💤 [Akaashi, de Kuroo en un campamento]
Send my muse an emoji and they will react to …
@lafginger
💤 : your muse coming on my muse’s bed during night
Incapaz de concebir unos minutos de descanso, Akaashi se removióen busca de una pose más cómoda, queriendo, en ese pobre acto, poder caerrendido al cansancio que era consiente tenía tras esa larga jornada deentrenamiento. Aun así, el sueño parecía esquivo, especialmente cuando sintiócomo el corazón le saltaba cual otra presencia se acercaba y tomaba asiento asu lado.
Quedándose quieto, aguardó, sintiendo como cada fibra de sucuerpo se tensaba apenas las mantas fueron levantas. Sabía de quien se trataba,lo sabía perfectamente y solo por ello no se movió de inmediato.
Al menos Bokuto dormía, podía verlo roncar desde suposición.
— Kuroo-san… — Susurró, apretando un poco las mantasde la ansiedad.— ¿No debería estar en la habitación para su equipo? Necesitodormir.
Que se resistiese con sus acciones le pone nervioso, ansioso y le llena de miedo ante la idea de que Akaashi finalmente le rechace por completo, que su relación acabase de una vez por todas. Pero no fueron esas las palabras que salieron de sus labios.
—Será solo un momento… —Susurra antes de acercarse un poco más a su cuerpo, procurando sentir el calor ajeno contra toda su anatomía. —Prometo no hacer nada más.
Una promesa que intentaría mantener por muy difícil que fuese, porque cada beso despierta inevitablemente algo en él que le da escalofríos y aumenta su temperatura.
Era tan injusto. Sabía que Kuroo deseaba compañía, necesitaba de alguien que pudiera darle apoyo y consuelo cuando sus deseos eran más fuerte que las razones. Akaashi conocía el corazón del moreno y sabía lo que debía sufrir por aquel amor no correspondido ¿Cuánto tiempo llevaría así? No lo sabía y a esas alturas no importaba mucho, se sentía completamente atrapado en esa extraña relación de consuelo mutuo. Solo eran dos seres lamiéndose mutuamente las heridas.
— Solo un momento… — Susurró como recordatorio no solo para Kuroo, sino que también para el mismo. No debía emocionarse, esa noche no podían hacerlo.
Cediendo un poco, acabó acariciando con una mano los cabellos rebeldes del muchacho, mientras la otra mano quedaba entre ambos cuerpos. Una inútil forma de crear la ilusión de que algo los separaba. Estar así de cerca con ese hombre siempre despertaba instintos difíciles de controlar.