đđâš â§âË excuses
pairing: actor!enzo x actress!r
sinopsis: Enzo y vos estan teniendo dificultades para filmar una de las escenas en su nueva pelicula, por lo que una noche se aparece en tu puerta con la excusa de practicar.
contenido: SMUT !! insultos, thigh-riding, creampie, p en v, sexo sin condon, diferencia de edad (reader 22 y enzo 34), mirror sex, un poquito de breeding kink, reader es un poco innocente (kinda) smut con plot
word count: 5.3k me re inspire sepan disculpar
a/n: holis !! primero que nada PERDON por tardar tanto, soy bastante perfeccionista y cada vez que decia que iba a subir el fic no me convencia como quedaba, pero me parece que ahora esta bastante decente, espero que les guste, me inspire en tres reqs que me mandaron asi que muchas gracias, sigan mandando !!!
"ÂĄCorten, corten, corten!" El director grito repetidamente, su creciente irritaciĂłn coloreaba su voz por completo. "Chicos... Ya se los dije antes, pero..."
Te restregaste la cara con un suspiro, levantandote del regazo de Enzo, quien se masajeaba el puente de la nariz en una clara seĂąa de agotamiento. "No veo chispa... no veo-"
"No veo pasiĂłn", terminaste la oracion de tu director, quien asintiĂł con seriedad. Era la quinceava vez que estaban intentando repetir esta escena ese dia, el cansancio se hacia presente en el set, sin embargo todo el equipo seguia ahi, inalterable, esperando a que el director diera las ordenes para poder retirarse a descansar ya que, despues de todo, eran casi las doce de la noche.
"Les juro que esto es igual de agotador para mĂ como para ustedes.", continuĂł el con el guiĂłn entre las manos. "Necesito que quede bien. Simplemente imaginense que esta escena es la culminaciĂłn de seis meses de espera entre los personajes. Seis meses de tabĂş, de tensiĂłn sexual implacable. Nada mĂĄs que miradas en clase y breves caricias... se supone que estan al borde de la locura el uno por el otro, feroces el uno por el otro. Pero aca solo veo nervios e inexperiencia... Ustedes son profesionales, les pido por favor que se concentren... Cuanto antes se suelten mas rapido vamos a terminar."
Enzo y vos estaban rodando la primera escena de sexo de una pelĂcula que relataba la enfermiza y prohibida relaciĂłn amorosa entre una alumna de 18 aĂąos y su profesor quien era mucho mayor que ella. Bueno, no exactamente filmando âya que no estaban llegando muy lejos con la escena.
Esto era dificil para los dos, simplemente no podĂan complacer a su director.
El papel ya de por si era increĂblemente agotador, incluso sin contar el estrĂŠs extra de la escena de sexo: eran jornadas de rodaje de 15 horas, viviendo en el set en una ciudad lejos de tu casa, y la mitad de esas horas se dedicaban a filmar o practicar esta misma escena, tener a un director perfeccionista que se creia la reencarnacion de Kubrick no era facil.
El problema de la escena era su extensa duracion, y el director querĂa que se hiciera en una sola toma.
Daniel, era un director brillante, y tenĂa un amor incondicional por este proyecto y sus personajes que desearĂas que todos los directores tuvieran por el suyo, pero ĂŠl era inflexible en que todo sea hecho a la perfecciĂłn ya que en varias reuniones previas al rodaje hablo sobre como esta escena estaba destinada a ser la mas "icĂłnica" de toda la pelĂcula, porque era el quid de la cuestion, el punto de inflexion para los personajes, el punto de no retorno.
"Con todo respeto, Daniel..." empezaste "nunca me habia imaginado en un escenario asĂ, y tampoco tengo experiencia en este tipo de situaciones. ÂżA que te referis con que nos falta pasion?"
"Ese es tu trabajo: imaginar e interpretar". El director exigiĂł. Obviamente frustrado con la situacion.
Justo antes de que pudieras retrucarlo, Enzo intervino con suavidad. "Creo que lo que ella quiere decir", dijo, viendo las venas de la frente del director casi por estallar "es que es difĂcil actuar porque no es una situacion que se viva cotidianamente. Es fĂĄcil actuar enamorado porque amor hay por todas partes, Âżno? Pero aca no tenemos mucho en lo que basarnos mas que en lo que podemos llegar a imaginarnos."
La mirada del director se turnaba rĂĄpidamente entre vos y enzo por un momento antes de suspirar cansado.
"Me vas a decir que nunca pensaste en alguien mas grande de esta manera?" te insistiĂł, obviamente bromeando y tratando de aligerar el ambiente en el set.
Hiciste una pausa, y trataste de no mirar a Enzo, tu co-protagonista de unos treinta y tantos aĂąos.
Enzo habia sido casteado no solo por su impecable actuaciĂłn sino que tambien por lo absolutamente precioso que era.
