Parecía que había escogido todas las palabras equivocadas, había dicho todo lo que no tendría que haber dicho. ¿Cómo podía ser que hubiesen llegado hasta ese punto? ¿Después de todo lo que habían luchado? ¿Valía la pena? En este preciso momento no parecía que fuese para nada productivo estar en LA, aunque le fuese a facilitar estabilidad financiera toda su vida, se estaba perdiendo lo que realmente su vida. Nervioso, casi al borde de un ataque de nervios en toda regla, se levantó del sofá y se puso a dar vueltas por el salón a medida que escuchaba las palabras de la chica. Tenía razón, y Logan era el primero que lo sabía. Cada palabra de la joven hondaba más en su corazón, en su pecho, le hacía sentir mayor peso sobre sus hombros, más responsabilidad. Pero de la mala.
Nada le rompió tanto el corazón como la mera mención de sus hijos. Esa tema era mucho más que su talón de Aquiles, era mucho más que su punto débil; era aquello que podía hacerle sentir peor en este mundo. Había intentado tantísimo no ser como su padre; había intentado ser un ser humano decente. A pesar de las adversidades cuando tuvieron a Aiden, tuvo que hacer frente a el miedo a no ser suficiente, a ser un mal adulto, a ser un mal padre. Y siempre había ido todo bien, hasta ahora. Hasta que había decidido poner su trabajo por delante, por miedo a no poder vivir una buena vida. ¿Pero acaso era aquello vida? Ya ni sabía cuantas veces había llorado por lo mucho que echaba de menos a su familia, por la culpabilidad, por la solitud. Aunque disfrutase de gran parte de su vida en LA, nada se podía comparar a lo que podría estar pasando si estuviese con su familia. Y le sabía mal, odiaba, que Zoey no lo viese así. Mejor dicho, que él no fuese capaz de explicarselo. Escuchó el resto de sus pensamientos echado en su cama, con su rostro hundido en el cojín y el teléfono apoyado en el cabezal de la cama, demasiado débil y tembloroso como para sujetarlo.
Zoey… Pero su voz temblaba demasiado, le era imposible articular sus pensamientos. Ya de normal no podía poner sus pensamientos en palabras; menos aún cuando se trataba de cosas así. No podía gritarle, no estaba enfadado. Solo estaba decepcionado consigo mismo. Sabía que cualquier promesa iba a ser en vano. Sabes que no quiero que Aiden esté así… Su voz se rompía por momentos, las lágrimas desfilaban por su rostro. Y tampoco Alenna… Su pequeña, que tanto se parecía a él en todo, ¿cómo lo debería estar pasando? Ni quería imaginárselo. Si pudiese haber regresado, su supiera que mi carrera no corre peligro ya… Se interrumpió a sí mismo. “Mi carrera”. Otra vez anteponiendo su vida como individuo por delante de su familia. ¡Pero no era así! En verdad lo hacía por el largo plazo, por el futuro asegurado, por hacerse un nombre y poder llegar a ser tan independiente de poder crear su propia discográfica. Por favor Zoey, no digas eso… Sabes que nunca haría nada para haceros daño. Y sé que tú tampoco quieres jugar ese papel, sé que no quieres pararme. Se incorporó, llevándose el móvil en su mano. No sé qué hacer, estoy muy confuso… Quiero estar con vosotros, contigo, con Alenna y con Aiden, pero no… No puedo. No ahora. Sabía como sonaba aquello, sabía a qué sonaba. Y temía que llegase ese momento. Pero justo ahora que estaba apunto de firmar otro contrato… Sentía como si su cabeza fuese a explotar. Lo siento…
Era como tirar todo a la basura. Años pasaron para construir lo que eran, esa pequeña familia disfuncional donde los padres sabían más de celulares y computadoras que de pañales y biberones, pero aun así lograban transmitir amor y cuidado a dos pequeñas criaturas. No obstante, hacía meses que no eran esa familia. Estaban rotos, la mayoría del cuarteto se encontraba en una parte del mundo mientras la pieza final, la cabeza de la casa, se encontraba en la otra persiguiendo sus sueños. Y joder, ella sabía lo importante que ese trabajo era para Logan, lo importante que era crear un nombre en esa categoría de la música pero no podía estar más que enojada por ello y no porque estuviera celosa del triunfo ni tampoco insegura de todo lo que podía pasar detrás de la pantalla, sino por el hecho que ella había abandonado su propio sueño de cinematografía para perseguir uno nuevo: tener una familia como la que no tuvo.
Tiró su cabeza entre sus manos, las palmas llenándosele de lágrimas llenas de impotencia. Casi podía escuchar a su madre diciendo que las cosas cambiarían y, por otra parte de su cerebro, las palabras desalentadoras de sus amigas repitiéndose como una mala melodía. Pero ya no sabía qué hacer para que él regresara, para volver a tenerlo en brazos y sentir su calor colársele hasta los huesos. Y tampoco quería que volviera porque eso significaba arruinarle una cosa más, como siempre creyó haber hecho con el anuncio de que sería padre por primera vez. Estaba en un dilema, dejarlo ir con todo el esfuerzo que hizo con el paso de los años para mantener una relación sana o continuar observando las súplicas doloras de su pequeño por volver a ver su padre. Todavía podía verse a sí misma, de la misma edad que Aiden, preguntando por su padre y su regreso, las palabras dudosas de su madre y la decepción que sentía cada mañana al no verlo desayunando con ellas. Era lo mismo, el trabajo le había arrebatado a su padre por años y no pensaba permitir que eso sucediera con sus hijos.
