Avatar

I G O R

@igxrk-archive / igxrk-archive.tumblr.com

одиночка. 31.
Avatar
Rió ante su respuesta tan acotada. Arizona le había dado una cátedra, básicamente, sobre ser cirujana, y él sólo respondió aquello. “Un hombre de pocas palabras” sonrió. “Bueno, ahora vendrá un interno a darte el tratamiento de cuidados y llenar una planilla con tus datos, ¿está bien?” inquirió dulce. 
image
Recordaba en momentos así que no todo el mundo estaba acostumbrado a su brevedad al comunicarse, y que mucha gente lo tomaba como desinterés. — Lo soy, prefiero escuchar antes que hablar. — Explicó, había encontrado realmente fascinante sus palabras y no quería que pensara lo contrario debido a su silencio. — Claro, muchas gracias doctora. — Agradeció con educación, acompañándose con una media sonrisa. 
Image
Avatar
La mirada de Drew se desvió de la herida y la enfocó en el rostro del contrario. Había pasado mucho tiempo para que esta no detuviera el sangrado. –Esto va a doler -advirtió al rubio mientras su mano presionó la herida. Marcó el piso que correspondía y no dejo de mantener la presión. –¿Con qué objeto te cortaste? Por la cantidad de sangrado y el tiempo no creo que haya sido con un cuchillo.

A pesar del aviso del opuesto, cuando presionó la herida Igor no pudo evitar hacer una mueca y gruñir ligeramente, aunque segundos después se acostumbró a la presión sobre la herida. — Una hoja metálica, un milímetro de grosor más o menos. — Explicó, intentando centrarse en el ascensor y en la planta a la que iban. 

Image
Avatar
Igor sabe tocar el piano y se acaba de comprar uno para su residencia en Los Ángeles. Aprendió cuando acababa de mudarse a San Petersburgo y encontró un viejo piano al lado de un contenedor, pidió ayuda a un amigo para llevarlo a su apartamento y tras conseguir arreglarlo, se enseñó a sí mismo (con ayuda de Internet) a leer partituras y tocar.
Avatar
“Sí…” susurró con simpleza y un dejo de incomodidad en la garganta. Le estaba contando su vida, sus logros, y como siempre le ocurría los sentía indignos. Se había convertido en una elitista, acaso, y por eso se odiaba tanto. Pero el prestigio se lo había ganado a sudor. Ella comenzó estudiando en una universidad de alta categoría también, y ser mujer, cirujana, huérfana en un lugar así saca de ti el deseo de aspirar a más, a todo. Pero entonces, pisando su mediana edad y con un camino ya recorrido, se sentía vacía, tan vacía de ese mundo de prestigio y perfección que rodeaba su nombre. ¿Y si enseñaba en una universidad estatal? Había enviado su currícula a algunas universidades estatales consideradas “menores” en el pasado, y cuando lo hizo se rieron de ella, pensaron que les estaba tomando el pelo los directores y sus colegas le dijeron que si quería educar a médicos y que significara algo debía hacerlo en los lugares donde la gente se mataba por entrar. Había caído, como cualquiera, en ese mundo frívolo de su profesión y el capitalismo del humanismo, se había olvidado en el trayecto y de pronto, Igor, se lo recordaba. 
Cuando Igor complementó el brindis entendió una respuesta a sus dudas. Era la prolongación de la tragedia, de las inseguridades de su vida, lo que había hecho que formara esa realidad rodeada de frialdades. Lo miró, entonces, lo miró y le dijo todo con sus ojos al dar ese trago que más que dulce le sabía amargo, y no tenía que ver con el alcohol, sino con su propia garganta. 
“Yo…” bajó la mirada y fue interrumpida por la chica que les trajo la tabla que Ella había pedido. Quizás era mejor así, sin comunicarlo. Quizás era mejor sacarlo de ese espacio de sus dudas, de sus dolencias. ¿Llorar porque se había convertido en una elitista? Nada más trágico-moderno que eso. “Gracias” susurró a la joven antes de que se fuera y volvió a él inundada en silencios. 
image
Notó inmediatamente el dejo de incomodidad que había en su voz. Tal vez para cualquier otra persona parecería normal, pero Igor pudo descifrar de forma casi inmediata el por qué. La entendía. Esos grandes nombres, ese prestigio… Ese mundo tan vacío de emoción y sentimiento. Había parte del ruso que sentía lo mismo, que le repugnaba en lo que se había convertido. De ese joven combativo e inconforme no quedaba más que la esencia. Se había convencido a sí mismo de que formando parte de la élite del mundo del arte que podría cambiar las cosas, haciendo exposiciones como la que preparaba en el Grove, protestando en contra de las subastas de sus obras, creando piezas relacionadas con problemáticas sociales… Pero la verdad era que se había acostumbrado a ese privilegio, a ser el golden boy del arte moderno, a ir a desfiles, a trabajar con diseñadores de alta costura, a conocer a modelos y cantantes… Como Banksy, cuanto más intentaba rechazar el establishment del arte, éste más se interesaba por él y sus obras. Así que, desgraciadamente, la entendía. Vio como la joven dejaba el plato y se marchaba tras su susurro, y de repente silencio. Pero un silencio incómodo, lleno de vergüenza. — Una vez en San Petesburgo me detuvieron por intentar pintar una obra en un edificio del gobierno. — Rompió el silencio con una anécdota sobre si mismo, algo que no había contado a nadie en años, una historia sobre ese Igor destructivo y caótico. Su acento parecía haberse fortalecido al hablar, le pasaba cuando hablaba de su vida en Rusia por alguna razón. — Pasé un par de noches en una celda de una estación de policía. Pensé que seguiría usando el arte como protesta sin importar las repercusiones. — Bajó la mirada, una sonrisa en su rostro recordando esa inocencia que caracterizaba a los jóvenes. — Creo que a ese Igor le daría vergüenza saber dónde está ahora. — Frunció un poco el ceño, aún sin levantar la mirada. No sabía por qué se lo explicaba, por qué necesitaba recordar aquella anécdota y tan impropiamente para él compartir una parte de su vida sin que nadie se lo pidiera. 
Image
Avatar