Su personaje era enfermizo y asqueroso, por eso sabias que el haberlo elegido a ĂŠl era una decision calculada y previamente analizada. Querian que el publico bajara la guardia ante su belleza para poder darle un plot twist y que la inmoralidad del personaje los tomara por sorpresa mas tarde.
Estaba destinado a ser visto como un hombre encantador, guapo, totalmente fuera de los lĂmites. El objeto de deseo completamente prohibido, la lĂnea que tu personaje estaba desesperada por cruzar.
No era muy distinto en la vida real; la joven actriz inexperta que anhelaba pasar por alto las reglas sociales y expresar con total sinceridad su admiraciĂłn por el actor de mediana edad con aĂąos de experiencia a sus espaldas.
No estabas enamorada ni nada, pero te deleitabas ante su presencia, despues de todo Enzo era todo lo contrario a su personaje; el mayor era paciente, amable y completamente comprensivo con tu falta de experiencia en el ambito cinematogrĂĄfico, siempre te guiaba durante el rodaje y te daba tips para sobrevivir a un rodaje. Eran cosas basicas, tales como cuando podias quitarte el maquillaje y el vestuario o como pedir ciertas cosas en set y lenguaje especifico, todas las cosas que a ĂŠl le hubiera gustado que alguien le diga cuando estaba empezando.
Siempre estaban esos tiempos libres en donde compartian risas sinceras y conversaciones tontas que nunca esperabas de un hombre tan imponente como Enzo, conversaciones en donde sus manos ĂĄsperas apenas rozaban tu cintura y su mirada recorria con atencion tu rostro y tu cuerpo, en donde su voz sonaba sensual y provocativa a pesar de que nada vulgar salia de su boca.
Enzo hacĂa que tus interiores palpitaran, con anticipacion especialmente cuando llegaba la hora de rodar las escenas mĂĄs Ăntimas, y solo podĂas aferrarte a la fantasĂa de que ĂŠl sintiera lo mismo.
Todavia te acordabas de la primera escena que hicieron juntos: en la pelĂcula, sus personajes se encontraban despuĂŠs de clase para conversar sobre un examen desaprobado, el punto en donde comenzaria su atracciĂłn del uno por el otro. Enzo estaba presionado contra tu espalda, inclinĂĄndose sobre vos para mirar con insistencia el examen, con una de sus grandes manos agarrando tu hombro. El aire se sentĂa cargado, su cuerpo cĂĄlido, su voz baja haciĂŠndote sentir mareada mientras recitaba sus lĂneas.
Te estremeciste al recordar el momento, y, volviendo a la realidad, respondiste a la pregunta del director con un enĂŠrgico asentimiento de cabeza.
El director soltĂł una risa âforzada- y golpeĂł suavemente el guion contra la palma de su mano. "Bien. Bueno, les parece si cortamos por hoy. Aprovechen este tiempo extra para imaginar, investigar, cualquier cosa, e intenten practicar la escena antes de maĂąana, ÂżSi? La prĂĄctica hace al maestro."
Enzo y vos asintieron al unĂsono, intercambiĂĄndose una mirada que gritaba "que vamos a hacer?" antes de apartar la vista mutuamente y regresar a sus caravanas.
MĂĄs tarde esa noche, estabas preparĂĄndote para irte a dormir, quitĂĄndote el pelo reciĂŠn lavado de la toalla mientras veias el guiĂłn reposando sobre tu cama, la luz tenue te invitaba a relajarte, sin embargo un golpe en la puerta del trailer te saco del trance.
"AhĂ va!!," exclamaste, mientras te ponĂas tus shorts de seda. Te percataste rapidamente de lo incĂłmodo que podrĂa ser ser vista en esos pijamas si el director o alguno de tus compaĂąeros actores estaba detras de esa puerta, pero estabas demasiado cansada como para preocuparte.
Te importĂł, si, pero sin embargo, en vez de cambiarte cruzaste tus brazos de manera que estos estuvieran cubriendo tu pecho, el cual se encontraba ligeramente descubierto. Fue entonces cuando abriste la puerta y ahi, en los escalones, estaba tu compaĂąero de reparto, Enzo.
Antes de hablar, te examinĂł de arriba a abajo, con sus oscuros ojos brillando detrĂĄs de un par de lentes de descanso, los cuales eran desconocidos para vos, no pudiste evitar pensar en lo lindos que le quedaban. "Uh, disculpame chiquita, ÂżTe estabas por ir a dormir?" preguntĂł por lo bajo, su voz se escuchaba mas grave de lo normal. Ese tipo de apodos eran normales viniendo de Enzo, sin embargo hizo que tu piel se erizara, ÂżO habia sido el frio aire del exterior? SĂ, probablemente era eso.
Su mirada se paseo por tu cuerpo y se detuvo en la piel desnuda de tus piernas por unos segundos mĂĄs, te moviste incĂłmodamente, cruzando los tobillos en un intento pobre de esconderte. "Si... son casi las tres de la maĂąana En... ÂżPasĂł algo?" preguntaste con un tono un poco agresivo, un poco mas de lo que pretendĂas ser.
