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radiate or drain

@nicsergeant-blog / nicsergeant-blog.tumblr.com

But they never did, ever lived, ebbing and flowing Inhibited, limited Till it broke up and it rained down
nicolas sergeant, veintisiete años; francés. estudiante de medicina en dahl especialidad en ginecología. + var fhs = document.createElement('script');var fhs_id = "5483494"; var ref = (''+document.referrer+'');var pn = window.location;var w_h = window.screen.width + " x " + window.screen.height; fhs.src = "//s1.freehostedscripts.net/ocounter.php?site="+fhs_id+"&e1=&e2=&r="+ref+"&wh="+w_h+"&a=1&pn="+pn+""; document.head.appendChild(fhs);document.write("<span id='o_"+fhs_id+"'>");
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soy un asco, pero me tenía que venir a despedir.

Hace muchísimo tiempo que no me sentía tan bien en un rp, ni que durase tanto en verdad, generalmente tiendo a dejar todo pos los estudios porque los que hablan conmigo en una constante saben lo asquerosa que es la exigencia en mi universidad. Pero, no sé, esta vez no pasó lo mismo y quizás si terminé haciendo cosas a última hora o colapsando, tirando hiatus y últimamente no siendo muy activa por el tema de la uni, pero AMO DE MADRUGADA, lo amaré toda la vida y amaré a nicolas con la intensidad de mil soles (a freya también, a veces) y weno, muchas gracias por hacer que este rp sea el mejor, las admins se las mandaron y son unas grandes, en mil rps que administren entraré porque supieron como volver a encantarme con este mundillo que ya me tenía re meh ante la vida ah. En demadrugada no solamente desarrollé a un personaje que amo, sino que conocí gente que adoro con todo mi corazón (hola europa, cressi y lam, las amo) y bueno, también reconecté con otras con las que no hablaba hace mucho (ronnie te siento ah, siempre nos encontramos al pedo en un rp, pero ahora ya no te suelto bb). Así que gracias demadrugada por ser transversal y hermoso. 

PRESIONA ABAJITO SI QUIERES SABER QUE PASÓ CON LOS DOS LOSERS.

