rikardohj

Gitanos y refugiados en Harmanli

Harmanli, es una pequeña ciudad de 18.000 habitantes, situada en la frontera turco-búlgara, donde viven un número importante de familias gitanas.

En la localidad hay un campo de refugiados. “Me dan pena”, dice Ivan. "Llegan engañados”. Según él, arriesgan su vida, pagan mucho dinero a los traficantes de personas para llegar finalmente a Bulgaria, "donde las condiciones de vida en los campos de refugiados son terribles y la policía es brutal”.

Gitanos y refugiados

Los gitanos resultan siempre sospechosos para la Policía, asegura Mitko. Muchos otros hombres de Harmanli que, al igual que Mitko, tienen piel oscura, han tenido experiencias similares. "¿Qué hacen aquí los policías?”, pregunta una mujer que acaba de colgar la ropa recién lavada a la puerta de su casa. “Aquí solo hay gitanos, no refugiados, ¿por qué nos acosan?”, pregunta airada. Y ella misma responde: "O los policías no diferencian entre los refugiados afganos y los gitanos locales o lo que buscan expresamente es intimidar a los gitanos.

En un café del barrio gitano de habla turca de Harmanli, los habitantes cuentan que hace un par de semanas se inició el masivo despliegue policial. Fue como consecuencia de una pelea en el campo de refugiados. La mayoría de los refugiados son jóvenes que se mueven en grupo, que hablan un idioma que no entienden y las mujeres "los miran mal”.

Un estudiante de habla turca interviene en la conversación diciendo: "Pero, hasta ahora no ha pasado nada, ¿no?”. Martin es un caso especial. Se ha hecho amigo de un refugiado sirio. Al principio, su madre se opuso a ello, pero después aceptó la amistad. El sirio, que ahora está en Alemania, se dirige a ella con la palabra "Anne”, que en turco significa "madre”.

¿Xenofobia?

Por lo demás, la actitud en Harmanli hacia los refugiados no es agresiva. "La gente tiene miedo, pero no siente odio hacia los refugiados”, dice la camarera Iveta Lazarova, pero ella asegura no tener miedo: "Muchas mujeres se quejan de que los refugiados las miran con descaro. Pero estos hombres no están acostumbrados a ver mujeres en camiseta y sin velo en la cabeza. A mí nadie me mira así. Quizá porque yo tampoco los miro a ellos”. Para ella, el problema radica en otra parte: "Se mide a todos los refugiados con el mismo rasero. Pero, mientras los afganos tienen peor comportamiento y están poco formados, los sirios son educados y disponen de cualificación. Sin embargo, la gente local los trata a todos con hostilidad”, asegura Iveta.

En Harmanli nadie ha oído que en la frontera turco-búlgara hay 130 oficiales de la Unión Europea haciendo su trabajo. Quienes protegen las fronteras pasan desapercibidos, pero los refugiados despiertan expectación en Harmanli. Sobre todo, hay una cuestión que inquieta a sus habitantes: ¿por qué la ciudad está llena de policías y gendarmes?

Extracto de un artículo de Tatjana Vaksberg vía http://www.dw.de

  • 22 October 2016