"Si ya se, disculpame", se corrigiĂł, sacudiendo la cabeza y finalmente mirĂĄndote a los ojos. "QuerĂa pasar antes... me quede pensando porque sĂŠ que esta escena nos estĂĄ desconcertando, asĂ que..." se interrumpiĂł, levantando el guion que sostenĂa detrĂĄs de su espalda. "ÂżEstas muy cansada como para practicar un poco? Sino maĂąana temprano, no hay problema." Parpadeaste rĂĄpidamente ante la simple e inocente solicitud. Enzo estaba parado en tu puerta a las tres de la maĂąana preguntandote si podian ensayar. Solo un ensayo, no alguna travesura lasciva de Ăşltima hora de las que te estabas imaginando. "Ah... sĂ, obvio, pasĂĄ que estĂĄ frio.", asentiste entumecida, apartĂĄndote para dejarlo entrar.
Enzo asintio en forma de agradecimiento y te regalo una sonrisa, una vez dentro de la caravana se instalĂł en el borde de tu tocador, mirandote mientras cerrabas la puerta y te volteabas en su direccion. Se veia casual, tenia puestos unos joggings grises holgados y una camiseta blanca ajustada y desgastada.
Ya estaba todo predefinido en el guiĂłn, cada palabra que tenias que decir y cada acciĂłn que tenias que hacer, pero aĂşn asĂ. Decir y hacer cosas de esa Ăndole despuĂŠs de las horas de trabajo parecia formar parte de una de tus fsntasias con el mayor. Sin embargo, te obligaste a despavilarte internamente -por segunda vez en menos de dos minutos-. Enzo habĂa venido a ensayar la escena con intenciones profesionales y probablemente solo lo habĂa hecho porque estaba cansado de que arruinaras la escena, despues de todo el podĂa hacer su parte magistralmente, y sabĂas que si hubiera estado acompaĂąado por una actriz mĂĄs experimentada, la filmaciĂłn habrĂa avanzado hace ya mucho tiempo. Caminaste temblorosamente hacia tu cama, acomodĂĄndote sentada como indiecito en la misma mientras lo veĂas hojear el guion; enzo levantĂł la vista y frunciĂł el ceĂąo con una sonrisa. "ÂżQuĂŠ estĂĄs haciendo ahĂ? VenĂ para aca", te indicĂł que te acercaras, casi como una orden sin embargo salil de su boca con amabilidad. "No tenemos un escritorio, asĂ que podemos usar tu tocador. ÂżTe parece?" Asentiste, mordiĂŠndote el labio y obedeciendo nerviosamente a sus palabras. "ÂżEntonces, arrancamos desde el principio?" preguntaste, sintiendo de repente como tu voz y tus piernas se sentian dĂŠbiles.
Sus ojos seguĂan fijos en el papel mientras respondĂa. "No, no creo que haga falta. La parte del sexo es lo Ăşnico con lo que estamos teniendo problemas, ÂżNo?" Tragaste saliva, tu garganta estaba repentinamente seca.
Con eso, Enzo termino de darle un Ăşltimo vistazo al guion antes de sumergirse en la escena.
Sus acciones ya eran familiares para vos ya que habian estado intentando filmar esta escena todos los dĂas durante al menos tres dias. Su cuerpo se volviĂł hacia el tuyo, sus manos subieron a tu mandĂbula y presionaron tu espalda ligeramente sobre la mesa. Te abrazĂł fuertemente y te hizo mirarlo, mientras recitaba sus lĂneas. Torpemente, hiciste lo mismo, recordando mal lo que necesitabas decir. "La puta madre, perdĂłn, me puse nerviosa." dijiste de repente, apartĂĄndote de su contacto y suspirando. Ăl te dio una pequeĂąa y cuidadosa sonrisa, rompiendo inmediatamente el personaje y dando un paso atrĂĄs del tocador. "No hay necesidad de ponerse nerviosa. La prĂĄctica hace al maestro, Âżte acordas?" Te burlaste de su cita al director.
"SĂ, ya se... Es que no entiendo a quĂŠ se refiere con apasionado. Estoy tratando de ser una profesional al respecto, pero - pero nunca fui parte en una historia de amor de este tipo, me cuesta imaginarmelo..."
"No es muy raro igual viniendo de vos, es normal. Sos muy joven todavia, nena. Demasiado buena para este tipo de cosas... ÂżNo?" dijo, su mano subiendo a tu hombro, donde el tirante de tu pijama de seda se habĂa resbalado, acariciĂĄndolo suavemente. PrĂĄcticamente te derretiste ante el apodo y cĂłmo las yemas de sus dedos rozaban tu piel. Estabas tan cautivada que casi gemiste cuando se detuvo y levantĂł tu tirante caĂdo, pero en cambio, tomaste en silencio el guion que se habĂa caĂdo sobre la mesa y encontraste una de las lĂneas, inhalando profundamente y preparĂĄndote para entrar en personaje.