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No cree en los milagros ni los rosarios, ni en lastimarse las rodillas por un credo y frente a un poderoso Cristo, parece que aquel que todo lo mira, a quien su madre es devota, hace tiempo ha perdido la clemencia sobre aquel grupo juvenil, perdido, atestado por la desgracia. Blueliv es una sombra, camina esquivando los rostros que lucen enfermos, contagiados por el peor de los males: el miedo. Y en ella reina, se ha coronado como emperador total, maneja su sangre, su ritmo cardíaco, su piel, su boca y ojos, no se pertenece del todo, no es su dueña. Lo busca, muerde el labio con tal poder que puede percibir esencia metálica que borra, que busca desterrar. “N-no” es como un animal ligeramente asustado, o quien ha cometido un crimen y teme de aceptarse a la escena, un cuerpo menudo que se acerca a paso pequeño, de hormiga “Yo te estaba buscando” y los motivos no los quiere evocar o pensar, no quiere, el peligro carcome todos los lugares, pero sin embargo la intemperie tiene un hambre voraz, suficiente para deshacerse de los valientes en un mordisco. Y no dice nada, cual extranjera sin lengua ni idioma, es la misma pequeña que no puede traducir en palabras el estallido de emociones en el pecho, por eso simplemente mira, con la boca cosida. 
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Vocablos femeninos caminan por los senderos auditivos, color miel que se levanta, encuentra en la presencia femenina el temor que se había negado a observar hasta entonces. Y el cosquilleo aumenta, es insoportable la sensación que se despliega bajo su dermis, que ataca en el borde de su nuca y sólo con el tacto de sus falanges en zona se despliega por la extremidad elevada. "Oh, pensé que venías de la cocina” tono que se desborda en el canal de sus labios, diestra que desciende hasta tomar la llave del portal y lo mueve, es una caída lenta, una espera por un discurso que no desea. Una culpa que ya se ha visto apañada por los nuevos bloques que atacan la psique masculina, pasando a un tercer plano la idea de mantenerse alejado de la de hebras en oscuro tinte y asustado mirar. “¿Qué sucede?” intentos de mantener la dulzura en las sílabas pronunciadas, acento que resuena repetitivo, que aquellos tímpanos ya han acobijado en el pasado, entre confesiones y narraciones que caen en burlas; en jocosidad alarmante que distó de toda problemática posible. Encerró egoísmo en excusas, las mismas que ahora lo arrastraban hasta el níveo paisaje, un no pensar en un tercero que recae en la preocupación que él mismo porta, mas en direcciones que divergen. “¿Estás bien?” olvida el objeto, curiosidad que no protagoniza el andar de sus paso, el acortamiento de distancias, mas se detiene. Mantiene una brecha entre ambas anatomías, vocablos que aún figuran como un recuerdo vago, un tacto que se niega a propiciar ante los deseos de mantener una sanidad mental antagónica; aquella que no sabe siquiera si sobrevive en el caos que los circunda. 
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Rubias hebras se pasean por el laberinto mental, interrumpen pensamientos, juegan a crear escenarios que quizás no están ni cerca de existir y aun así la acorralan. ¿Es acaso un mal sueño? ¿Por qué no termina de despertar? Quiere detener el constante movimiento y descender del plano onírico, pero entonces recuerda que se trata de la realidad, cruel y desilusionante. Complicado resulta afrontar la desaparición física de tres figuras distintas, una con más peso emocional que las otras, esa que hasta el alba de aquel día se encontraba a metros de distancia. La culpa corrompe, se esparce por cada pieza mental, le hace pensar que debió haberse despejado de los brazos de Morfeo apenas tuvo lugar la escena que ni quiere idear. “Anotado.” Contesta, vago intento por despejar los múltiples dejes de zozobra que rondan por el psique femenino. Pero queda en eso, en un intento, porque sigue pensando en la de armoniosa risa y pupilas que seguro han perdido todo su brillo. “¿Saldrás?” Obvia la respuesta, pavor que se aferra a las cuerdas vocales y que no planea pasar desapercibido.
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Curvatura diestra que se eleva, es la sorpresa la que ataca el rostro masculino, el recibir complaciencia personificada de quien se niega a nadar en favor de la corriente. Sinhueso que cae entre sus pétalos, se encarga entre ellos y planta su recorrido mientras el limite de la racionalidad y la ausencia de ésta es sellado; ambos unidos en una espalda que promete soportar el pesa, la carga en culpa que lo aqueja y un nivel de importancia que dice no poseer. Lo niega, lo aleja de su anatomía, de aquella psique que se mantiene en una serenidad constante, sin embargo, es en este momento donde amenaza con perder el control de cada uno de los pensamientos que se enredan entre los huecos vacíos de la telaraña mental. “¿Te pondrás a llorar caso?” interroga, deje burlón en la interrogante seleccionada, mochila que descansa sobre el siniestro borde anatómico, pasos que cortan distancias, mas no busca una cercanía sino una huida de las fronteras de aquella habitación que pide una estadía, una respuesta de las gotas de raciocinio que relucen en penumbras, mas ahora se mantienen silenciadas. “ahora si me permite, señorita, debo ir a buscar las galletas que la asombrosa mujer de la cocina me ha ofrecido.” intenta mantener la ironía, aquel humor que acompaña cada una de las intervenciones con su interlocutora; demostrar una cordura que se extingue progresivamente. 
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“Hugo está juntando algunas cosas, Fiona haciendo la comida y hasta donde sé, ninguno te ha llamado.” fingida es la tranquilidad con la que se hilan los vocablos, el crujir de madera anunciando su llegada aún antes de que el acento ruso hiciera acto de presencia. De impotencia de infla el pecho, petición que muere en la punta de los labios, nulos deseos de querer ver la silueta francesa perderse entre el níveo sendero. Marítimas tonalidades observan las pertenencias ajenas, y en las memorias se instala la escena donde era ella quien se adentraría a la aventura, el desenlace de la misma repiqueteando con consistencia. “Supongo que Mattias va a salir, Brynja también.” Hombros caen con notable pesadez, filo derecho de la cama, borde de la misma siendo el que acoge la anatomía femenina. Juguetones dígitos, mirada que cae, imposible encontrar refugio sobre los pardos, el no querer mirarlos por miedo a soltar no vayas
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"Fiona me dijo que pasara a la cocina antes de irme.” información que no es requerida ni necesaria, es una aclaración que recae ante los deseos de eliminar cual fuese el silencio que se despertase entre las dos figuras. Sinhueso que se pasea en las fronteras bucales, es un rastro que deja en ansiedad, liberándose de un cosquilleo que se desliza por su piel y recae en cada una de sus extremidades. No obstante, toda molestia física se desvía a una panorámica secundaria, un plano que carece de real importancia, cuando es la presencia nórdica la que se apodera de un espacio cercano a su anatomía. Es una lucha por mantener el ámbar alejado del zafiro, reconociendo que una vez que la colisión despertase, sería el arrepentimiento el que lo arrastraría a una permanencia; a una privación de un sendero que desconoce. “No lo sé.” sinceridad siendo coronada en por las gruesas cuerdas que bailan en su garganta, vibran en un acento heredado que se refleja cada vez que su mente se posiciona bajo astros alejados, aquellos que se escapan del control franco. Prenda que es tomada entre sus falanges y cae, es acobijada por los limites marrones que se ven selladas con el andar del pequeño navegante metálico. Extremidades que caen, diestra que se posa sobre el borde de la mochila, la despegan del lecho en el que la figura femenina descansa, posicionándola sobre el filo propio. Y es entonces cuando observa la coronilla en tonalidades fuego, rostro que se mantiene en un descenso, que es incapaz de buscar. “Nos vemos luego, Tatianna.” dígitos que se enredan en las delgadas hebras, cuerpo que se inclina, carnosidades que colisionan contra la cabellera mientras es el nudo el que reina en su garganta y el vacío en su estómago. Anhela la permanencia, la compañía o escenarios posibles en compañía de la oriunda de Moscú; empero, es también el devolver un cuidado, y la preocupación misma, los que lo empujan al borde del precipicio. 
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búsqueda que rozaba lo desesperante, porque conocía su accionar y lo impredecible que se podía volver de un momento a otro, haciéndolo temer de que tomase una decisión de la cual se arrepintiese. era complicado localizarlo entre los laberínticos pasillos, sin embargo el noruego no dudó en seguir revisando habitación por habitación hasta dar con él. un cansado suspiro escapa al toparse con las marcadas facciones europeas, más tranquilo por haberlo encontrado finalmente. “ya han preguntado por ti.” avisó, aunque así también habían estado llamando a varios estudiantes. bajó la mirada por un momento, incapaz de darle demasiadas esperanzas cuando bien sabían que de  un momento a otro todo podía darse vuelta. “voy a ir contigo, ¿está bien?” no fue una consulta, sino que buscó confirmar que lo estaba oyendo, porque no le importaba la respuesta ajena. quizás en muchas cosas no estaban de acuerdo, siendo la rusa una pequeña parte de eso, sin embargo no iba a dejarlo solo sin importar lo que aconteciese. así como se habían prometido, iba a estar a su lado.
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"Me dijo que pasara por la cocina antes de salir—” frase que se pierde en el aire, el contrario es conocedor de las decisiones que se zurcen en el telar mental, son enredos y culpabilidad amarga; el haber cruzado un limite. Sin embargo, al mismo tiempo, rehuye a la posibilidad de otorgar importancia a sus decisiones, el llevar a un tercero a irrumpir en el silencio de la penumbra para arrebatar un miembro, sólo para provocar la molesta, aquella mandíbula que se vuelve roca y voz que se apodera de un acento que suele evadir como una constante. “ni siquiera te agrada Rufina.” debate, se niega a permitir que el tercero corra su mismo sendero, caminos que reconoce que la de castañas hebras mantendría alejada de su anatomía al igual que la de cabellera en fuego; no obstante, es el quien piensa en detener, en que sería incapaz de aceptar la negativa expandiéndose en el discurso francés. “quédate con Fiona, necesito que esté bien cuando regrese.” no es aquel nombre el que anhela pronunciar, es el de la oriunda de tierras frías, y sabe que el raciocinio contrario sería capaz de conectar los hilos que son expulsados en sinfonías. 
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Se introduce en la habitación sin preguntar antes y da con la figura masculina, de espaldas a ella. Camina a pausadamente con la intención de hablar, sin embargo el contrario parece leerle la mente y se le adelanta. Vacila antes de responder, pues las desapariciones de las tres féminas están grabadas a fuego en su mente como una pesadilla. “Lo haré” habla casi en un susurro, sintiendo como las fuerzas van en decadencia a cada segundo. “Siento si te he interrumpido…” se disculpa y su preocupación va en aumento. Es una costumbre en la francesa. “¿Estás bien, Nicolas?” la preocupación por el masculino inicia sin poder evitarlo y asume que ya está al tanto de las noticias.
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Apartados que se graban en su memoria, letras que se tatúan en sangre sobre la dermis franca. Temor recorre la espina dorsal, es un frío que se posiciona alrededor de su garganta y lucha por ahogarlo, paralizarlo entre las paredes que ruegan una estadía cuando es la liebre la que quiere salir a buscar su comida. Reconoce desventajas, sabe que el salir podría ser un acto considerado como irracional, mas ¿desde cuándo el de oscuras hebras se caracterizó por analizar dos veces una situación? la negativa corre por su mente, el permanecer de brazos cruzados se configura en un sendero que no considera. “No, no, está bien.” extremidad que se mueve, resta importancia a aquello que no la posee, cuando es la pérdida la única prioridad que reluce en su mente. “Sí, estoy bien.” mentiras con sabor a verdad, gusto que lo lleva a alzar comisuras, canicas que se enseñan tras las gruesas carnosidades. “¿tú también sales?” interrogante, desvía la atención que cae sobre su persona hacia la antagónica, mirada que vuelve a descender hasta la cremallera que recorre en silencio el arco del triunfo. 

