como mejor puedas. En pocas palabras, estoy hecho para mí. Por esto mi falsa soledad es mi fiel compañera.”

— Ficciones verdaderas, Christian Guerrero.

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Pensar que llevo quince años sometido a los caprichos de un accidente que no me ha querido soltar. Pensar que así seguirán las cosas. Pensar que nada ha cambiado y con muchísimo esfuerzo pocas cosas han mejorado. Pensar eso me entristece, me complica los pasos siguientes, entorpece mi estabilidad. Pero así es la vida, cada quien tiene su camino y no quedas más que recorrerlo, con un poco de suerte, sin pensarlo tanto.

—El diario vacío, Ave Literaria.

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“Ando cursi y es porque quiero algo de ti. Te culpo de los deseos que se quedarán sin saciar, de los antojos que no se sabrán satisfechos y de los malos pensamientos que no podremos aterrizar. Te culpo por la miel que empalaga mi vida y los sentimientos que carecen de coherencia sin tu traducción.”

— Secreta dilección, Ave Literaria.

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“En algún lugar del mundo hay un café que contiene el vacío y la desolación que cargan las personas en el mundo. El café está lleno de almas errantes buscando comprensión, pero todos son extraños, desconocidos que no se pueden hablar aunque reconozcan su dolor, su anhelo de identificación. Es el lugar más triste que existe y a la vez el más reconfortante para las personas que se sienten así. No quieren un abrazo, no quieren hablar, ven a las personas y sienten un impulso por preguntar, ¿está todo bien? Eso basta, no se requiere más; el intercambio entre dos miradas que se identifican, se saludan y se dicen: entiendo, me siento igual. Uno entra deseando un café, siente el ambiente, nota las miradas, reconoce el sentimiento y recuerda que es parte de ello. Se sienta y espera al siguiente cliente que llegue y mire sus ojos para ocupar su lugar. Uno sale del café con su vacío satisfecho porque haya identidad, alguien lo entiende y cuando lo necesite podrá acudir a esa café a compartir un vacío y saberse parte de algo más.”

— Pequeñas ficciones, Christian Guerrero.

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“No hay ser humano capaz de huir de sus problemas, no existe persona con semejante velocidad y si existiera sus problemas serían aún más rápidos. Sebastián era el tipo de persona a la que no le gustaba enfrentar problemas, se sabía lento y por ello nunca se atrevió a intentar dejarlos atrás, demasiada molestia para tan poca probabilidad de éxito, o mejor dicho nula probabilidad de éxito. Su velocidad de tortuga, su flojera y su pragmatismo le sirvieron más que ser rápido como gacela o Usain Bolt. Ser una persona lenta y apática puede hacerte invisible, Sebastián era el tipo de persona a la que otras personas no ven. No resaltaba, no llamaba la atención, se fundía entre otros rostros y su apariencia era tan memorable como lo que desayunaste hace seis meses, ¿lo recuerdas? No mientas, no lo recuerdas, sólo personas con memorias idéticas lo podrían recordar. Sebastián era tan poco notable que hasta sus problemas pasaban de largo frente a él. Ese era su truco, ser lento y poco memorable. Se mantenía detrás de sus problemas, avanza unos pasos más lento y se escondía en el único lugar en el que no lo buscarían. Es bien sabido que los problemas tienen la vista fija adelante, hace muchos años perdieron la capacidad de voltear, dejaron de hacerlo y la evolución mantiene una adaptación lenta, pero constante. Se podría decir que Sebastián vivía en el pasado, aunque no sería enteramente acertado ya que sólo vivía un par de pasos detrás del presente, en el mismo instante pero atrás.”

— Pequeñas ficciones, Ave Literaria.

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“Con la suerte y la soledad molestando se esperó a que llegaran por el resto de los muebles, tal vez le dejarían un hueso roto a cambio. No sabía de galgos ni de caballos, no sabía de deportes ni de cartas pero vivía enamorado de la idea de que un día ganaría suficiente para dejar de apostar, de comprar cariño y de soñar. ¿A quién le pido que se lleve mi habilidad para diseñar falsas expectativas? Era la decimoquinta vez que se hacía esa pregunta. No se hacía más sencillo fracasar, al contrario cada vez era más sencillo ilusionarse y volver a apostar.”

— Pequeñas ficciones, Christian Guerrero.

Source: aveliteraria
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