Tu mano subiĂł para tirar de la manga de la camisa de Enzo, segĂşn lo dictaba el guion. "Por favor", susurraste con la voz aguda de tu personaje, "Quiero que me toques."
"No, esto estĂĄ mal... Soy tu profesor y..." respondiĂł Enzo, rĂĄpidamente volviendo al personaje, el dorso de su mano rozando tu mejilla. "No te quiero romper el corazon."
Miraste a Enzo, las lagrimas nublaban tu vista, tal como lo indicaba el guiĂłn. "Por favor. Te necesito." Despues, una de tus temblorosas manos bajĂł por el pecho de Enzo mientras hablabas, tal como lo hacĂas en el set. "Pienso en vos todas las noches... Me mojĂŠ tanto el dĂa que me regaĂąaste enfrente de todos."
Escuchaste cĂłmo a Enzo se le entrecortaba la respiracion.
No, Enzo no, su personaje, te recordaste a vos misma.
"Ay nena... Yo pienso en vos todos los dias, en clase, en mi casa...", gruùó despues de decir sus lineas.
Hasta ahora, todo bien, pensaste. No era incĂłmodo y ya estaba siendo mucho mejor que las actuaciones mediocres que habĂas dado anteriormente. Continuaste inclinĂĄndote hacia Enzo, haciĂŠndo que se siente en el tocador, esta era la parte de la escena a la que habĂan llegado antes de que el director les dijera que cortaran.
Esta vez, sin embargo, las acciones de Enzo difirieron de las que se suponĂa que tenia que realizar: en lugar de acariciar tu rostro, sus dedos bajaron por tus caderas, enviando escalofrĂos por tu espina dorsal.
"Te prometo que me voy a portar bien... Nunca le voy a contar a nadie...", recitaste, sintiendo calor en la cara mientras su mano se acercaba mĂĄs a la curva de tu trasero. "Podes hacer lo que quieras conmigo".
La mirada de Enzo se oscureciĂł recorriendo tus rasgos. No dijo su lĂnea, y pensaste que se habĂa perdido, por lo que retiraste tus manos de su cuerpo preocupada. "ÂżEnzo estĂĄs bien?"
Antes de que pudieras terminar tu oraciĂłn, Enzo te agarrĂł por el culo, cambiando sus lugares y colocĂĄndote en el borde del tocador.
"ÂĄEnzo!" chillaste, era lo Ăşnico que podĂas decir mientras procesabas lo que acababa de suceder. Tu mente divagaba en confusiĂłn - y anticipaciĂłn - mientras ĂŠl estaba de pie enfrente tuyo, con las piernas presionando a ambos lados de tus rodillas, su gran cuerpo atrapĂĄndote contra el tocador.
"Shh... un poquito de improvisacion nunca matĂł a nadie." musito en voz baja con su caracterĂstico acento antes de que un guiĂąo pĂcaro se dibujara en sus rasgos afilados.
Su mano luego acariciĂł tu cabello, mientras que su otra mano subiĂł a tu barbilla y te hizo mirar hacia arriba. "ÂżTodo lo que yo quiera?" murmurĂł, volviendo al guion.
Batiste las pestaĂąas coquetamente. "Todo. Soy tuya".
Aca es donde pensabas que Enzo se detendrĂa, porque despuĂŠs de tu lĂnea venĂan los besos, los toques y las caricias intensas: todas las cosas que hasta ahora no habĂas filmado en absoluto, porque ni siquiera podĂas pronunciar el diĂĄlogo correctamente.
Pero en cambio, se inclinĂł y comenzĂł a besar vorazmente tu cuello, haciĂŠndote jadear.
"Seguime", exigiĂł suavemente, "es todo parte de la escena, Âżte acordas?"
Parpadeaste aturdida, abriendo y cerrando la boca, incapaz de registrar un pensamiento o palabra coherente. Dijo que era parte de la escena, pero habĂas leĂdo el guion, y sus dientes mordiendo ligeramente tu sensible piel no estaba escrito en ninguna parte.
Pero, te tragaste tus pensamientos y recitaste varias lĂneas mĂĄs junto con las suyas. Sentias como su otra mano sostenia tu muslo tan fuerte que pensaste que podrĂa dejar moretones, pars este entonces ya empezabas a creer que tal vez esto era una de esos sueĂąos que tenias sobre el mayor, solo producto de tu imaginaciĂłn.
Estabas siguiendo el guion, tal como ĂŠl habĂa dicho que harian, pero incluso asĂ, era evidente lo sencillo que podria ser rendirte ante sus besos, despuĂŠs de todo, apenas te estabas reprimiendo para no entregarte por completo. Pero ÂżcĂłmo resistirse, con su hermoso rostro a escasos centĂmetros del tuyo? esa era la verdadera pregunta.