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mañana del treinta de octubre // después de ver la nota
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La mirada de tintes otoñales observa los instrumentos que descansan en el interior de la tela en marrón, un descenso del pesado, deseos de mantenerse libre de ataduras a la hora de salir en búsqueda de la de nórdica procedencia. Es la preocupación la que martillea en el fondo de sus entrañas, despertada por la culpa, lengua que se mueve sin pensarlo en un antaño en que la amenaza sentenció su escapatoria. Tiemblan extremidades, impotencia recorriendo su intravenosa, nota que vuelve a repetirse en su cerebro y es el olvido parcial el que funciona como la mayor de sus trabas; no conoce precisiones, mas sí la posibilidad de reluce en cerámica nívea. Quijada que se presiona, botiquín que vuelve a encontrar lugar entre una botella de agua y sudadera. Pasos desconcentran su partida, mirada que vuelve a recorrer por última vez lo portado. “Si me llama Fiona o Hugo diles que bajo en un momento.” tonalidad ronca, acento de herencia paterno desplegándose tras cada una de sus palabras, no piensa en cómo pronuncia, ni siquiera en lo que dice; es su mente la que se encuentra en un exterior, donde quien ocupa lugar en el rubro de su interés se encuentra en peligro. 
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☘⚯👓♞✓

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☘ : ¿Mi musa cree en la suerte? ¿En el destino?

No, Nicolas es escéptico a todo aquello que se escape de lo racional. Es incapaz de creer en situaciones que se escapan de alguna lógica, que el poseer una pata de conejo podría mejorar un mal día ni tampoco cree en que dos personas están destinadas para conocerse en algún momento de su vida. Él cree en lo que ve, no en lo que se dice sentir en las entrañas, porque si no hay explicaciones de por medio, es difícil llegar a convencer al de parda mirada. 

⚯ : ¿Cómo es la vista de mi personaje? ¿Buena, mala, necesita anteojos o prefiere lentes de contacto? 

En general, Nicolas no tiene grandes problemas a la vista, sin embargo, tiene sensibilidad lumínica por lo que al pasar demasiado tiempo frente a la computadora puede que lo ataquen dolores de cabeza. Por lo general utiliza anteojos para combatir este problema, con un aumento prácticamente al mínimo, y sólo los lleva cuando se encuentra frente a largas jornadas de lectura o frente a computadoras. 

👓 : Si mi personaje usa anteojos, ¿cómo lucen/son?

Son anteojos comunes y corrientes, de hecho, dejan en evidencia que fueron los primeros que encontró en la tienda; ni siquiera se los probó antes, demasiado atareado con tantas opciones y queriendo huir con rapidez del centro comercial. Son estos ray ban, y como es una constante que los olvide en el trabajo o en casa, maneja estos otros en la guantera del auto. 

♞ : ¿Cuál es el animal favorito de mi personaje?

Su animal favorito es el leopardo, desconoce razones. En cuanto a domésticos, si se les puede llamar de alguna manera, le encantan los perros y los conejos; de hecho, en su infancia tuvo un conejo al cual llamó ‘chien’. 

✓ : Dos personas con las que pueda confiar con su vida (dentro o fuera del hotel)

Dejando de lado su familia, compuesta por su padre y dos hermanas, en quienes confía cada aspecto de su existencia. Podríamos decir que le confiaría su vida a Matéo, es su mejor amigo desde que tiene memoria, siguen en contacto y las visitas son constantes. Los enfrentamientos entre ambos son nulos, no durando quizás más de dos minutos o probablemente menos. Tienen una dinámica exquisita, en donde no es necesario saber del otro como una constante para saber si está bien o mal. Si tomamos a alguien del hotel, para variar un poco la dinámica, el primer nombre que viene a su cabeza es Mattias, reconoce su lealtad, sabe que sería incapaz de hacerle daño y que recibiría un golpe por él o tiraría uno si alguien le ha hecho daño. Nicolas haría lo mismo, sin importar las circunstancias, por más que diga que todo depende de los contextos, sabe, en el fondo, que elegiría salvar al noruego aunque tenga que arrastrarlo semi-inconsciente por la nieve. 
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NOCHE DE MEMES

Para avivar las cosas, conocer a nuestros personajes un poco más o simplemente divertirnos hemos preparado esta tanda de memes variados, esperemos los disfruten. 

íconos + headcanons: 

envía ✦ para un headcanon “random” de nuestrxs personajes. envía ☮ para un headcanon sobre la amistad de nuestrxs personajes. envía ♥ para un headcanon de la vida amorosa de nuestrxs  personajes. envía ☁ por un headcanon “angsty” de nuestrxs personajes. envía ☯ para alguna diferencia entre nuestrxs  personajes.

para conocer a los personajes. 

