Poesía y caos, sinónimos para mí.
— Micropoema || @jorgema
Una luna más, entre el éxtasis y la euforia
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Escribo, hace ya algunas lunas, y cada vez que me pongo frente a este espacio en blanco para entablar una conversación conmigo mismo y contarle al mundo lo que siento, pienso y percibo, lo único que brota de mi profundo corazón es poesía. No, no es por considerarme un poeta, sino porque el caos en mí se siente como un poema y se resuelve entre poemas.
Es como una obra hecha y, a la vez, inacabada; algo que se crea en mí con la única intención de emerger sin medida alguna. Y es ese emotivo sentir, que me domina a su merced, lo que me impulsa a inventar, fabricar y escribir todo este vasto universo que se mueve y se expande en mi ser.
Es inevitable: es como querer aguantar la respiración por mucho tiempo, como querer permanecer despierto sin cesar; es vital para mí, pues si no lo hago, la locura se instalará en mi conciencia y me despojará de mi esencia y del color que me rodea. No, esto lo necesito, de forma imperativa, volverlo real, tangible; sentir que recorre mi ser y llena ese espacio en blanco frente a mí.
Y este acto de crear, este impulso poético que despierta la poesía en mí, es todo lo que necesito para vivir, renacer y existir una y otra vez, tanto en la realidad como en el mundo que se revela tras cada letra y verso que escribo. No hay nada en este presente continuo que me llene de grata felicidad como este acto hermoso de crear.
Sí, termino en un ciclo eterno, en el que ya no sé dónde comienza ni termina mi ser caótico y poético, pues acabo convirtiéndome en un poema que se escribe con cada palabra que siento, que nace y fluye desde mi interior. Así resulta la obra que se despliega ante mí, explotando emocional y mentalmente tras cada susurro de inspiración.
No, no soy un poeta, y creo que aún me falta mucho para nombrarme de esa manera; lo que soy es un poema que respira y anda por las calles de esta absurda ciudad, que exclama y grita poesía mientras cruza cada esquina, con miedo y sin temor a lo que ello implica. Soy lo que soy: un torpe ser humano que sigue madurando a medida que escribe, camina y avanza a lo desconocido; pero la poesía me provee dirección, claridad y esa hermosa sensación de existir, y eso, hoy y siempre, me llena de paz.
Y me niego a terminar este texto en prosa —este poema en letras—, prefiero dejarlo inconcluso, porque quiero seguir sintiéndome eufóricamente poema, en este éxtasis poético. En cambio, lo único que haré es decir:
— ¡Feliz día a ti, que te sientes como yo! Feliz Día Mundial de la Poesía a todos ustedes, que son un único y hermoso poema.
— Verdad en poesía || @jorgema
Anonymous asked:
¿Por que entre más doloroso es el sentimiento, más bellos son los versos ?
(Suspiro Profundo)
Creo que es porque el dolor profundo desnuda el alma, la vuelve más receptiva a las emociones más puras y auténticas. En el sufrimiento, no hay máscaras ni pretensiones, solo verdad. Y la verdad, por más desgarradora que sea, tiene una belleza cruda e innegable.
Cuando el corazón pasa por el dolor más profundo, las palabras no necesitan ornamentos, fluyen con una intensidad que el gozo pocas veces otorga. El sufrimiento, muchas veces, nos obliga a observar con detenimiento cada grieta del alma, y es en esas grietas donde la luz de la poesía se filtra con más fuerza.
Es como el oro que se refina en el fuego, como la rosa que brota de una tierra herida. La belleza de los versos no radica en el dolor mismo, sino en la verdad que el dolor revela y en la vulnerabilidad con la que el poeta la plasma en el papel, en un espacio virtual o a través de un micrófono en la oscuridad.
Quizás, y tan solo quizás, es por eso, entre más profundo el abismo, más luminoso el poema.
— Vida plena para ti (Suspiro)
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Relatividad: una distancia entre los dos
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Aquí estoy, lejos y cerca de ti.
Tan lejos que siento cómo el aire a mi alrededor se consume más rápido, llevándome al colapso absoluto y sumergiéndome en una profunda oscuridad; una oscuridad que es a la vez un peso perfecto y un dulce dolor, el cual soporto por este amor profundo que siento por ti, por lo nuestro y por lo que soy contigo, mi perfecto amor.
Tan cerca que solo necesito cerrar los ojos para ver tu dulce rostro, irradiando la luz que tu hermoso corazón crea sin mesura alguna. Puedo sentir el aroma de tu tersa piel y de tu mágico cabello, que, al estar fuera, junto al sol y la luna, siempre se mueve en un vals hipnótico con el viento. La música, esa que tu dulce presencia provoca en mi alma, resuena en mí cada vez que estoy allí, junto a ti, mi amor, mi dulce musa estelar.