Actuando o no, estabas decidida a disfrutar cada minuto de esto.
Cuando una de sus manos comenzo a jugar con la cintura de tus diminutos shorts y sus labios succionaron levemente a piel de tu cuello -justo en ese punto-, no pudiste evitar el gemido que saliĂł de tu boca.
Sin embargo, el ruido pareciĂł asustarlo; lo sacudiĂł, lo devolviĂł a la realidad, y tus sospechas se confirmaron cuando se apartĂł bruscamente de vos.
"Dios, perdon nena..." una mueca cubriĂł sus rasgos, mirĂĄndote de arriba abajo como si acabara de darse cuenta de lo que estaba haciendo. "No sĂŠ quĂŠ me pasĂł, yo... no tendria que haber venido tan tarde, perdĂłn."
Lo miraste, tu cuerpo decepcionado por la falta de contacto, observĂĄndolo presionar sus labios rosados en una mueca conflictiva. "ÂżQuĂŠ - quĂŠ queres decir?"
Su mirada recorriĂł cada rasgo tuyo, tan intensamente que pensaste que estaba admirando tu rostro. "No puedo, no podemos. Sos mi compaĂąera, sos... sos mas chica que yo y..."
"Entonces podemos parar. Si eso es lo que queres", murmuraste coqueta, levantando la mano para quitar un pequeĂąo hilo de su delgada camisa. "Pero solo si lo decis, decime que no queres que esto siga." dijiste, peligrosamente cerca de sus labios.
Gruùó, mordiÊndose el labio. "No me hagas esto. Por favor sabes que no puedo"
"Hacerte quĂŠ?" Inclinaste la cabeza hacia un lado mirandolo con ojos grandes, fingiendo inocencia.
"Provocarme asi, nena. Porque sabes que no te voy a decir que pares. Y porque lo haces sabiendo que no voy a poder controlarme", gruùó antes de darte un beso profundo y desesperado, bajandote del tocador y bajando los besos por tu pecho.
"Entonces no me lo pidas En." gemiste enredando tus dedos en su cabello, siguiendo cada movimiento suyo, derritiendote bajo su toque dominante. "Y cogeme de una vez."
Enzo jadeaba entre besos. "Decis todas esas cosas con esa boquita tan bonita... No sabes como me calentas."
Tus manos recorrĂan todo su cuerpo, te detuviste en el borde de su camiseta, levantando esta para quitarsela, Enzo se separo y se deshizo de la prenda el mismo. Estabas desesperada por sentirlo. Y ĂŠl tenĂa pensamientos similares, sus largos dedos se sumergieron en tus pantalones de seda y acariciaron tu intimidad por encima de la tela de tu ropa interior.
"Te necesito tanto, Enzo", jadeaste, y, despues de escuchar tus palabras, te quito desesperadamente los shorts y las bragas, haciĂŠndote estremecer ante la repentina exposicion.
Acto seguido, se sentĂł en la silla de tu tocador y te agarrĂł bruscamente por las caderas para colocarte sobre uno de sus muslos. La gruesa tela de sus pantalones de jogging, absorbiendo tu humedad como una esponja.
"Dale entonces", exigiĂł sombrĂamente, "Mostrame cuĂĄnto me necesitas y movete".
Te mordiste el labio, la cara ardiendo de vergĂźenza ante la orden. Pero habĂa una necesidad dolorosa en tu centro, y la forma en la que cruzĂł los brazos, mirando y esperando a que te frotaras en su pierna, hizo que te apretaras contra su muslo.
Tus manos se aferraron a sus hombros, y comenzaste a mover tus caderas de adelante hacia atras lentamente, la suave tela de sus pantalones haciendo mal trabajo para complacerte, apretaste tu cara contra su hombro, molesta por la falta de fricciĂłn.
"No puedo yo sola", te quejaste, "por favor".
Ăl sonriĂł socarrĂłn. "Dijiste que me necesitabas y ahora no te podes ni mover? Mira que vende humo que sos, hermosa.". Entonces, de repente movio su pierna hacia arriba haciendo que un gritito saliera de tu boca.
No habia nada que necesitaras mas que enzo adentro tuyo, pero ahi estabas, frotandote pateticamente en su muslo hasta que el te permitiera hacer otra cosa. Obedeciste con resignacion, comenzando a establecer un ritmo constante en tus caderas aumentando el calor en tu interior clavando tus uĂąas en sus hombros, buscando algo que sea tu cable a tierra ante el placer que te estabas inflingiendo.
Tus caderas se movian vigorosamente contra el muslo del mayor cada vez mĂĄs fuerte, cada vez de una forma mĂĄs necesitada, sintiendo la presiĂłn en tu coĂąo crecer cada vez mas y mĂĄs haciendo que te muevas desenfrenada.