Short . Prompts

  • “Whose dog is that?”
  • “I’m gonna need you to calm down.”
  • “Power’s out on the whole block.”
  • “So… why do you keep your closet locked?”
  • “This day can’t end any faster.”
  • “You have the cutest nose.”
  • “Looks like you have a secret admirer.”
  • “Do you love him/her more?”
  • “Please, stop it.”
  • “You can’t go in there!”
  • “Oh, just shut up already.”
  • “You know what? I don’t care!”
  • “There’s a huge-ass spider on the ceiling.”
  • “You believe me, don’t you?”
  • “The hot water’s not working.”
  • “You’re scared of me… aren’t you?”
  • “Morning, sleepyhead. I made coffee.”
  • “You love me, don’t you?”
  • “You didn’t tell me you had a dog!”
  • “There’s a storm rolling in. You scared?”
  • “Don’t do that.”
  • “Just get out of here.”
  • “I can’t stop thinking about you.”
  • “I made cookies… want some?”
  • “You’re an asshole.”
  • “Don’t give up on us. Please.”
  • “It’s too cold to go outside.”
  • “You got a death wish?”
  • “I know you know.”
  • “I just wanna be your friend.”
  • “Stop yelling at me!”
  • “That’s it. I’m calling the police.”
  • “I didn’t know you smoked.”
  • “I thought you said there’d be alcohol.”
  • “You’re the only one I want.”
  • “I wish I never met you.”
  • “You can’t just keep pretending things are fine!”
  • “Guess who bought silly string!?”
  • “Did you steal that?”
  • “Can I buy you a coffee?”
  • “Let me make it up to you.”
  • “Stop talking. Now.”
  • “I don’t think we can be friends anymore.”
Avatar
No tenia mucho que perder, estaba esperando noticias de un paciente en quirofano pero de igual manera ayudo aquel hombre el cual estaba desangrándose de su brazo. Espero un rato y al fin pudo verlo salir de manera normal de aquella habitacion. Le miro el brazo y luego el rostro despues de escuchar sus palabras “¿Deuda? un trago estaria bien, pero estas demasiado palido y supongo que el medicamento que te dieron no hace una buena combinación con el alcohol, asi que supongo que sera otra ocasion.”
image
Tenía razón, seguramente lo más sabio sería irse a descansar, pero planeaba volver al taller para terminar un par de cosas, así que un trago no era la mejor idea, de todas maneras, prefirió presentarse y ofrecer su ayuda por si algún día la necesitaba para algo. Recordó que tenía una tarjeta de presentación que le había dado su asistente y que había diseñado él hacía tiempo, así que se la entregó después de sacarla del bolsillo de su chaqueta. — Por si necesita cualquier cosa en los museos de esta ciudad o de todo el país, o solamente un trago. — Ofreció, extendiéndole la tarjeta. 
Image
Avatar
“Te preguntas cómo lo sé” rió levemente, llevaba tantos años en su trabajo que sabía reconocer perfectamente los ojos y reacciones de las personas. Lo guió hasta una sala de urgencias desocupada y le señaló sentarse en la camilla. Buscó un par de guantes, unas dosis de anestesia y antitetánica y cargó ambas jeringas para comenzar a inyectar antes de limpiar. “Cuando tienes a un doctor frente a ti tienes a alguien que reconoce tus dolores, síntomas, enfermedades” hablaba mientras inyectaba las dosis. Una vez finalizada la acción tomó un par de gasas, agua oxigenada, limpió la herida y buscó un kit de sutura. “Pero cuando tienes a un cirujano o… cirujana en este caso, que lleva años cumpliendo su trabajo” dio la primera puntada y comenzó a coser la herida. “Tienes a alguien que sabe leer tu piel” añadió mientras avanzaba rápido. Tomó una tijera entonces y cortó el final del punto. “Es tu piel la que me habla. Tu piel me dijo antes que tú el milímetro de la hoja. Tu piel me dijo que no era vidrio porque es una herida limpia” siguió para buscar un parche y ponerlo sobre la herida. “Así es cómo lo sé” finalizó con gracia y encanto, algo característico de ella. 
