Querida abuelita. 5
El tiempo vuela, sigue corriendo, sin parar y, de repente, vuelvo a ese día.
Pasó de mirar a las estrellas brillar a ser una de ellas, en un simple abrir y cerrar de ojos.
Es tan irónico, pasar de celebrar su vida, para repentinamente pasar el llorar su partida, en tan solo unos cuantos días, se unió al grupo de personas que conmemoramos en los altares justamente un día antes de que se marchara.
Sabe, solía pensar que su luz se apagó, y honestamente hoy quiero disculparme por eso porque, siendo honesto, su luz se intensificó aún más, pasó de alegrarnos la vida en persona para alegrarnos desde el paraíso, dónde sé que está mejor. Me gustaría decir que puedo llegar a este día y no llorar, hacerme el “hombre” pero, por hoy, solo por hoy, no quiero, hoy vuelvo a ser ese nieto pequeño que solía cuidar hace mucho tiempo, aunque solo por un momento, y aunque tengo más que entendido que usted está en un lugar mejor y que quizá, si me observa desde allí, no le gusta verme así, pero es solo por un momento, por un momento dejé que ese “nano” salga y llore porque extraña a su “tita”, por un momento deje que toda la camada que orgullosamente engendró y vino de usted, si así lo desean, por un momento deje que vuelvan a ser esos pequeños que usted crió y cuidó, que lloren porque extrañan a su abuela, a su madre. Y después de ese momento, todo volverá a su cauce natural.
La vida y el tiempo siguen avanzando, los años vienen y se van, pero aquí todo sigue igual, como cuando estaba usted. No, todo está un poco mejor, usted en el firmamento, brillando por las noches, siendo una estrella más, brillando de día en los rayos del sol, tranquilizando nuestras ansias y preocupaciones en el suave viento, calentando nuestras almas en el café del amanecer o del atardecer, acompañado por un cigarrillo, un poco de música o quehaceres también.
Abuelita, la extraño y extrañaré siempre, pero siempre la amé y la seguiré amando más de lo que la extraño, espero que Dios me permita llegar a muchos para poder seguir llevando la esencia de lo que me enseñó a mi y a toda la familia.
De momento, paso a despedirme, en un año, si todo está bien, aquí nos veremos nuevamente.
Con amor, como siempre su “nano”: David.