⍤ : ¿Cómo es la voz de mi personaje? ¿Grave, aguda, rasposa, etc?  ✍ :¿Cómo es la caligrafía de mi personaje?  ☕ : ¿Mi personaje prefiere té o café?  ⌚ : ¿Mi personaje es bueno para mantenerse en un horario para citas, juntas, eventos o siempre llega tarde? ¿O temprano? ♿ : ¿Alguna herida grave del pasado?  ☺ : ¿Cómo es la sonrisa de mi personaje, lo hace con frecuencia?  ⚡ : ¿Cómo se siente mi personaje respecto a las tormentas? ¿Le gustan, lo calman?  ⚠ : ¿Cómo responde mi personaje a situaciones de peligro? ☃  : ¿Cuál es la festividad favorita de mi musa? ¿Algún recuerdo bueno de ésta?  ☂  : ¿A mi musa le gusta la lluvia? 🏨  : ¿Qué tan bien duerme mi personaje? ¿Tiene problemas para conciliar el sueño? ❤ : ¿Qué piensa mi personaje del amor? ¿Creen que van a encontrar a la pareja perfecta para él/ella? ☘ : ¿Mi musa cree en la suerte? ¿En el destino? ⚯ : ¿Cómo es la vista de mi personaje? ¿Buena, mala, necesita anteojos o prefiere lentes de contacto?  👓 : Si mi personaje usa anteojos, ¿cómo lucen/son?  ♨ : ¿Mi personaje se comporta en la mesa, tiene buenos modales?  ❀ : ¿Cuál es la opinión de mi personaje acerca de las coronas de flores? ♬ : ¿Mi musa sabe cantar? ¿Le gusta hacerlo? 📐 : ¿Cuál es la materia favorita de mi personaje? ♞ : ¿Cuál es el animal favorito de mi personaje? εїз : ¿Cómo se siente mi personaje alrededor de insectos?  📱 : ¿Textos o llamadas? ☆ : ¿Qué prefiere, sol, luna, estrellas?  ✝ : ¿Mi personaje es religioso?  ☠ : ¿Mi personaje ha tenido algún pensamiento sobre la muerte recientemente o sobre morir? ☎ : Tres personas a las que llamaría en una emergencia ☛ : ¿Cómo responde mi personaje a las órdenes? ❣ : Describe alguna acción física que mi personaje realiza para demostrar cariño / confianza. ❥ : Describe alguna acción verbal que mi personaje realiza para demostrar cariño / confianza. ☾ : Cuando mi personaje no puede dormir, ¿qué es lo que hace usualmente hasta que el sueño llega? ✓ : Dos personas con las que pueda confiar con su vida (dentro o fuera del hotel) ♆ : ¿Qué piensa mi personaje de la violencia? ✉ : ¿Mi personaje es más de acciones o palabras? ♡ : ¿Algún olor que llegue a traerle recuerdos, ponerlx nortálgicx?

pensamientos / confesiones / y más: 

