¿Promesas rotas?
Así lo encontró, con aquel rostro bañado en lágrimas capaces de atormentarle el corazón. Era bastante doloroso y pesado verle llorar de aquella manera, pero era muchisimo más doloroso saber que… él era la causa de esas lágrimas.
Definitivamente no era digno de tener a Nitori como su pareja. Mucho menos cuando se atrevía a levantarle la mano y agredirle sin si quiera pensarlo.
En silencio, le miró por unos largos segundos. Había salido de la habitación con la intensión de detener a Nitori pero no había tenido tiempo para pensar en realidad lo que exactamente iba a decirle para ello. Tragó pesado, mas sus ojos jamás se apartaron de Nitori. ¿Qué decir? ¿Debería… disculparse? Pero en realidad, él también se sentía ligeramente ofendido.
"¿Acaso… piensas tan poco de mí?", Soltó en susurros, palabras que se escaparon de sus labios y no las pudo detener. "¿Piensas que no tomo en serio nuestra relación y que sería capaz de engañarte con Haru? ¿Es eso?
Le dolía. Juraba que hacía lo posible para que día con día Nitori se sintiése amado pero… al ver a Nitori dudar de aquella manera le lastimaba. Sí, se le había olvidado su promesa… pero olvidarse de algo así estaba a un nivel completamente diferente que el de serle infiel a su pareja.
Le tomó unos cuantos minutos contestar. Por alguna extraña razón, formular oraciones, ordenar las ideas y aún hablar le costaba. Entonces alzó su rostro después de tenerlo oculto entre sus propios brazo, se limpió la cara con la manga de su camisa.
"¿Pensar poco... de ti?" Jamás. "No de ti... de mí" dijo susurrando esa última parte en tono de pregunta. ¿Cómo poner en palabras todo eso que sentía? Esa clase de... ¿Temor? Porque Nitori estaba tan acostumbrado a no lograr lo que quería, en el peor de los casos se había preparado mentalmente para el fracaso. "Es sólo que... no sé, yo soy nada..." su voz se quebró mientras su parte más vulnerable salía a luz "Nunca quise desconfiar de ti" Era en parte su culpa. ahora se sentía estúpido. "...perdón" dijo Nitori, encogiéndose aún más, en verdad no tenía nada de orgullo, ni un poquito y es por eso que en todo momento pedir disculpas le resultaba meramente sencillo. Aún cuando él no tenía la culpa. Este era él.