Sí, aquí estoy, inevitablemente lejos de ti, pero enamoradamente cerca de ti.
— Confesión Poética 59 || @jorgema
Mi destino, mi dulce bashert
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Llegaste a mi vida para dotarla de aquello que le faltaba, para convertirla en un hermoso baile al atardecer, entre boleros y tangos, entre suspiros y amor. Juntos, tras innumerables salidas del sol, sonreímos a lo infinito al contemplar la mirada del otro; jugamos entre las sábanas e hicimos latir nuestro cansado corazón, una y otra vez.
Nuestras lágrimas, tanto de felicidad como de tristeza, se desbordaron sin medida ante nosotros, pues no existía mejor lugar para la vulnerabilidad que entre los brazos de nuestro amor. Discutimos hasta el cansancio y nos herimos con palabras tan duras como dagas de asesino, hiriéndonos a lo profundo del pecho. Pero siempre hubo tregua, conciliación y perdón antes de que callara el sol.
Juntos, lado a lado, caminamos entre sueños, suspiros y respiros. Nos alentamos en lo arduo y fatigoso del camino. Nos tomamos de las manos, nos apoyamos sin excusa y sanamos las heridas que la vida nos produjo. Descansamos en el suelo rocoso y también bajo la sombra de un árbol viejo; corrimos bajo la lluvia y, juntos, nos protegimos de los truenos.
Sufrimos el duelo, tanto el propio como el ajeno. La felicidad nos visitó en varias ocasiones, en esas mesas donde te buscaba a ti o a mí, pero siempre, juntos, disfrutamos de una noble compañía. La soledad y el silencio, en ocasiones —y en muchas más de las que quisimos admitir— nos separaron, llevándonos a estar a miles de kilómetros de distancia, incluso bajo el mismo techo. Pero jamás ganaron la guerra, pues nuestro romance resiliente y nuestro amor invulnerable les dieron frente.
Y hoy, aquí, luego de un largo invierno y en la oscuridad, algo se rompió: mi enamorado corazón. Mientras, en nuestro lecho de dulce amor, ambos dormíamos, solo yo pude despertar, y tú, mi dulce amada, duermes y descansas en el seno de Abraham. Sé que mi vida nunca será la misma, sé que nada podrá ser igual, que este dolor en el pecho y esta profunda agonía permanecerán conmigo hasta mi último respiro. Pero le doy gracias al cielo, porque me permitió vivir en nuestro propio y hermoso paraíso, porque mi vida sin ti habría sido todo menos eso, pues tú siempre fuiste mi bashert, mi dulce amor eterno.
— Cuentos y relatos cortos || @jorgema
El lamento del caminante: entre la duda y la fe
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Estoy cansado, agotado de recorrer este sendero interminable, de andar sin descanso y de seguir sin detenerme. Quiero parar, descansar y contemplar lo que el camino, en su hermosura y sabiduría, me provee; pero temo que si ahora lo hago, no podré continuar, o cometeré un grave error al detener mis pies para mirar atrás.
Sé que estoy equivocado, sé que debo parar, descansar y detenerme a hacer solo lo indispensable: respirar, suspirar y exhalar, pues siento que estoy a punto de colapsar. Pero, a la vez, tengo miedo de detenerme, de meditar en todo lo recorrido y darme cuenta de que no estoy donde debería o, peor aún, que este nunca fue mi camino a recorrer.
Necesito parar, necesito dejar de moverme y simplemente ser; sin embargo, siento que he olvidado cómo hacerlo, que he perdido el modo de sentir esa quietud y, en verdad, no sé si alguna vez lo hice de realidad. Esto me frustra, me agobia y me llena de ansiedad, pues me encuentro entre lo que necesito y lo que debo, entre lo que mi alma clama y lo que el mundo a mi alrededor me exige.
¿Qué hacer? ¡Oh, dime!, ¿qué debo hacer para no sentirme mal y poder seguir adelante con serenidad?
— Confesión Poética 64 || @jorgema
Susurros del destino: la promesa del reencuentro
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Desde mi primer recuerdo, desde que mi mente atesora aquel instante, he sentido una extraña pertenencia, un sentimiento que me susurra que, al caminar por la calle o al doblar la esquina, encontraré a alguien cuyo nombre desconozco, pero a quien mi corazón ya ha amado.
Es como si hubiesen transcurrido mil vidas, se hubiesen cruzado incontables realidades y se hubiese surcado cada sueño, todo para reunirme con ella, contigo. Ese dulce suspiro que brota de mi alma al pensar en el romance, y la hermosa emoción que me embarga cuando medito sobre el verdadero significado del amor.