image
No se lo preguntaba realmente, porque lo esperaba. Se notaba que no era una doctora normal o una enfermera, parecía un cargo superior. Habían cosas específicas que sí le hubieran gustado saber a Igor para conocer cómo había descifrado el material con el que se había cortado, pero como era propio del ruso, se guardó las preguntas para sí mismo. La escuchaba con cierta atención, también fijándose en la naturalidad con la que trabajaba. Entendía esa sensación, de que un objeto inanimado dijera tantas cosas, hablara con facilidad y le contara todo lo que tenía que saber. Era lo que le pasaba a Igor con las obras de arte. El año, la técnica, el material, el tipo de pintura, el número del pincel... Muchas veces solo le hacía falta mirar un cuadro para saber cómo se había hecho, en qué orden se habían colocado las pinturas, en qué lugares se habían puesto primero, cuáles se habían dejado secar más tiempo y cuáles no. Eran características de alguien observador como ambos. — Es fascinante. — Concluyó al oírla. 
Image
Avatar
–No puedes estar aquí -enunció al ver que el contrario cruzaba la puerta de personal y hablaba con uno de los internos. Se acercó a donde se encontraban los dos y a medias escucho que el rubio buscaba urgencias. –Ve a prepararte Miller, yo me encargo -ordenó al chico y ahora se dirigió al paciente. –¿Hace cuánto tiempo te hiciste ese corte? -preguntó, mientras le indicaba que le siguiera al ascensor. 
image
No sabía por dónde había entrado, solo había ido una vez al hospital y no había pasado más de diez minutos en el interior. Además, seguramente por el dolor de la herida no era capaz de pensar y razonar igual que siempre, así que entró por el primero sitio que había visto. Observó el reloj que había en una de las paredes. — Hace una media hora. — Respondió al doctor que le estaba atendiendo, siguiendo sus indicaciones de ir al ascensor. 
Image
Avatar
“Ok. Déjame ver” susurró tomando el brazo entre sus manos para examinar el corte. No se veía profundo pero era largo. “Tu brazo no corre peligro pero vamos a tener que ponerte puntos. ¿Está bien?” comentó soltando su brazo. “Acompáñame y lo haré en unos minutos, es trabajo fácil” añadió sintiéndose demasiado segura de sí misma. Entonces caminó hasta dar con una sala de emergencias, le dio el paso e ingresó también ella. “Espero que no le tengas miedo a las agujas” comentó bromeando. 
image
“¿Puedes contarme cómo te hiciste la herida? ¿Metal?” preguntó de inmediato, del elemento de corte dependía el tratamiento y la irrigación. Y aunque sospechaba que se trataba de un corte con metal, debía estar segura. 

Dejó que fuera la experta que tratara la herida y examinara qué pasos tenía que seguir. Asintió siguiendo sus indicaciones, sabía que no era algo difícil ya que no eran más que un par de puntos en el brazo y seguramente estaría listo para irse. — No, por suerte no. — Añadió elevando un poco uno de sus hombros, intentando no mover mucho el brazo dañado. Sus miedos nunca habían sido materiales. Asintió al oírla, sin saber cómo lo habría sabido pero suponiendo que había algo de la herida que lo delataba. — Una hoja metálica, un milímetro de grosor más o menos. — Explicó. — Más afilada de lo que pensaba, claramente. — 