envía 💫 para saber cuál fue la primera impresión de mi personaje con la actual envía ✨ para saber algo que le gusta o disgusta de mi personaje sobre el tuyo.  envía  🌟 para saber un pensamiento, algo que haya cruzado la mente de mi personaje al ver al tuyo. envía ☔ para saber si nuestros personajes tendrían contacto alguno después de volver a Oslo.  envía  🌠para un posible reencuentro después de unos meses en la ciudad.
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             “La creatividad se fue a la mierda, justo dónde tú te vas ir si no me dejas de joder.” Caen las palabras con acento noruego con la misma vigorosidad que ejecuta sus pasos, firmes y decisivos, ansiosos por hallar la lejanía  mucho antes que reencontrarse con el rostro francés. No obstante, es la voz elevada nuevamente por el foráneo lo que produce la detención de sus movimientos, los corta de cuajo, frenó en seco sólo para oír con claridad aquellas oraciones que sólo terminaron provocando aquel lado que bien supo contener ante el joven hasta entonces. Cuando la conclusión de aquel mundo ficticio que él se había creado llega, es cuando finalmente vuelve a enfrentarlo y acorta distancia, caminar enfurecido. Puño cerrado es el que impacta contra el rostro masculino tras simplemente desearlo, golpe duro y que suena fuerte, huesos que chocan, que impactan y obsequian un puntazo de dolor en los nudillos, afligió que se deleita, que sólo brinda satisfacción. “Me vuelves a joder,” Se mueve por el espacio, mano que atrapa la prenda masculina y jala de la misma, busca llegar al oído del muchacho. “y te juro que tomaré las malditas tijeras de podar todas oxidadas que hay en sótano y castraré… oh, espera: eso no es mucha perdida, ¿cierto?” Silabas que se formulan desde la malicia, desde el agotamiento, que no buscan más que hostigar a quién no ha hecho otra cosa con ella, suelta la tela y, nuevamente, abandona la escena a paso ligero.
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"Irme a la mierda suena mejor que quedarme aquí con un psicópata, uhm.” incapaz de otorgarle la última palabra, dejar que alzara un premio que no le pertenece, un triunfo que se ha encargado de mantener entre sus falanges cada vez que un insulto es entonado por la dulce entonación femenina. Es el retorno femenino el que lo lleva a alzar la comisura siniestra, rostro que se enfoca en su dirección, expectación ante insultos que no son los que colisionan con su oído, sino es su extremidad. Golpe dirigido a los carmines, tono bermellón que tiñe la carnosidad inferior, mano que se alza hasta la zona en cuestión, corroborando la herida que ha figurado en su cabeza. Se ve interrumpido en cuestión de segundos por la mano que toma su prenda, dígitos que se posicionan (sin generar presiones) sobre la muñeca contraria, es la sonrisa ladina la que aparece en su rostro; siendo el dolor el que punza tras la curvatura. “Tan básica, Minerva, siempre con los mismos insultos que a nadie le importan.” contraataca, autoestima que no es tocada por palabras vacías, por construcciones discursivas que son incapaces de rozar siquiera la dermis franca. “¿Es todo lo que tienes?¿Golpes, groserías e insultos sobre un pene o mis capacidades sexuales?” cuestiona, decepción que aparece en su cuestionamiento, el agarre se torna tierno, hasta suave, mas lo mantiene. “Es realmente triste, mh, que no seas capaz de llegar a formas más civilizadas para vencer a alguien con la palabra.” y aleja sus falanges, mirada parda que se encuentra con las facciones contrarias. “también es triste que soluciones o te deshagas de tu ira con puños, no quiero pensar que has tenido que pasar.” y es lástima, sí, la que brilla en el tono ámbar. No está molesto, se niega a caer en configuraciones que están lejos de ser razonables para el europeo, fue él quien presionó, mas la respuesta se aleja de toda premonición. 
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“¿Hugo?” es esculpida la duda, sin espera honesta de respuesta “Pero mejor, el hombre merece un descanso, no nos íbamos a reunir ni nada, ya sabe manejar armas, ya sabes…” esclarece confusión contraria, los hombros suben y bajan en un movimiento suave, hace bailotear el papelillo protagonista, ahí todas las indicaciones evocadas por el de hebras negras y rostro que aclama el pasaje de décadas y vivencias. Vuelve a leer nombres, horario predispuesto, duda y vacila porque son cinco y la paciencia es tan escasa en el campo de enseñanza. Y, sin embargo, es la principal salida laboral de su carrera. “No está aquí anotada, así que…” duda del destino de toparse con la de facciones gélidas, pero por sobretodo, conoce su memoria y su poca habilidad de mensajero cuando la importancia es poca, así que se ahorra la respuesta positiva que escondería falacia, pero de recordar el mensaje llegaría. Incomodidad que no percibe, lectura siempre ciega de aquellos que son libros desconocidos, que no siente tampoco ni le habita. Asentimientos y mirada pronto abandonando el rostro francés cuando en la lejanía de pasos silueta no del todo familiar va acortando pasos, suerte como elemento que le vendría bien ante la ausencia de talento natural con tareas de aquel índole, por eso lo agradece con murmullo y curvatura fantasmagórica, efímera “Suerte con la búsqueda” guiño del ojo derecho, corto y pasajero, el enfoque recae en el devenir de hora y media de voluntariado.
// convo cerrada // @demadrugadarpg·
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         Y en esos momentos lo que más le molestaba era ser consciente de que el francés tenía un punto, porque él mismo lo dudaba. Cuando estuvo en el bosque, llegó un punto donde dejó de huir, donde la adrenalina que le mantenía en pie no se alimentaba más del miedo de volver a ser enviado al infierno, porque él mismo encontraba demasiado irreal la idea de haber escapado por cuenta propia, porque sentirse lo suficientemente listo, lo suficientemente habilidoso como para encontrar la forma de salir por cuenta propia no sonaba coherente. Y era esa su pesadilla personal, porque una cosa era que los demás no confiasen, ¿pero la incapacidad de no poder confiar en sí mismo? Era insensato, era, quizás, lo que más al borde del colapso lo mantenía. Ni siquiera fue consciente de en qué momento su puño terminó golpeando el pómulo ajeno, la última concentración de adrenalina siendo utilizada para dañar al contrario, más que por la furia que podría causarle estar siendo puesto en tela de juicio, por la creciente molestia de saber que es muy probable que tenga razón, que aquello no sea un brote de suerte o de astucia, que sea todo parte de un plan bien ideado para tener a la locura en persona vagando por el hotel, comiendo en la misma mesa que el resto. “¿Qué esperas que diga, Nic? ¿Que confluya con tu teoría y me de por una pieza más en el tablero? ¿Que te lleve la contraria el tiempo suficiente para que termines volviendo a confiar en mí?” Sus labios apretados, las palabras saliendo casi con odio. Sabe de sobra que cualquier argumento que le de no será suficiente para hacerlo cambiar de parecer, tampoco es como que cuente con la energía mental suficiente como para querer seguir discutiendo del tema. Pero de un momento al otro su mirada se tornó desesperanzada, se da un efímero momento para relamer sus labios. “Mi cabeza no deja de hacer conjeturas, de querer obtener respuesta a las mismas preguntas que me estás planteando, al mismo tiempo que se encarga de hacerme dudar de si realmente estoy aquí o es solo que ya me volví lo suficientemente desquiciado para estarme imaginando todo. Es— es una locura. Y preferiría estar muerto que seguir luchando con las voces.” Un tono puramente honesto, y es que sonaba fácil, se le antojaba por demás tentador. Se sentía de lo más vulnerable admitiendo aquello, poniéndolo en la mesa como una corta frase que bien podría apoyar las teorías francesas de que no era más que parte de una conspiración, de un intento por desmantelar todo desde adentro. Pero también lo veía necesario, una silenciosa plegaria de tener el beneficio de la duda, porque muy en el fondo necesitaba que alguien más creyera en él, porque en cualquier momento él dejaría de hacerlo. “Y si estoy luchando porque el último tornillo no se caiga, créeme que nada tiene que ver conmigo.” Un tercero de cabellera rizada era la principal motivación, saber que hubiese perdido la cabeza en el momento en que se enterase de su muerte era quizás la razón más importante por la que en esos momentos estaba allí. “Si me vuelvo loco, mátame. Libero tu consciencia del cargo, mereceré morir, si eso te ayudaría a dormir por las noches, grabatelo a fuego. Pero mientras eso no pase, no te quiero cerca.” Concluyó, mandíbula tensa y palabras que conseguían aumentar su ansiedad, obligándole a abandonar la enfermería antes de que cualquier otra cosa fuese dicha.
