you are the air i breathe

1.       Voy a cerrar este indie. Con el dolor de mi corazón, siento que ya no me gusta tanto este indie y que he perdido el encanto que tenía por mis musas, por ende, no tiene sentido seguir teniéndolo. Sin embargo, me estoy creando un nuevo indie con nuevos personajes y mucho más ordenado que este. Quien quiera seguirme puede hacerlo por aquí: http://serendipitics.tumblr.com/

2.       Crearé nuevas musas. Junto a esto, me gustaría disculparme con las personas con las cuales tengo plots abiertos y activos, pero siento que no tiene sentido seguir contestando threads cuando ya no me inspiro con mis musas, ¿no es así? Es cosa totalmente mía, necesito actualizar mis cosas de manera que pueda sentirme cómoda escribiendo. Ojo, no todas mis musas serán borradas, pero sí la mayoría. Quizás algunos tengan los mismos faceclaims, pero serán diferentes personajes.

3.       Si a alguien le interesa seguir roleando conmigo… Denle click al corazoncito y me encargaré de ir a molestarlos privadamente desde mi nuevo blog para que podamos armar cosas nuevas y seguir escribiendo como nos gusta.

Una sutil risa brotó de su garganta, sintiendo como la calma comenzaba a inundarle y su humor volviendo al que era característico en ella. Definitivamente, él sí poseía un efecto tranquilizador en su persona. “¿Y no vas a decir que no a la que escoja?” Preguntó, su rostro ladeándose y una de sus cejas arqueándose. Definitivamente, iba a aprovecharse de esa situación al máximo y escogería cualquiera de sus películas favoritas románticas, pues esa oportunidad no la tendría  todos los días. “Hm, podríamos pedir comida china o tai, ¿te parece?” Sugirió, besando de nuevo los pétalos ajenos. “O pizza, no lo sé.” Le siguió y en cuanto llegaron a la sala, tomó asiento en el sofá, palmeando el asiento a su lado.

“No puedo decirte que no esta noche. Y también haré un gran intento para no poner mueca cuando me digas que película veremos.” Está totalmente seguro de que ella escogerá una película romántica, no hay que ser adivino para saberlo y es que él la conoce lo suficiente como para saber que así será. Ahora mismo no quiere quejarse, lo único que quiere es pasar tiempo con ella y hacerla sentir protegida y acompañada, pues la rubia es la persona más importante que posee en su vida y el pensamiento de que esté herida –de cualquier manera– lo disgusta de sobre manera. “Me gusta la idea de pedir comida china, hace rato que tengo antojo.” Dice sonriendo ampliamente. Una vez que el castaño obtenía algo de comida, era imposible que algo lo pusiera de mal humor. Se sienta al lado de la contraria, no tardando en rodear su cuerpo con uno de sus brazos mientras saca su teléfono del bolsillo, dispuesto a pedir la comida. “¿Y bien? ¿Qué película veremos?”

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La canción para aquella mañana había sido “Too good at goodbyes” y no la había podido dejar de cantar ni siquiera hasta después de salir la ducha, cuando estaba en su departamento era la única oportunidad que poseía sin que la timidez la consumiera, realmente no creí que cantara tan bien como para hacerlo frente a otras personas de cualquier forma.

Luego de su buen desayuno, la rubia salió de su departamento para dirigirse hacia el elevador y eventualmente al restaurante de sus padres, pero fue extraño el momento en el que salió y su lindo vecino lo hacía también ❝ Buenos días ❞ Dijo de lo más educada Ginger con una sonrisa en su rostro en el instante que se separaba de su puerta para ir hasta el elevador, se animaba a hablarle por simple educación de su parte.

Se siente como un idiota después de coger su chaqueta, siempre oye a su vecina cantar durante las mañanas, pero jamás ha tenido la valentía de comentarle algo sobre la forma que tiene de cantar. Tiene una voz preciosa, un sonido que le permite relajarse y empezar la mañana de buen humor, algo que debería agradecerle cara a cara, pero nunca se da el momento adecuado.

Sale de su apartamento tranquilamente, girándose levemente sobresaltado al oír la voz de la fémina, esa voz que parece seguirlo hasta en sus sueños. “Buenos días, ¿qué tal?” Podría haber simplemente contestado el saludo, pero quiere intentar mantener una conversación con ella que no sea sólo dedicarse sonrisas y saludarse a lo lejos. La sigue hasta el elevador con una pequeña sonrisa en los labios mientras se pone el abrigo encima. “¿Eres cantante profesional?” La pregunta sale de su boca de golpe, casi bruscamente mientras se para al lado de la contraria para esperar el ascensor, queriendo abofetearse por cómo ha salido la pregunta de sus labios.

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Era una noche de viernes, lo que significaba para el tatuado mucho trabajo, demasiado, le repugnaba ver cuantos iban a beber simplemente porque creían que era la única forma de pasarla bien un viernes por la noche, pero el simplemente no podía decirles nada, era el bartender, solo eso.

