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Estefania Burgos

@steffbch / steffbch.tumblr.com

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”(…) No es que quiera lograr un objetivo específico. Solo pretendo evitar que un día, al mirar atrás, deba lamentar o haberme concedido nuca una oportunidad decente para ver hasta donde sería capaz de llegar” - Previa de los 6K de los 400 Años de la UNC. Mi novio me alienta, me ayuda a relajarme,...

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”(…) No es que quiera lograr un objetivo específico. Solo pretendo evitar que un día, al mirar atrás, deba lamentar o haberme concedido nuca una oportunidad decente para ver hasta donde sería capaz de llegar” - Previa de los 6K de los 400 Años de la UNC. Mi novio me alienta, me ayuda a relajarme,...

Dedicado a todos los que corran los #BuenosAires21K

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Estar en el último lugar.

”(…) No es que quiera lograr un objetivo específico. Solo pretendo evitar que un día, al mirar atrás, deba lamentar o haberme concedido nuca una oportunidad decente para ver hasta donde sería capaz de llegar” - Previa de los 6K de los 400 Años de la UNC. Mi novio me alienta, me ayuda a relajarme, me pasa una captura de un libro que esta leyendo llamado “Corriendo con los Keniatas”.

Llego al establecimiento, me inscribo, me toca el número 1113, no lo quería, ya sabemos por qué no. Pero dije, “ya está, no puedo ser tan tonta, entrené mucho, esto no me va a afectar.”

Pre-calentambiento con mucho calor, pero me sentía bien, segura, preparada, había “fondeado” muchísimo más de 6K en mis entrenamientos, pero lo mismo, tenía un plan, mi plan (para optimizar la energía y administrar el aire a lo largo de la carrera), que era dividir la carrera en 3 partes. Cada dos kilómetros, aumentar el ritmo (unos segundos). Llega la hora de la largada. Nerviosa, ansiosa, mi novio me da fuerzas desde lejos. Largamos finalmente. Me sentía nerviosa, pero iba bien, lo sabía, porque veía a muchas personas detrás mío. 

Moviendo las piernas, chequeando el braceo, aflojando los puños, intentando pensar en otra cosa, estaba a punto de llegar al km 2, siento que viene volando una abeja (soy alérgica), que se pega a mi cara. Me la intento quitar del ojo. Cuando logro sacarla, comienza a arder mi ojo derecho. ¡Me había picado!

Desesperada veo a las banderilleras y pido auxilio, porque no tolero las picaduras. Se me inflama la zona y quema mucho, hasta se podría inflamar la glotis, no era lo que necesitaba. Me hacen sentar a un costado, mientras veo a la gente pasar. Me largo a llorar de la bronca por todo lo que había entrenado para esta carrera, mientras veo a toda la gente que iba detrás mío. Luego de que pasara la ultima persona, se acerca la ambulancia, me preguntan qué había sucedido y les cuento. Rápidamente me inyectan un decadrón mientras lloraba, y me decían “¡Tranquila! es una inyección nada más!”, les digo que lo que me preocupaba no era la inyección, sino haber frenado, tenía bronca por todo el esfuerzo que había hecho, en ese momento pensaba en todos los días de entrenamiento, en todo.

Terminamos, me toman los datos. “Bueno, como tenemos que cerrar la carrera, tenemos que ir hasta la ultima persona, te vamos a llevar hasta ahí, tenes que seguir corriendo”. Yo insistía con que no quería seguir, y ellos me dijeron que no, que siga, me motivaban.

Después de 10 minutos, hasta que encontramos a las últimas personas, vemos a las ultimas 3 chicas, que iban caminando. Les digo “¡hola, chicas! Ustedes son de los 6 K?”, “Sí” responden, entonces me pongo a correr al lado de ellas. ¡Empiezan a correr conmigo! Mientras les cuento lo que me pasó, y todo lo que había llorado, pero en ese momento ya estaba fuera de presión, estaba relajada, había liberado toda la ansiedad. Sigo corriendo, y las chicas se quedan atrás, les intente decir que vinieran, pero no quisieron. Sigo mi camino. Paso un señor, paso una pareja, paso personas caminando (que les agarra apuron de verme corriendo e intentan correr 50 mts pero luego siguen caminando). Llego hasta una señora, y le digo, vamos, corramos juntas, y se ríe y nos ponemos a hablar, en eso llegan chicos que corrían y caminaban, me preguntaban de la venda en el brazo, les comento del corticoides y mi anécdota con el reino animal, me comentan que me vieron frenar, sorprendidos de que haya llegado hasta ahí, después de haber estado en la ambulancia un rato largo. Dos minutos aproximadamente más tarde, le digo a la señora que que relaje los brazos para que no se cansara mucho, que iba a buen ritmo. Lamentablemente tuve que seguir camino. 

Así voy pasando a varias personas, llego hasta otra: una chica con mucho sobrepeso. Le digo que vaya con calma, que falta poco. Me dice, “vos tenes pasos más largos”, como excusa de su ritmo, le digo “Mira, quédate tranquila que si a mí, alérgica, con decadrón, asustada y todo, pude, vos llegaste hasta acá, vas a poder, ¡fuerzas!” Se ríe y sigue corriendo callada. (Esa chica me hizo acordar a mí hace mucho tiempo, a todo mi esfuerzo, y entendí su voluntad, sus ganas de mejorar. Me alegra haberla acompañado aunque sea por 1 minuto.) En ese momento, yo estaba disfrutando del camino, disfrutando de correr, fuera de cualquier presión con el tiempo, la posición, el ritmo de la carrera. Estaba despojada de todo. Seguía pasando personas, personas caminando, personas corriendo, personas con el celular, personas acortando camino, hasta que llego. Llegando a la meta, tenía que tirar (aumentar al 100% la velocidad), sentí la necesidad. Quién no? ¡Y lo hice! Me saqué las ganas, y pasé como a 3 personas que estaban llegando. 

Mi novio me abraza, se había asustado, porque no me veía llegar con gente que podría tener mi nivel. Le cuento lo sucedido, y me abraza.

Al terminar, había confirmado lo que siempre me preguntaba y de hecho me aterraba, porque me iba a sentir humillada. “Qué se sentirá estar en el ultimo lugar?” Lo sentí, lo viví. Pero estaba en mí, permanecer ahí, o pelear para evitarlo para salir de esa posición que tanta vergüenza me daba. Un error pensar tal cosa, si la idea de todo esto, es superarse, de no abandonar. Soltar los prejuicios, liberarse.

De hecho, estar en el último, me hizo dar cuenta que no queda otra que subir, y qué mejor manera que (inconscientemente) haber alentado a los que pude hasta llegar a la meta, que, de seguro, se sintieron en algún momento como yo, desesperados por llegar. En un punto todos nos sentimos así cuando corremos o cuando sentimos que estamos llegando al límite.

Vuelvo a mirar detrás de mí, ya no era última (de nuevo), pero agradecí de haber estado en esa posición, para darme cuenta de muchas cosas de mí, de recordarme que estando en el peor lugar, con dolor en la cara y en el brazo, tuve menos inseguridades, y más confianza en mi capacidad, que estando en una mejor posición.

Hice bien en no haber abandonado. Tuve la oportunidad de alentar a la gente que estaba en mi camino, para que se liberen conmigo, tal y como lo habían hecho los médicos cuando me bajé de la ambulancia.

Siempre hay una revancha. Mañana se vuelve a entrenar como todos los días, con un moretón en el brazo (de la inyección), pero se vuelve igual.

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