Image
Avatar
reblogged
Avatar
brown-ella
Negó levemente con la cabeza, sabiendo que ambos bromeaban, que esas relaciones, esas dinámicas estaban por debajo de ambos, su relación tan única, tan especial. Todo lo convencional y lo establecido era obsoleto para ambos, algo que parecían haber establecido a través del silencio en el cual se comunicaban constantemente. Igual como personas, igual de rotos, a pesar de sus diferencias, en esa frecuencia en la que ellos solo dos hablaban no había distinción, no había ninguno por encima del otro. E Igor no lo quería de ninguna otra manera, como había sido hasta ahora, como seguiría siendo, tan natural. — Me conoces mejor de lo que me conozco a mí mismo, ¿no? — Respondió porque tenía razón, no haría nada diferente. Su método de crear era el que debía ser y no se veía capaz de cambiarlo, aunque otro accidente eso supusiera. Pero así habían conectado, siendo ambos vulnerables, tal como se presentaban, sin apariencias, sin pretensiones ni expectativas previas. Recibió su número de teléfono como una leve sorpresa, tal vez habían dejado demasiado al destino que sus encuentros sucedieran, tal vez ya era hora de ser capaz de tener una forma de hablar sin dejar todo al azar. Guardó el papel, como lo más valioso que ahora tenía. — Será un honor. — Respondió, sus palabras ya sonando a despedida. Recibió ese beso como recuerdo instantáneo de la calidez que le regalaba ese contacto, ese contraste de temperaturas que existía entre ambos, que ahora era tan característico de Ella. — Nunca se puede estar seguro. — Añadió a esa broma antes de atreverse a dejar un beso suave pero decidido sobre sus labios, antes de separarse. — Ahora sí. — Y tras separarse, dirigió un guiño a ella para después salir de la consulta. 
image
“De verdad lo hago” respondió con una simpleza y seriedad tan propia de ella a esa altura, pues había descubierto ese cariz de sí misma con él, y lo reafirmaba cada que estaban juntos, abrazándolo como una nueva parte de sí misma. Le gustaba eso de Igor. Saber que podía descubrirse a sí misma estando con él, lo cual era indicio de que no le restaba ni quitaba nada, sólo era. Y era tan bueno para el corazón de Ella sólo estar, sobre todo después de los años de dar, dar, dar y seguir dando a contra voluntad sólo porque la necesidad de autoboicotearse la podía más. 
Image

Se despidieron ahora sí entre el silencio justo y las palabras bien medidas. Calibraban el lenguaje a la par del silencio desde que se habían conocido y ahora, como tantas otras cosas entre ambos, actuaba como costumbre entre ellos. Sus labios recibieron el beso suave, firme, con su personalidad tatuada y antes de que pudiera abandonar la habitación, antes de que sus partículas se evaporaran del sitio y Ella lo comenzara a buscar en cada rincón del sitio, tuvo que decirlo, tuvo que cerrarlo diciéndolo. “En ocasiones se puede estar segura” y entonces lo dejó ir, dejando que sus palabras se las llevara él, que las guardase donde quisiera y las pusiera donde gustara. Eran de él. Eran de él.  

Avatar
Cuando miraba a Igor se miraba zambullir en ese mar eterno y dulce que eran sus ojos. Odiaba el mar, nunca nadaba en él. No le gustaba el agua salada. No le gustaban las olas, el movimiento. Ella era la que debía contener la acción; ella debía ser movimiento en el agua. Por eso nadaba, no por amor, por la memoria, por recordar simplemente. Y mirarlo a él, así como siempre lo miraba, era también por recordar simplemente. 
Entonces mirarlo, perderse, recordar, era naufragar en su mirada simplemente. Y si quería tomar las palabras, comprimirlas para hacer de ellas significado que no fuera desborde, que les cupiera a ambos, entonces debía dejarse llevar en el naufragio hasta dar con su voz granulada sobre la mesa al soltar el lenguaje; ese lenguaje artístico como isla y puerto, que era lo que lo conectaba con la realidad. Por eso acaso las referencias y unión ante su confesión. Por eso acaso la comprensión; desde su posicionamiento, desde donde él se estaba situando, era fácil resolver las palabras dichas por Ella antes. 
La sonrisa como una curvatura de los labios simplemente. Sus ojos prendados a los de él. “Porque es difícil para mí imaginarme como una científica todavía” soltó con simpleza dejando que sus palabras tejieran el espacio de sus dudas. Todavía. Pronunció aquella palabra con lentitud porque marcaba la temporalidad de su extrañeza. 
image
Era una niña contándole un secreto. Era Ronit teniendo 6 años confesándole al padre que no le gustaba el agua justo después de ver una convulsión del mismo mientras las olas lo azotaban. El recuerdo era salado, salado y resistente a la memoria. Ronit se adentró al mar para ayudarlo y el agua le alcanzó los ojos: ardían. Ardían y no podía dar con el padre hasta que la madre tuvo que entrar al agua y socorrerlos a ambos. 
Y acaso no se sentía una científica por los mismos motivos que no le gustaba el agua salada, nadar en el mar: el miedo. Nada desde muy pequeña, todavía lo hacía, siempre y cuando fuera en una piscina: con bordes y límites concretos. Era doctora, cirujana específicamente, porque quería dar con las soluciones al corazón que su padre no tuvo en su momento, pero rara vez operaba; contadas con dos manos las veces que había tocado, de hecho, un corazón por iniciativa propia –pues no contaba su internado, claro–. 
“Me gusta más la investigación, de todas formas” añadió para llenar el silencio, para combatir ese espacio de confort que encontraban ambos en él en virtud de la comunicación necesaria para borrar el enigma. “Y la docencia. Soy profesora honoraria de la UCLA y Stanford” cerró antes de llevar su mano al vaso con vodka frente a ella. Observarlo, recorrerlo, pensar en que lo hacía por recordar, simplemente, y entonces invitarlo a hacer lo mismo en silencio, cayendo nuevamente en esa necesidad de comunicarse con él más allá de las palabras. “Por ti, por mí, por la agonía” susurró esperándolo para seguirlo; quería beberlo mirándolo a los ojos, a su ritmo, a su tiempo. 