Unos doscientos tragos servidos después, treinta insinuaciones de distintos borrachos y mucha gente dándole pena al ojiazul, él vio una figuro que se destacaba entre las otras a pesar de su altura, cuando la vio llegar no tardó en preparar el trago que ella siempre tomaba y cuando llego a la barra para sentarse se la sirvió con cierta sonrisa lastimera ❝ ¿Que ha pasado esta vez? ❞ Preguntó entregándole la copa

Una cita desastrosa más, un viernes por la noche desperdiciado nuevamente gracias a su madre. ¿Cuándo iba a aceptar que no encontraría pretendiente perfecto para la castaña? Ha intentado hablar con su madre muchas veces, pero la mayor parece no entender que de la única manera que Fiona puede comprometerse es que le guste un tipo y definitivamente no lo va a conocer en una cita arreglada por su madre. “¿Por qué las madres tienen que ser tan desagradables y tercas?” Se queja apenas llega a la barra, sonriendo levemente al notar el trago que el contrario le servía. “Gracias, lo necesitaba.” Dice con voz más suave, una sonrisa adornando su rostro para después beber un sorbo del trago que el contrario le ha servido. Después de asistir tanto a aquel bar ha terminado haciendo un amigo allí, un amigo que oye sus quejas y no la juzga por no ser lo que su madre espera de ella. “¿Cómo va tu noche?” Inquiere observando el reflejo de un evidente cansancio en los ojos contrarios.

Está harto de esperar a la contraria, sabe que ella está tan nerviosa como él, después de todo, era la primera vez que saldrían como pareja para presentarla a sus amigos. Sabe que lo que está haciendo es una estupidez, no debería importarle lo que dicen sus amigos sobre que siempre está y generalmente, no le importa. Pero esto es diferente. Han estado jodiéndole por tanto tiempo que tuvo que verse obligado a inventar a una novia de mentiras, teniéndole que pedir a la contraria que le hiciera el favor de fingir ser su novia por un tiempo. “Hazel, joder. ¿Qué tanto haces que te demoras tanto?” Espeta, impaciente. Ni siquiera le da el tiempo para contestar o prepararse pues interrumpe en la habitación de la contraria para encontrarse con la muchacha. Mierda, mierda, mierda. Es lo primero que puede pensar al verla vestida de esa manera. Luce preciosa y se siente como un estúpido al ser incapaz de fijar sus ojos en otro lado que no sea la fémina. “Vaya… estás… estás muy bonita.” Dice, dedicándole una pequeña sonrisa mientras da un par de pasos hacia adelante, adentrándose a la habitación de forma vacilante. “¿Te falta mucho? Vamos tarde.” Le indica, alzando su muñeca para ver su reloj de muñeca nuevamente, sólo como una excusa para desviar los ojos de la esbelta figura de su mejor amiga.

Se acerca a la barra para pedir un trago, siguiendo las instrucciones de sus amigas para así entablar una conversación con el guapo hombre que se encuentra justo a su lado. Sabe que no debería seguir el reto de sus amigas, pues estos siempre le traen problemas. Sin embargo, es viernes por la noche y está tan harta de seguir las reglas que esta noche no planea pensar con claridad. “Me pregunto qué hace un tipo como tú sólo esta noche.” Sólo puede observar un poco de su perfil en aquel lugar, no pudiendo ver con claridad su rostro, pero sí dándose cuenta de que tiene un cuerpo de infarto y un rostro que parece ser esculpido por los mismísimos ángeles. “Soy Ágat…” Su voz se desvanece cuando, por fin, él se gira hacia ella y puede así revelar su identidad. Oh Dios mío, ¿ha intentado ligar con el muchacho del que fue niñera unos años atrás? Está tan sorprendida que no se da cuenta de que su boca está entreabierta y sus pies se apresuran a dar dos pasos hacia atrás como si aquello fuese a deshacer la imagen del contrario. “¿Ross?”

Se extraña al escuchar sonidos de pasos en el gimnasio que posee. El entrenamiento del día había sido agotador en todas sus palabras, el hecho de que estuviese siendo entrenado por un gran boxeador lo hace exigirse más de lo que debería exigirse constantemente. Enarca una ceja mientras termina de cerrar la puerta de su oficina y se dirige hacia la entrada del gimnasio, pues es la única parte del lugar que le falta por cerrar. “¿Charlotte? ¿Qué haces aquí?” No se esperaba en absoluto encontrarse con la hija de su entrenador a esas horas de la noche, entrecierra los ojos mientras se acerca lentamente a ella con las manos en los bolsillos de sus jeans oscuros, agradeciendo haber decidido ducharse en el gimnasio y no esperar a llegar a casa. “Tu padre se ha ido hace un par de minutos… ¿has venido a buscarlo?” No encuentra otra explicación para que la contraria se presentara en el gimnasio a esas horas de la noche, una de sus manos se desliza hacia su rubio cabello, sacudiéndolo levemente mientras su mirada está fija en la fémina.