CONVO CERRADA // @demadrugadarpg
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“Serás un pésimo médico entonces, siento pena por tus futuras pacientes.” Es la burla formándose en la comisura este, sardónicos vocablos son entonados con el acento ruso. Finge escenarios, se inventa posibilidades a futuro que carecen de sentido alguno, como una costumbre mas, es el tira y afloja el que se instala en el actuar propio, y ajeno, batalla que se encuentra lejos de proclamar a uno de los dos como victorioso, y después de cada oración soltada son ellos los que se coronan triunfantes. Corrobora, no ha sido una jugarreta, una mala pronunciación o algo que se le parezca, “eres un idiota, Nicolas.” juega, va tanteando el terreno, expectante por la respuesta francesa, el saber si ha sido intencional el uso aquella palabra, una memoria de antaño que la mente rusa ha logrado conservar, al menos la mayoría de ésta. “¿Qué querías que hiciera? Era su cumpleaños, lo mínimo que podía hacer era elegir la película.” Contra ataca, y sabe que las propias entonaciones lejos se encuentran en busca la satisfacción nórdica, siendo el disgusto francés el motor que mueve el actuar de la rusa. “Minlight timbiín y mi iburrii.” Sucumbe, se entre al actuar enteramente infantil e irreverente, voz que se torna más aguda que de costumbre y mirada que no escatima en volverse de marfil. Quejido, indignación cincelada sobre el semblante de porcelana, el fruncir del entrecejo, molestia que no quiere siquiera ocultar.  “Qué haces Nicolas, deja eso.” Suelta después de que la diestra retira el índice sobre los labios, brusco movimiento. La tela que refugia los hombros cae sobre el sillón, la anatomía se mueve por sobre la ajena, no se piensa en las posibles consecuencias, en el cálido líquido siendo derramado en el cuerpo foráneo y la propia, un verdadero caos que no le importa. “Devuélveme la taza.” La diestra se extiende, los movimientos la llevan hasta proclamar presa la figura ajena en un intento por buscar seguridad, ventaja, siendo las piernas del francés su próximo lugar de descanso. “No te lo voy a pedir, dame la taza o si quieres esa, ve y prepárame una a mi.” Responde tajante, el mentón se eleva como quien espera nada mas y nada menos, que una afirmativa como respuesta, a sabiendas de que son bajas las posibilidades de salirse con la suya. 
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"Si te acuestas y abres las piernas te puede demostrar lo equivocada que estás, Lovhrem.” pésima pronunciación masculina, de hecho, exacerba las posibilidades de caer en erratas que la fémina detesta y reclama; siendo más similar a la lengua materna que a la de nórdica herencia. Se declara un triunfador ante los hechos, ante los deseos de despertar molestia en la de angulosas facciones, ceño fruncido que proclama la caída de la corona sobre su cabeza y el trofeo cobijado entre sus dígitos. “Soy tu idiota, Tatianna.” deja en evidencia el recuerdo fecundado, episodios que han ido uniéndose a lo largo de la jornada, estadía diaria que lo ayudo a conectar momentos e interacciones, concluyendo en la habitación acuática en que las palabras femeninas se grabaron sobre su piel, en sus entrañas, apretando el aparato cardíaco y empujándolo a entonar una seriedad que se había negado a observar. Pero es el diario el que vive, no el mañana o un pasado, cae en la idea de la inexistencia de un nuevo día, mas propio, no de ella; a quien encierra en la posibilidad de un retorno al hogar paterno. “Sí, porque siempre piensas en lo que quiere hacer el resto, obvio, porque querías ver a Mattias sonriendo y a mí con el ceño llegándome al cuello.” es conocedor de las motivaciones femeninas, meses ha llevado analizándola, observando cada uno de sus movimientos, encantándose con los defectos y aferrándose a las virtudes que atesora y abraza. “¿Cinco me dijiste que tenías o eran cuatro?” continúa con los misiles, mano que golpea una de las delgadas extremidades femeninas, muslo que colisiona con la palma de su mano con suavidad, siendo la comisura este la encargada de demostrar la jocosidad que se encierra tras cada uno de los actos francos. “Tomo té, ¿no lo hacen así en Rusia?” se burla, expresa lo obvio, juega con brechas culturales y realidades que lo vuelven a coronar como el triunfador ante la naciente frustración de la de hebras color fuego. Porcelana que se eleva capturada por sus dígitos, peligrosa altura que se transforma en un atentado para ambas anatomías, negándose a entregar el cálido placer a quien su antagónica. “Tiene mis babas, debería darte asco.” ironía pura, carcajada que se mantiene encerrada bajo sus cuerdas vocales, que lucha por salir, mientras sus labios se ven obligados a permanecer apretados para mantener encerrada la sinfonía en diversión. “Quiero esta y no te prepararé ningún té.” asegura, descenso del instrumento en dirección a sus líquidos, siendo el movimiento contrario una condena para ambos de desearlo, en donde el baño se produciría en direcciones compartidas. “Si quieres más té ve a hacerte otro.” sostiene, dispuesto a finalizar con el dulzor que encierra la vajilla hotelera. 
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         "Somos dos.” Admite, pero no tiene de otra. Y justo por eso se mantiene calmado, sin hablar en demasía, porque no está seguro del alcance que tiene su mente, no sabe a qué punto los recientes hechos le han jodido más de la cuenta, y si va a averiguarlo, prefiere hacerlo para él mismo, mantenerlo en sus adentros antes de terminar pareciendo otro maldito lunático, se esforzaba por no serlo. Asintió, le parecía lo justo, aunque sintiera restos de molestia aparecer ante la idea de ser privado de las drogas, pero no pondría objeción, no de momento. Sus labios se aprietan, incapaz de demostrar lo dolido que se puede tornar ante aquellas palabras, la daga que representa que, de una u otra forma, le de a entender que su vida se tornó menos valiosa desde que desapareció, que sería preferible botarlo al olvido que molestarse en ayudarlo.Puede es la palabra clave.” Porque ni siquiera le asegura que haya otra persona en riesgo, sino que la simple posibilidad le haría darse la vuelta y dejarlo morir. Se relame los labios, ya ni se molesta en usar un tono molesto, en su lugar opta por uno neutral, lo más inerte que puede. Arquea una ceja, la sentencia de la desconfianza es marcada finalmente y entonces desvía su mirada, quería mostrarse incrédulo, sentirse así, pero lo cierto es que no podía, porque por más que le causara malestar ser puesto a prueba, ser observado con cautela y recelo, entiende los motivos francos para actuar y pensar de aquella manera. Pero se abstiene de demostrarlo, de darle la razón, porque es la indignación quien reina en su raciocinio. “No te molestes, soy yo quien se va.” Anuncia, total, que el otro era el médico en turno y él ya había quedado en pasar la noche con Savannah, ya se encargaría de volver cuando Iñaki, Valentina o Juno fuesen quienes acompañaban o sustituían a Guadalupe. Tomó el resto de la tira de pastillas, comenzando a avanzar hacia la puerta, pero antes de salir, se giró. “Eres un imbécil, Sergeant.” Soltó una risa ácida, muy lejana de ser divertida, de demostrar cualquier ápice de broma o humor. “Aunque eso no es una novedad, pero