"Enzo por favor... por favor te lo pido" hiciste una pausa al sentir una de las manos del mayor posicionarse en tu mejilla, acariciandola lentamente. "No puedo mas... te necesito adentro."
ÂżTe estas escuchando chiquita?" PreguntĂł, uno de sus dedos tomo tu barbilla, inclinandola hacia arriba para que lo miraras, acto seguido metio dos dedos dentro de tu boca abruptamente.
"ÂżTe das cuenta de lo necesitada que te escuchas? ÂżDe lo duro que me pone saber que estas asi... solo por mi y que todavia no te haya tocado ni un pelo?"
Asentiste extasiada mientras pasabas tu lengua por al rededor de sus gruesos dedos, pero en realidad no estabas prestando atenciĂłn: estabas cerca de tu orgasmo a tan solo unos segundos de liberarte de toda esa presion en tu estomago que te estaba volviendo loca, tus caderas desincronizadas, buscando el alivio... "Basta."
Escuchaste la voz de Enzo cargada de deseo mientras posicionaba su otra mano en tus caderas, deteniendo la fricciĂłn. Lloriqueaste ante la perdida de tu climax, era casi como si te lo hiciera a proposito. El pelinegro se levanto y te girĂł, manteniendote presionada a su cuerpo con una mano en tu cintura y la otra todavia empujando sus dedos dentro de tu boca, quedaron de tal manera que tu cuerpo estaba mirando hacia el espejo de tu tocador, la vista de ambos siendo reflejada ante tus ojos, sin embargo no pudiste prestar mucha atencion a eso. La mirada de enzo bajo hacia sus pantalones, viendo la mancha que habias dejado en la zona del muslo "Mira como me enchastraste los pantalones, ÂżMh?" MusitĂł contra tu oido.
No respondiste, o mas bien no pudiste responder, ahora tus muslos estaban siendo presionados entre si, buscando la mas minima fricciĂłn entre ellos mientras te mordias el labio en un intento de ocultar los quejidos necesitados que amenazaban con salir de tus labios hinchados.
Ăl se dio cuenta de esto, sin embargo, en vez de hacer algo solamente sonriĂł y rĂĄpidamente presiono tu estomago contra la mesa que yacia enfrente de ambos, sus dedos salieron de tu boca y sostuvieron tu cara, obligandote a mirarte al espejo por primera vez desde que habias salido de la ducha, tus ojos estaban entreabiertos pero tus pupilas se encontraban dilatadas, tus labios rosados y humedos por la saliva, tu ceĂąo ligeramente fruncido.
Te veias absolutamente destrozada, fue entonces cuando sentiste cĂłmo Enzo alineaba la gruesa punta de su polla contra tu entrada, el momento en el que se deshizo de sus pantalones habia sido algo que te habia pasado desapercibido al estar tan absorta en tu expresion siendo reflejada en el espejo. Cerraste los ojos con anticipacion.
Y de repente, tomaste plena conciencia de la situaciĂłn: te habĂas entregado por completo a tu compaĂąero de reparto, quien era 12 aĂąos mas grande. Y ahora ĂŠl sabĂa que no eras solo una talentosa aspirante a actriz, sino simplemente una chica desesperada y rogando por ser follada.
"Ey, ey, ey, no" dijo rapidamente, "abri los ojos y acordate de tus expresiones. Te va a servir para la escena". Gemiste sin poder evitarlo, obedenciendo a sus ordenes y abriendo los ojos mientras ĂŠl introducĂa lentamente su miembro entre tus pliegues.
"E-En, Dios!", exclamaste cuando finalmente se adentrĂł por completo. Te sentĂas tan llena, tus paredes estirandose hasta el lĂmite para poder tomar su polla tan profundo que sus testĂculos rozaban tu clĂtoris.
"Dios, chiquita... Mira lo mojadita que estas, me vas a matar", comentĂł casi sin aliento desde atras, su expresion mlstraba lo extasiado que se sentia. Tus jugos facilitaban su entrada rĂĄpida, aunque su miembro seguĂa siendo una intrusiĂłn ajena para tu inexperiencia Ăntima. Eras joven y nunca habĂas sido del tipo de estar cogiendo por ahi- o al menos no tan intensamente como ahora.
Te contrajiste alrededor suyo, un gemido escapando de su boca debido a la presiĂłn en su miembro. Enzo comenzo a empujarse adentro tuyo con un ritmo moderado, haciendo que tu cuerpo presionado contra la mesa se moviera de adelante hacia atras, el tocador rechinaba ante la abrupta sacudida y tus labios se separaron ligeramente para dejar salir un dulce gemido.
HabĂas estado enfocada en su rostro en el espejo, te encantaba ver su ceĂąo fruncido, como su cabello se pegaba a su frente, producto de su traspiracion, su boca levemente abierta, y como sus cachetes se volvian cada vez mas colorados, sin embargo la mano de enzo se enredĂł en tu cabello tomandote de sorpresa, agarrando un puĂąado y levantando tu cabeza para hacer que tu atencion vuelva a tu cara. "Te dije que te mires, nena" dijo con seguridad mientras sus caderas chocaban contra tu culo haciendo que la caravana se inunde en ese sonido acompaĂąado de tus gemidos. "Mirate y aprende como tenes que actuar ante la cĂĄmara."