Y es entonces cuando concluyo que nuestro encuentro no será para conocernos, sino para reconocernos, pues nuestras almas estaban destinadas y predestinadas a ser eternas juntas. Por ello, no importa el tiempo ni el lugar; la emoción será la misma: el despertar de un largo sueño de soledad, hasta que exclamemos: ¡Al fin estás aquí!
Ese día será el reencuentro de dos almas que se han buscado en cada vida, en cada realidad y en cada sueño. Ese día podré compartir contigo mi vida, mi ser y cada anhelo. Aquí te espero, caminando por calles, al doblar la esquina, siempre con los brazos y el corazón abiertos. Porque sé, con fe, que mi destino eres tú, y siempre has sido tú, mi hermosa y dulce desconocida.
— Cartas a una hermosa desconocida || @jorgema
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Entre páginas y suspiros: La chica con alma y aroma a libro
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Allí estaba ella, inmersa en mundos perdidos y fantasías escritas, rodeada de miles de voces y centenares de versos. Acompañada por el dulce aroma de un té que envolvía el ambiente a la perfección y una libreta que ansiaba el roce de su grafito y el cariño de sus manos.
Se encontraba allí completamente absorta, conectada en cuerpo y alma con cada página que tenía ante ella. El amor entre libro y lectora era palpable, un romance que los embriagaba y los transportaba a un mundo donde solo ellos existían. Y es que ella se enamoraba de los versos y ellos se rendían por completo a la forma tan íntima en que los leía.
Observarla allí era contemplar su plena vitalidad, alimentando su alma con autores que, incluso en su muerte, le susurraban al oído y le hacían erizar la piel. Autores desconocidos que le resultaban familiares, como si fueran sus propios padres. Escritores renombrados e inalcanzables, pero a quienes ella podía saludar con un fuerte abrazo mientras se sumergía en su belleza literaria.
Allí estaba, sonriendo con dulzura, suspirando con ternura abundante, sollozando con profundo sentimiento y derramando lágrimas sin temor ni inhibiciones. Sentada a la vista de todos, sosteniendo un libro en sus manos como si su vida dependiera de ello, pero también oculta detrás de cada oración que leía con pasión.
Sí, allí estaba ella, desvelando su alma en cada página, creciendo con cada párrafo, fundiéndose entre las líneas y radiando belleza con esplendor. Y yo allí junto a ella, como un espectador completamente enamorado, cautivado por todo eso y por todo lo que ella era en esos instantes de lectura. Porque verla leer era una fuente inmensa de felicidad, porque yo amaba observarla ser en completa libertad: La chica con alma y aroma a libro, la musa de mis sueños; la mujer de mis versos literarios.
— Cuentos y relatos cortos || @jorgema
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Primavera Inesperada: Cuando el Romance Llegó a Mi Puerta
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Siempre anhelé que el romance, ese que es dulce y considerado, tierno y apasionado; ese que se relata en un poema y se vive en un sueño, tocara a mi puerta.
Y no solo tocó a mi puerta, sino que llegó como el viento de primavera, renovando mi alma y provocando en mí mil suspiros que nacen desde la ilusión de un corazón con esperanza y fe.
Llegaste con tu dulce sonrisa, tus palabras llenas de amabilidad y abrazos que me hacen sentir que he regresado a mi hogar. Llegaste con tu cálido querer y hermoso corazón que me hacen enloquecer.
Porque ahora estás aquí, justo a mi lado, revoloteando sin descanso en mi mente, bailando sin mesura alguna en mi alma y haciendo que mi corazón sonría con ternura.
Siempre esperé que el romance tocara a mi puerta, pero nunca imaginé que llegaría así: tan en complicidad, tan hermoso, tan dulce, y tan tú. No eres lo que esperaba, eres mucho más de lo que mi mente limitada pudo imaginar, pero eres, también, todo lo que siempre necesité.
— Contemplación Poética 07 || @jorgema
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Dulces Amantes: ternura entre sábanas y la Luna
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Ven esta noche, sumerjamos nuestros cuerpos entre las sábanas, y dejemos que el tiempo desaparezca al tocarnos la piel. Perdamos la razón en una búsqueda de ese paraíso que se esconde en nuestra cama al caer el sol, ese paraíso que comienza donde nuestros cuerpos se encuentran y nuestras almas se hacen una.
Ven, dejemos que la realidad a nuestro alrededor colapse con tanta ternura, y hagamos que nuestro amor y la fuerza de nuestra pasión inicien en medio de suspiros un nuevo mundo, uno donde tus caricias son el cielo y mis besos el viento que corre tu piel.
Solo ven, y déjame contarle una historia a tu piel, utilizando el silencio y el contacto con mi ser. Deja que ella descubra antes lo que tengo que decirte con mis labios, y así sabrás la profundidad de mis palabras y de los sentimientos que se envuelven entre cada letra que pronuncie.