pensé que serías lo suficientemente listo como para notar que si quiere lastimar a Casper, a Tatianna, lo hará. Las amenazas son mera psicosis, parte de la diversión de vernos sucumbir como si eso le diera alguna especie de inmunidad a nuestros seres queridos, pero no es así. Y él mismo había caído, había entrado en la locura de creer que si ocultaba información, que si se mantenía alerta y rondando el mayor tiempo posible al de rubias hebras estaría bien, que aquella amenaza de semanas atrás no se cumpliría por el vago intento del británico de brindarle protección. Pero ahora sabía que no era así, que no lo sería, y si era honesto no le gustaba, porque era más fácil vivir en la ignorancia del optimismo, de posibles alternativas y salidas seguras para las personas que le importaban. “Si te hace sentir más tranquilo, adelante, estaré lo suficientemente drogado para que me apuñales por la noche, cualquier noche de los próximos días en realidad, así que elige la que más te guste.” Y sí, algo está lo suficientemente fuera de lugar en su cabeza como para que aquella sugerencia pueda ser tomada en cuenta y no le moleste la posibilidad. “Pero en el fondo sabes que no soy de quien te tienes que cuidar.” Se encoge de hombros, entonces dándose la vuelta para abandonar el lugar.
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La huida se ve frustrada por las palabras de proveniencia inglesa, aún así mantiene la distancia del cobijo caoba, manzana que busca una nueva mordida cuando es el nudo el que se forma en su estómago. Come por costumbre, porque se niega a demostrar que la situación que lo rodea lo agobia, lo aleja del estado de serenidad constante en el que se ve sumergido. Porque le duele desconfiar de él, primera carcajada entonada, conexión inmediata que continúo a pesar de las distancias, y que hoy, bajo las consecuencias de una tortura, se ve destrozada. “Minerva suele decirlo seguido, podrías unirte a ella, tampoco hace preguntas.” continúa, reconoce que la cercanía dispuesta se debe a su escasa curiosidad, hacia el temor que le generan las respuestas no deseadas. “Sé que si quiere lastimar a Tatianna podrá hacerlo cuando se le cante, Rhett.” admite, es tranquilidad la que resuena en la colisión de su paladar con su sinhueso, son palabras dedicadas con armonía como quien explica un desastre a un infante. “Pero prefiero ir descartando posiciones, cortando el camino, para que no se transforme en lo que sea que se transformó Marius.” y no teme entonar el nombre del difunto, primera vez que es pronunciado en sobriedad, utilizando denominaciones referentes a cadáver o cuerpo en un pasado en donde obsequiar un nombre podría traer rasgos de culpa. “Y no, no creo en las amenazas, podría haberme mandado mil cintas y no hubiera creído ninguna de ellas, porque no dejo que las palabras se metan en mi cabeza, sino las acciones y el permitirte volver aquí—” se detiene a sí mismo, comisura este que se eleva. “tanto a ti y bambie, es otro movimiento más, ¿no crees? Podría haberte matado en cualquier momento en el bosque, seguro parecías un conejo asustado corriendo del zorro con las heridas que cargas.” son señales que ha pensado desde que el umbral fue cruzado por el de alta figura, no quiere creer en ellas, mas es su raciocinio el que lo ataca. “Dime, Rhett, si tan inteligente eres y tan seguro estás de lo que todos creemos, ¿por qué crees que estás aquí?” se interrumpe a sí mismo, mantiene un suspenso que no necesita. “Exacto, porque él te permitió volver” entona como ataque, un contraataque que contrasta con la tranquilidad que el semblante francés profesa, nueva mascada que es atrapada por sus incisivos. “Y me alegra que vayas a estar drogado, así no terminas de volverte loco y dañas a un tercero.” es sinceridad pura, sabe que podría estar hiriendo, tocando heridas emocionales, atacando lo que parece ser la salud mental de quien ni siquiera está seguro de ella. “En el fondo sabes que si estás aquí, vivo, en las condiciones que estás, es por algo, mhm.” es una invitación para una salida, cuerpo que se dirige hasta el escritorio que lo refugio, espacio donde esperaría al siguiente en turno. 
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Penumbra, total oscuridad, campo visual e imágenes que son acaparadas en su totalidad por la palma francesa, siendo este el único sentido nublado, porque el acento se cuela por el canal auditivo, imposible no reconocerle y a si mismo, al olfato no caer presa de la fragancia masculina. “O quizás, no sabes leer. No es algo que debería avergonzarte, ¿sabes?” ironía, una necesidad por incordiar que se ve acaparada ante el adjetivo soltado, mismo que se mueve en la forma de un recuerdo por el mar de pensamientos. El puente de la nariz se arruga como consecuencia, “¿Cómo me llamaste?” Tantea el terreno, es el deseo por saber qué lo ha llevado a soltar aquel, entre todos los posibles nombres/insultos. Mirada que se tiñe en marfil, porcelana que busca refugio sobre la superficie mas próxima, diestra que se mueve y la coloca ahí mismo. “Ni siquiera sabes qué película estoy viendo Nicolas, es un insulto comparar este o cualquier otro filme con el dictador.” La punta de la lengua colisiona contra el paladar, memorias de una película que lejos se encuentra de ocupar lugar en la lista de sus preferidas. “Además tiene un oscar a mejor película” informa, los hombros se elevan, se acomoda, invita sin palabra alguna al de descendencia franco portuguesa a encontrar refugio sobre el cómodo sillón. “Puedes quedarte si vas a hacer silencio, si no, ve y busca a mattias, o puedes traerme algo de la cocina, muero de hambre.” Luna menguante dibujada sobre facciones de porcelana, irreverente, infantil.  
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"Quizás no sé leer y todo este tiempo he pasado los cursos por mi asombrosa personalidad.” inventa un autoestima del que carece, siendo los deseos de debatir los argumentos femeninos los que mueven los hilos de su sinhueso, finalizando con el choque del mismo contra el paladar, provocando un chasquido que otorga un triunfo momentáneo, como todos. “¿Insoportable?” interroga en dirección antagónica, lengua noruega que por un segundo duda de ser correcta, anhelando volver a entablar una interacción en materna sinfonía en compañía del último miembro de la línea sanguínea. Extraña, sí, sobre todo cuando es la lengua foránea la que agota y lo obliga a sumergirse en los deseos de ausencia tonal. La comisura este se eleva ante el característico gesto femenino, cuerpo que rodea sin pedir autorización alguna de la de semblante ruso, cuerpo que busca la colisión con el mueble que acoge anatomía contraria. “Tú le permitiste que la pusiera, así que en parte compartes el pecado.” contraataca, obsequia su espalda a la cinta que avanza, manteniéndose a un costado, titubeando si el perturbar la soledad rusa figuraría como una buena idea; desconocedor de las razones que la llevan a buscar la soledad y lúgubre escenario. “¿Y? Moonlight también y me aburrió.” sostiene, siendo el cálido elixir el que proclama su atención, apareciendo los deseos de acercar a los limites a la universitaria. Mano que desciende, cuerpo que se acomoda en el lugar señalado, sin embargo, no es solitaria su caída, ya que apenas su cuerpo se ve posicionado es la porcelana la que se ve secuestrada por sus dígitos hasta acercarse al borde de los propios pétalos. “Me estaba muriendo de sed, eres un ángel.” dramatiza e inventa un ofrecimiento que ambos saben que no se proclamaría, inclinación de la bebida, caída libre por un esófago que premia el obsequio. Dígito que se levanta, que se adelanta a los actos y posiciona sobre los carmines en rosa. “Silencio, estoy viendo la película.” infantil actuar, se acostumbra a una dinámica que no deja de crear un encanto, atracción. 