Su otra mano se posicionĂł en tus caderas, apretandola con fuerza mientras sus embestidas se volvian cada vez mas erraticas.
En cualquier otra situacion ya hubieras objetado por el repentino cambio de velocidad ya que apenas habĂas tenido tiempo para acostumbrarte a su largo miembro. Sin embargo, tu calentura era aĂşn mĂĄs intensa que antes, si eso era posible.
Tu boca estaba entreabierta, tu lengua afuera y estabas jadeando y gimiendo como si fueras un perro; tus ojos se ponian en blanco con cada fuerte embestida, y habia saliva cayendo por tu barbilla, sentias como Enzo te sacudĂa contra el pobre tocador y como estimulaba cada parte dentro tuyo. Los sonidos que emitĂas no hacĂan nada mĂĄs que aumentar tu vergĂźenza, eran gemidos ininteligibles y quejidos necesitados, jamas pensaste en mostrarte asi adelante de un hombre, pero el simple hecho de ver lo grande que era a comparaciĂłn de tu cuerpo y como te podia manejar a su antojo te excitaba de sobremanera.
Y sin duda los doce aĂąos de diferencia formaban parte de esa excitacion.
"ÂżHace cuanto que necesitabas que te cogiera asi? ÂżTe pensas que no me daba cuenta de lo desesperada que estabas? cuando te presionabas contra mi mientras filmabamos y como tus manos tocaban de mas... No perdias el tiempo vos tampoco preciosa.", se burlĂł.
"Desde siempre En..."susurraste, con entusiasmo, apenas capaz de comprender lo que estabas haciendo con el placer que te envolvĂa y nublaba tus sentidos. "Dios me cojes ta-tan bien... No pares por dios que rico" Tu espalda se arqueaba hacia ĂŠl, tus paredes tomaban su miembro con desesperacion experimentando un extasis casi desgarrador con cada embestida. Tus gemidos eran cada vez mas incoherentes, cada vez mas fuertes.
"Dios, mirate como gritas por mi, chiquita... ÂżQueres que te coja y que maĂąana todos se enteren de lo desesperada que estas por mi pija? Mirate, mirate lo patetica que te ves, te encanta que te coja fuerte ÂżO no?", murmurĂł, inclinĂĄndose para dar un beso en tu mejilla; dulce y encantador, una clara contradicciĂłn con sus embestidas freneticas y las palabras degradantes.
Gimiste ante sus palabras, pero sabĂas que eran ciertas: nunca te habĂas visto siendo penetrada ya que estabas ocupada, bueno, siendo penetrada. Ver tu reflejo en el espejo de esta manera te tenĂa inesperadamente mĂĄs excitada que antes. HabĂa algo en ello, tu rostro contorsionĂĄndose del placer, las manos de Enzo serpenteando por tu cuerpo mientras seguĂa embistiendote desde atras.
Era como ver tu propia pelicula porno, pensaste de pasada, y te preguntaste como seria grabaras a vos misma. Y si tenias suerte, con enzo.
Su otra mano se deslizĂł hacia tu coĂąo, separando tus pliegues para poder ver cĂłmo su miembro desaparecia en tu interiores. "Por dios mira como me tomas... VivirĂa adentro tuyo", gruùó, inclinando la cabeza hacia atrĂĄs, entregĂĄndose al placer.
El orgasmo que sentias venir no era como el que tuviste al restregarte contra su muslo, no, venĂa mĂĄs rĂĄpido, haciĂŠndote temblar debajo de su gran cuerpo.
"Enzo... mĂĄs rĂĄpido" exclamaste "m-mĂĄs fuerte",
"Por favor", rogaste sin muchas esperanzas de una respuesta, "dale, Enzo, p-por favor". lloriqueaste ante su indiferencia.
Sin embargo y para tu sorpresa, ambas manos agarraron tus caderas para mantenerse firme. "Mira lo necesitada que estas, bebÊ", gruùó, empujåndose mås profundo y råpido, sintiendo cómo las paredes de tu cavidad se adaptaban a su nuevo ritmo. "Llorando por que te de mas fuerte, ¿Mh? ¿Asi te gusta? ¿Queres que te coja hasta dejarte sin poder caminar?"
Con esas palabras, tu climax llegĂł tan rĂĄpido como un tren de carga, golpeĂĄndote y sacudiendote, haciĂŠndote gritar su nombre. Tu orgasmo te destrozĂł, tu visiĂłn se volviĂł blanca y tus pensamientos se pararon por completo. Apenas distinguiste el suave murmullo de Enzo, diciendo "Muy bien chiquita, aca estoy... tranquila" en tu oĂdo, sosteniendote con sus fuertes brazos, evitando que te cayeras.