Era complicado que la atención del ruso se desviara a cualquier otro lugar cuando estaba Ella presente, así que la escuchaba con curiosidad, con atención, con urgencia, como si quisiera que esas palabras siguieran explicando más sobre su historia, sobre su persona. No tenía muchas preguntas, o más bien no quería hacer muchas preguntas más. Muchas prefería guardárselas para sí mismo, viviendo en la zona gris de la incertidumbre, del desconocimiento. Las preguntas eran demasiadas, y las respuestas no hacían falta, no se las debía. Dejaba que fuera ella la que desvelara lo suficiente, lo que quisiera que Igor supiera. La melancolía de sus ojos no desaparecía, ese brillo especial que solo tenían ciertas personas a las que la vida, tan caprichosa, les había roto. Tal como había dicho ella.

No conocía sus razones al decir eso, cuestionando su propia profesión. En el caso del ruso, el síndrome del impostor era algo de lo que huía frecuentemente. Constantemente pensando que no merecía su éxito o su fama, que realmente había sido un golpe de suerte y que habían cientos de artistas que merecían más su lugar. Todo el esfuerzo que había puesto en sus obras quedaba en el olvido, mientras se convencía constantemente a sí mismo de que el éxito que le atormentaba no era merecido, como tantas veces le había dicho su padre.

Era consciente de las secuelas que había dejado su estricta educación, su extraña relación con la ciencia, su constantes problemas de auto-estima… No era más que un niño que había tenido que soportar la presión de toda una familia, de ser diferente, de ser lo contrario que lo que se esperaba de él. Todos esos años habían construido, pieza a pieza, a la persona que hoy estaba sentado en esa silla frente a la morena. De cada etapa de su vida había conseguido extraer algo, conservar algún comportamiento y eliminar otros, aprender de sus errores, o eso esperaba. Pero a veces no se sentía más que eso, ese niño sentado en un pupitre, incapaz de entender una ecuación.

Encontró interés cuando mencionó esas universidades de alto nivel, no eran instituciones cualquiera. Su hermano mayor, Alexei, se había mudado a los Estados Unidos para estudiar en Stanford cuando era joven, para cursar la parte final de sus estudios. — Lugares prestigiosos. — Respondió, sitios donde su padre le hubiera gustado verle años atrás seguramente, a ese punto de su vida quién sabía dónde se encontraría si hubiera seguido las reglas de la familia. Tal vez, una y otra vez, otra vez, como un pez nadando en círculos, la vida de Igor se basaba en la incertidumbre, en el “y sí…”, en el tal vez. Así que entendía, de alguna manera u otra, la incertidumbre que comunicaba Ella al hablar de su profesión.

image

Elevó su vaso de vodka, sin desconectar sus miradas. — Por ti, por mi, por la tragedia. — Respondió, para después llevar el borde de cristal del vaso a sus labios, elevando el fondo para que el líquido entrara entre sus labios, el ardor del alcohol pasando por su garganta como si de agua se tratara, con facilidad y familiaridad, Igor convirtiéndose en el estereotipo ruso que tanto se relacionaba al vodka. Su mirada se mantuvo sobre Ella durante ese largo sorbo, compartiendo ese momento, guardándolo en su mente.

You are using an unsupported browser and things might not work as intended. Please make sure you're using the latest version of Chrome, Firefox, Safari, or Edge.