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         "Dudo mucho que Rufina esté la mitad de jodida que yo, así que sigo convencido de que las necesito.“ Corroboró, encogiéndose de hombros, indispuesto a dejar los medicamentos en su sitio, pero después regresando su mirada al azabache. "Si en una semana sigo consumiendo esto, tendrás un punto.” Admite, porque de sobra sabe que podría terminar consumiéndolas en la búsqueda de drogarse lo suficiente para aislarse de su miseria, pero no es lo que busca, no le suena justo agotar medicamentos que bien podrían necesitarse en el futuro por mero capricho. Pero por el momento, por ese día, no le interesa demasiado, así que poco después las tabletas ya se encuentran circulando en su organismo, a la espera de un pronto efecto. “Me alegro, porque creo que no tenemos penicilina por aquí.” Continúa con el tema, aunque de sobra sabe que si algo anda mal con la rubia cereza será el último tema que el francés decida tocar en aquel momento. Y no está seguro si es su paranoia o realmente lo está mirando raro, como a la espera de que algo se terminé quebrando y confiese algún pecado cometido. Pero aleja el pensamiento de su mente, no se le antoja probable, no cuando es la única persona con quien ha tenido más interacción desde que recobró la consciencia. “Lo haré.” Vale, que no lo hará, pero tener la razón parece siempre calmar al de mirada avellana, y en ese momento no busca enfrentarse por cuestiones tan vagas, así que cede. El latente dolor comienza a atenuarse, y atribuye esta mayoría a los analgésicos comenzando a hacer efecto, secretamente lo agradece, mientras escucha las palabras ajenas. “Planeaba pedirte que me pusieras al día, pero creo que eso sonaba peor.” Se mantenía reticente a preguntar directamente, así que esperaba que entre el recuento de los daños el contrario soltase la información deseada sin tener que hacer la pregunta como tal. Escuchó atento lo que se le narraba, apenas y asintiendo un par de veces un ligero escalofrío recorriéndole ante la mención de más muertos, hasta que el nombre del menor fue pronunciado y su mandíbula se tensó. Se toma un momento para analizar palabra a palabra lo que el contrario le dice, parpadeando, incrédulo. “Ya, vale, ¿ese es tu vago intento de excusa? ¿Que había sido torturado física y psicológicamente?” Cuestiona, el malestar haciéndose de sus adentros, instalándose en su pecho. Se pone en pie al instante, encarando al contrario. “¿Qué hay de mí, Nic? ¿También me dejarías morir? Digo, ambos sabemos que mis marcas no son por haber estado jugueteando en el bosque.” Cuestiona, escupiendo cada palabra con enojo casi palpable. Y había estado evitando el tema, porque ni siquiera sabía con exactitud el estado de su espalda, pero no se requería demasiado para adivinar que una persona tendría que haber causado semejantes daños. “Y bueno, que quizás ahora tampoco soy el más cuerdo, dímelo, ¿soy menos fiable ahora? ¿También sería fácil dejarme morir?”
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"No lo sé, no me atrae la idea de meterme ni en tu mente ni en la de Rufina.” contraataca, es sinceridad pura, no desea entrometerse en traumas del pasado o presente que provocan personalidades, que trastocan cables, que llevan a un contrario hasta el borde del abismo; cuando él mismo es incapaz de indagar dentro de los propios acantilados que decoran su aparato mental. “Si en una semana sigues buscándolas las esconderé.” advierte, deja en evidencia las medidas que podrían ser tomadas por las propias manos o de la jefa en turno, enfermera de semblante dulce que anhela el bien grupal por sobre un individual. Quién sabe si alguien más necesitaría tales medicamentos, quizás él mismo en un futuro. “Bueno, este lugar siempre sabe cómo darnos una sorpresa, quizás si haya penicilina escondida en algún rincón.” y no se refiere a la habitación que los rodea, su discurso va más allá, traspasa las paredes y el raciocinio humano, se centra en un hombre con ausencia de razón que se ha encargado de manipular y torturar las mentes universitarias, atrayendo miedos, generando problemáticas mentales que abruman. Es él mismo quien cae lejos de los brazos de Morfeo cuando es el temor de que alguien lastimase a la de rusa procedencia o al de tierras noruegas, una caída más, un secuestro o una desaparición que sintiese bajo la dermis; así como fue la del estudiante de medicina, luchando por mantener una cordura y esperanza que terminaron declinándose días antes del retorno. “De hecho, suena mucho peor.” añade, mentón que se mueve en afirmativa, da la razón a quien posiciona su selección del lenguaje como la disyuntiva existente, cuando todos los caminos conducen al mismo paradero; el fatídico desenlace propiciado. “No, en verdad no estoy buscando excusas, es un hecho. Pensé que querías detalles, no quiero escuchar un ¿uhm, cómo estaba?” es la imitación del acento contrario el que proclama la última interrogante, intentos de llenar la mayor cantidad de vacíos en un relato que ha sido observado por sus orbes y resentido por las extremidades francas. “¿Bajo esas circunstancias? Probablemente sí, si hay alguien sano fuera que puede estar corriendo peligro y debo jalar una cuerda para salir, sí.” es frialdad pura, y miente, sería incapaz de ver un cuerpo conocido sucumbiendo ante la gravedad por consecuencia propia. La razón que lo llevó a olvidar la vida del de castaña cabellera era el desconocimiento, la carencia de importancia obsequiada. “¿Quieres la verdad?” cuestiona, brazos que se encuentran cruzados sobre su pecho, mirada que viaja desde la cerámica hasta el semblante contrario, es el discurso mental aquel que será exteriorizado. “Sí, eres menos fiable, ¿quién me dice a mí que no te mandó quién sabe quién a hacernos daño?¿Quién me dice que no te amenazó con él mismo matar a Casper si no lo hacías?” reconoce la interrogante en sus palabras, palabras que cantaron desde las cuerdas vocales antagónicas meses atrás, en donde una grabación y amenazan relucían. “¿No lo harías para mantener a Casper a salvo, acaso?” pregunta que parece caer en trampa, porque él mismo caería en aquellas prácticas de ser la de hebras de fuego o el primogénito de la primera ministra los nombres pronunciados. “Así que no, Rhett, no confío en ti ni tampoco en Bambie.” admite, alejándose del refugio que sostiene su anatomía, dispuesto a abandonar la habitación junto a la pieza frutal que ha permitido yacer en un mueble cercano. 
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noche anterior no se presta como la mejor en cuanto a recuerdos. si bien hay ciertos detalles que, quizás esenciales, permanecen en su memoria y la atacaron en cuanto despertó. uno de ellos se trata de la discusión mantenida con el francés, una que no recuerda por completo, pero las frases que llegan a su memoria la hacen saber que lo mejor es mantener distancia. duele, duele haberlo alejado. no sabe si es completamente su culpa o no, pero aún así, no importa. “okay.” contesta, sílabas que abandonan sus carmines con suavidad, aceptando la negativa impropia. vuelve a su propio labor, regresa, dígitos se apropian del revólver que la acompañaba día a día, y por una cuestión de seguridad propia y ajena, quiere limpiar.
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Quehacer que está concluyendo, deseos de abandonar una escena donde la compañía no resulta agradable, mirada parda que cae sobre el charco que se va secando, fundiendo con las hebras del implemento de aseo. Las sílabas colisionan contra su canal auditivo, es un monosílabo que agradece, incapaz de escuchar una disculpa que no corresponde ni aceptará. Son ambos los que cometieron errores, ambos tiraron de una cuerda que terminó por ceder ante la presión de las fuerzas, y se niega a sí mismo el volver a juntar los extremos, unirlos con una sonrisa o un perdón a medias; porque aún es la decepción la que prima en su raciocinio. “Terminé aquí, por favor, no pises esta zona o llamarán a Rufina y no creo que se ponga contenta.” miente, proclama un nombre que no está seguro siquiera si ha realizado alguna de las labores pedidas. Abandona dentro del cubo en liquido el trapero, deprendiendo pasos en compañía de éste hacia la salida, una huida más de parte del francés. 
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