Cuando volviste en sĂ, tenĂas la cabeza baja, los ojos desorbitados y los labios hinchados. Enzo seguĂa moviĂŠndose adentro tuyo, pero esta vez sus estocadas eran mĂĄs entrecortadas, inestables y necesitadas.
"Acabame adentro", rogaste de repente, agarrĂĄndote de la superficie, tus piernas temblando, tu voz debil de tanto gritar.
"ÂżSi? ÂżQueres que te llene to-toda?", titubeo entre gemidos, dando una Ăşltima embestida antes de correrse en tu interior, podias sentir su miembro latiendo adentro tuyo. Estaba tan adentro que podĂas sentir cĂłmo su semen entraba directamente en tu cuello uterino, no estabas preocupada, despues de todo estabas tomando anticonceptivas.
Pero tampoco te molestaria si no fuera asi.
DespuĂŠs de un momento, retirĂł su miembro, de tu coĂąo y te alzĂł por la cintura para colocarte en el tocador y evitar que cayeras al suelo.
"Gracias", susurraste, mirĂĄndolo a travĂŠs de tus pestaĂąas. Luego mordiste tu labio al sentir como su semilla se deslizaba lentamente fuera de tu coĂąo.
Ăl tambiĂŠn se percatĂł, y soltando un gemido satisfecho, abrio ligeramente tus piernas para recoger parte de su semen con el dedo, empujĂĄndolo nuevamente dentro de tu coĂąo. "Te portaste tan bien, chiquita", dijo, volviendo a ser tierno, acariciando tu cabello, mimando tu frĂĄgil figura y mirandote profundamente.
Te derretiste ante sus delicadas acciones. "ÂżEs un buen momento para decir que me gustas?"
Enzo se riĂł con ternura. "Es un buen momento, si. Y vos tambiĂŠn me gustas."
"Pero dijiste que era muy joven" le recordaste, pasando tu mano por su cabello ligeramente transpirado
Ăl suspirĂł, desviando la mirada nerviosamente por un momento antes de regresar a vos "SĂ, porque es verdad, pero si a vos no te va a molestar verme con un baston en un par de aĂąos lo podemos hacer funcionar...", se encogiĂł los hombros, reprimiendo una sonrisa.
No pudiste evitar la risa que broto desde lo mas profundo de tu pecho ante sus palabras tan fantasiosas y alejadas de la realidad "Ah, bueno no voy a tener mucho problema con eso, mientras que te sigan funcionando las caderas" dijiste con una sonrisa socarrona.
Antes de que pudiera terminar de abrir la boca para decir algun otro chiste malo, tus brazos se envolvieron al rededor de su cuello y lo empujaste hacia vos, uniendolos en un suave beso.
"Me gustas de gustar, en serio..." le dijiste en un susurro, mirandolo a los ojos con sinceridad, Enzo no podia creer lo brillantes que se veia tu mirada.
Sus manos se acercaron a tu rostro, sosteniĂŠndote suavemente, su mirada demostrando todo su aprecio "Ya se, bebĂŠ, a mi tambien me gustas de gustar". Dijo con suavidad antes de presionar un pequeĂąo beso en tu frente.
"ÂĄCorten!" exclamĂł el director, y sentiste cĂłmo tu corazĂłn se detenia. Mierda, pensaste, con la mente acelerada, ÂżquĂŠ saliĂł mal esta vez? ÂżFue el beso o las manos en el pelo? Capaz no le gusto la forma en la que estaban encuadrados...
Sin embargo, el director se acercĂł a Enzo y a vos y soltĂł un grito de deleite para nada caracterĂstico de su persona. "Perfecto", dijo simplemente, bordeando lo catatĂłnico por lo satisfecho que estaba.
Tus hombros se relajaron con alivio, y te inclinaste hacia Enzo, quien sutilmente acariciaba tus muslos. "ÂżYa terminamos?" preguntaste, sin aliento de la emociĂłn.
El director asintiĂł. "Fue increible, elĂŠctrico, necesitado y apasionado, muy, muy apasionado", continuĂł con un suspiro, juntando las manos con fuerza. "Ustedes dos son de los actores mĂĄs increĂbles con los que he trabajado; tienen un talento asombroso, fueron tan convincentes que por un momento pense que realmente habian mantenido relaciones sexuales". dijo seguido de una carcajada
SonreĂste con satisfacciĂłn ante sus palabras, pero no sin echarle un vistazo a Enzo, compartiendo una mirada complice tratando de mantener tu expresiĂłn contenta y neutral, y no delatarte al recordar los eventos de la otra noche.
Mientras el director divagaba sobre la obra maestra que serĂa la pelĂcula, Enzo te siguiĂł fuera del set, murmurando bajito en tu oĂdo, "Al final la prĂĄctica sĂ hace al maestro".