No supo que contestar. La voz se le escapó con los sollozos que dejó salir sin pensamiento previo, la garganta se le cerraba con solo pensar en las siguientes palabras que diría y no se veía con fuerzas suficientes para si quiera alzar la mirada al reloj de su computadora. “Pero están así y nada de lo que yo les diga va a traerte de vuelta. Ninguna de mis promesas los hará tan felices como verte entrar por esa puta puerta.” Terminó por decir, unas lágrimas nuevas brotando de aquellos orbes esmeralda que alguna vez brillaron con solo la mención de su nombre. Volvió al silencio, su respiración entrecortada, el dolor en su pecho aumentando el volumen con cada exhalación. “Entonces no lo hagas ahora, solo no nos dejes esperando.” Limpió su rostro, por tercera vez desde que comenzaron a hablar. Se incorporó sobre la cama, ignorando el rostro que la miraba fijamente desde la foto alzada en su mesa de junto, y tragó lo poco que tenía en la boca pues se sentía más seca que nunca. “Necesitamos un tiempo. Harás lo que quieras, firmarás tu contrato, irás al tour de verano, conseguirás tu propia discografía y harás de ti un nombre importante…. Como fue el plan desde un principio. Sin nosotros. Sin mí.”
Zoey, no. Acababa de destrozarlo todo. Ya está. Se había esfumado todo el esfuerzo, todo el cariño, todas las peleas y las risas acumuladas. Aunque dijese ahora que sí, que volvía a Londres, ¿solucionaría algo la cosas? La joven sabía de sobra que este siempre había sido el sueño de Logan, hacerse un nombre en el mundo de la música. Desde bien pequeño, lo único que le proporcionaba un escape a su vida era la música, pero ahora parecía que lo único que le impedía vivirla era ella justamente. Viendo a la chica sollozar y gritar de esa manera, no pudo reprimir sus amargas lágrimas y él mismo rompió a llorar, irremediablemente. ¿Cómo poder describir los sentimientos del chico en ese momento? Había fallado a las personas que se supone nunca debes decepcionar, a aquellas personas a quien siempre debes apoyar y al lado de quienes siempre debes estar. Y no había hecho esto en absoluto, sino más bien lo contrario. Puedo decir que no, puedo volver con vosotros... Por favor, Zoey, no pienses así... Solo quería abrazarla, acercarse a ella y darle uno de sus más delicados besos en la frente y decirle que iba estar bien. Pero con miles de quilómetros de separación era imposible. Y todo parecía peor de esta forma. Y si se acababa todo aquí y ahora, ¿cómo se supone que iban a seguir sus vidas? ¿Y cómo vamos a seguir viviendo de esta forma? Verbalizó sus pensamientos, subiendo el tono de su voz por segundos. No se puede acabar todo así, me niego Zoey. No. Este último vocablo sonaba ya enfadado, frustado, cansado, asolado. Dejó caer el móvil encima de la cama, haciendo que este rebotase sobre la superfície, sin dañarse de ningún modo. Se pasó las manos por la cara, por el pelo, todo tan mojado por sus lágrimas que cualquiera diría que no había estado nadando por horas. La pantalla iluminada de su teléfono había quedado a centrímetros de él, y la miraba fijamente como si esperase que, de un momento a otro, la chica saliese de la pantalla y pudieran hablar esto “en persona”. Tras unos segundos de pensar y calmarse, volvió a tener el dispositivo entre sus manos. Más calmado, tomó aire, aún entre sollozos. Ese nunca ha sido mi plan, Zoey. Sabes que eso no es cierto... Yo... Abría su boca, pero todo lo que salían eran bocanadas de aire y más sollozos. Yo no sé qué hacer, no sé cómo mejorar esto. Sus ojos metidos en la pantalla, buscando los ajenos, aunque era imposible. En todo lo que pensaba era en esa falsa esperanza en sus pequeños, en esas interminables preguntas y en la inseguridad que les iba a crear no tener a su padre con ellos. ¿De verdad iba a ser tan mezquino y egoïsta de no volver con ellos? ¿Tanto valía su carrera? Puedo volver... Pero no tendremos ningún sueldo, no tendremos nada para seguir con el nivel de vida que hemos asolido. El joven le pasaba dinero todos los meses a su familia, incluso a su madre, para que pudiesen vivir mucho más austeramente y sin preocupaciones, no como él había vivido en su infancia. No quería que sus hijos creciesen sin padre, pero tampoco sin dinero, como él había crecido.
Lo que quedaba claro es que tenía que tomar una decisión ya, no podía mantener a la espera a la chica y a los críos. ¿Podía decir lo que fuese y ya está? ¿Cómo se seguía a partir de entonces? En realidad la chica solamente necesitaba una confirmación o negación, que el joven dijese sí o no, solamente eso.
No creo que pueda volver ahora, Zoey. Lo siento. Cuando termine el verano te prometo que sí... Pero ahora no. Os puedo pagar billetes para que vengáis aquí... Pero para mí es imposible marcharme ahora. Sentenció taxativamente, lágrimas rodando por sus mejillas, incapaz de decir dos palabras seguidas sin tener que tomar aire. ¿Era esto el fin? Alenna, Aiden... Se le rompía todo con solo pensar en ellos. Voy a volver, os lo prometo. No voy a fallaros otra vez. Dame hasta finales de verano, por favor, Zoey. Sé que estáis cansados y que esto no está siendo un camino de rosas, pero prometo que es por nuestro bien. Por nuestro bien. Créeme, por favor. Haremos lo que creas más adecuado, pero favor, no pienses que quiero más esta vida que la que podría compartir con vosotros. No pienses eso nunca, por favor.