Ven esta noche, y entre las sábanas, démonos cuenta de que la eternidad se encuentra cuando mis labios se unen a tu piel, y que la inmortalidad se siente cuando tus labios cuentan cada lunar en mí.
Ven, y seamos todo lo que nuestros corazones desean esta noche; pero sobre todo, seamos dulces amantes hasta que el sol invada nuestra habitación, convirtiendo cada encuentro en un poema, que perdurará en el tiempo, como testigo fiel de nuestro eterno y dulce amor en piel.
— Confesión Poética 43 || @jorgema
A la espera de este amanecer: entre sombras y luz
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La noche se ha vuelto más pesada, y la oscuridad alcanza su punto más crucial. Todo en este momento es silencioso, absurdamente silencioso, devastadoramente silencioso. Este periodo de penumbra ha sido complejo y abrumador; mi cuerpo no ha encontrado descanso y mi mente ha vagado de una a mil posibilidades.
Ha sido una noche larga, repleta de incertidumbre, pero la esperanza está a unos minutos de aparecer en el horizonte, trayendo consigo la luz que tanto necesito. Una luz que hará retroceder toda oscuridad, iluminando nuevas posibilidades y formas de ver el presente. Incluso mostrará, a lo lejos, nuevos senderos para un cambio de estación, de sentimientos y pensamientos, los cuales, con fe, transformarán esta triste y desesperanzadora realidad, que, aunque efímera y actual, se siente eterna y en decadencia.
Aquí estoy, pues, dirigiendo mi mirada al horizonte, en medio de una oscuridad profunda, una que, gracias al misericordioso cielo, está llegando a su fin. Solo espero con paciencia un nuevo amanecer, entre sombras y luz, dentro y fuera de mí.
— Confesión Poética 63 || @jorgema
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Lágrimas en verso: el suspiro y el respiro de mi alma
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Una luz de esperanza brillaba a lo lejos. Se sentía diferente, como un cambio hermoso que por fin llegaba. Pero aquí estoy de nuevo, a las puertas de la incertidumbre, atrapado entre el «¿qué hice mal?», y el «¿por qué no puedo merecer el amor?».
(suspiro)
Un agobio invade mi ser, un nefasto sentimiento que devora mis pensamientos y un cansancio emocional que me roba el aliento. ¿Por qué otra vez? ¿Por qué estoy aquí de nuevo, en esta fría situación?
(suspiro profundo)
Quiero liberar mis lágrimas, dejarlas correr en libertad. Gritar al firmamento, clamar al universo entero y preguntar a cada estrella: ¿Por qué? ¿Por qué tengo que pasar por esto una y otra vez? ¿Por qué no puedo merecer un abrazo recíproco, un amor verdadero?
¿Tan oscura es mi alma? ¿Tan pesado es el yugo de mi presente? ¿Tan complicado soy para convertirme en el sueño y el anhelo de un corazón?
(respiro profundo)
Quiero creer, quiero aferrarme a la fe. Quiero pensar que, a pesar de todo, pronto todo estará bien. Incluso ahora, cuando mis pies se hunden en este pantano de desesperación. Incluso ahora, cuando las respuestas que me doy a mis propias preguntas solo alimentan el desprecio hacia mí mismo, en este confuso y abrumador momento.
(respiro)
Cierro los ojos. Cuento hasta diez. Elevo una plegaria al cielo y me confieso ante Su infinito amor. Le digo que hoy no estoy bien, que no entiendo el sentido de este momento, de este breve parpadeo de vida. Y le suplico, desde lo más profundo de mi corazón: ¡Por favor, abrázame! Afirma mi fe, porque hoy no puedo más… no puedo más.
— Confesión Poética 62 || @jorgema
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El preludio de un beso: el hermoso galardón que todo mortal anhela
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Esos segundos antes de un beso, esos que carecen de tiempo y, sin embargo, lo abarcan todo; que disipan el mundo alrededor y edifican un universo compartido, solo entre dos labios que se atraen lenta y perfectamente.
Esos segundos, esos abrumadores y perfectos instantes previos, que estremecen el alma y suspenden los recuerdos; que disuelven la incertidumbre del futuro al crear un presente hermoso e infinito.
Esos segundos antes de un beso, esos que desquician la cordura y apaciguan las tormentas del alma; que nos elevan al cielo sin despegar los pies del suelo, redimiendo la fría soledad y disipando el ocaso de un corazón oscurecido. A pesar de su naturaleza efímera, estos instantes se tornan en el preludio épico y celestial de un romance que busca lo eterno.
Esos segundos, esos magníficos y anhelados segundos antes de un beso, son y siempre serán el umbral de algo inefablemente bello: el hermoso galardón que todo mortal anhela para dar sentido a esta vida, a veces tan incierta.
— Verdad en Poesía || @jorgema