Mini Worldbuilding: Idiomas
CÓMO METER EN TU HISTORIA DIFERENTES IDIOMAS O MATICES DE UN MISMO IDIOMA SIN TENER QUE CREARLOS.
Voy a empezar una serie de posts llamados Mini Worldbuilding, para personas que desean crear un mundo pero no quieren gastar mucho tiempo en él. O para historias que no necesitan un telón de fondo tan elaborado. Sirve tanto para fantasía como ciencia ficción.
Empecemos entonces con el tema que nos toca: idiomas. Le añaden cierta profundidad al mundo y, si sabes usarlos, al personaje. Un par de consejos para no tener que convertirte en Tolkien de la noche a la mañana y te saques tres lenguajes de la manga.
Lo típico: dentro del mismo país la gente no habla igual. Ni dentro de la misma provincia. Ni dentro de la misma comarca. ¿Pronuncia mucho las erres o cecea? Vamos a darle profundidad a tu personaje al mismo tiempo que al mundo: ¿tu personaje tiene prejuicios y odia a los habitantes del pueblo vecino? Haz que piense en los símiles más horribles para ese acento. ¿Idoliza tal cultura? Que hable maravillas del idioma y lo mucho que le gustaría aprenderlo para irse a vivir allí, por ejemplo.
Los personajes que hablen distintos idiomas tendrán acento más o menos marcado, y para otros personajes puede ser o no ser obvio de dónde son autóctonos. Tu protagonista puede preguntarse de dónde es uno de sus acompañantes, porque pronuncia las uves como efes y eso es algo propio de X idioma pero también de Y y su acento no ayuda para identificarlo. El acento depende de muchas cosas y es fluido. Un personaje con dos padres de distinto sitio con diferentes acentos no tendrá ni uno ni otro, lo más probable es que sea neutral o sea tan distinto a los demás que sea el suyo propio. Personajes que vivan aislados, estos desde luego tendrán un acento muy peculiar y quizás poco entendible.
Así pues la forma de hablar modifica la boca de las personas y ciertos sonidos no pueden ser dichos por personas fuera del país/lugar. Tampoco hay que ser tan drásticos: una persona puede cambiar de acento si vive mucho tiempo en el mismo lugar (o el suyo se vuelve menos marcado). Esto podéis usarlo para mostrar desarrollo de personaje. Ejemplo:
— ¡Personaje genérico! ¡Ya hablas como uno de los nuestros!
Personaje genérico gruñe y les da la espalda. Una sonrisa traicionera se asoma de forma despiadada. Mierda, ahora se siente integrado en ese maldito grupo.
Si te dicen “vos” en Argentina sabes que están hablando contigo. Si te dicen “vos” en España sabes que estás hablando con una persona especialmente anticuada o excesivamente pedante. No necesitas crear dos pronombres distintos en la misma lengua que se vean de diferente forma, hay otro método más sencillo: la actitud.
El norteño farfullo unas palabras. El sureño se tensó y escupió otras de vuelta. Se alejó del hombre en largos pasos.
—¡La osadía! ¿Cómo se atreve a tratarme como a un vulgar cualquiera?
Mis ejemplos son un poco tontos, pero espero que sean entendibles. No hay necesidad de crear palabras para los malentendidos, basta con mostrar las consecuencias. Pueden salir situaciones muy graciosas (y así le das mayor profundidad a tu mundo).
Lo mejor es que los malentendidos pueden ser por cualquier cosa: acentos muy marcados que confunden palabras, hablar muy rápido y mezclar palabras y no saber si ha dicho una cosa o la otra, dialectos en los que una palabra significa lo contrario de otra en otro dialecto del mismo idioma.
Ejemplo de un buen libro: En Minas Tirith (El Señor de los Anillos) Pippin es llamado Ernil i Pheriannath traducido como el Príncipe de los Medianos. ¿Por qué? Porque el westron (lengua común de la Tierra Media) hablado en Hobbiton no tiene el pronombre formal para dirigirse a las personas (usted, en castellano), así que cuando Pippin hablaba con Denethor lo hacía de manera informal. Los únicos que pueden hablarle con esa soltura al senescal deben ser personas importantes así que comenzaron a correr los rumores.
Dentro de los malentendidos pondré más ejemplos…
- Traductores no demasiado buenos en su trabajo.
Ups, la reina quería decirle “Bienvenidos” pero su acento es tan marcado y la variante del idioma que he estudiado no tiene esa palabra exacta, ¡la he traducido como “Malvenidos”! ¡Y ahora estamos en guerra!
- Ya que estamos… los odiados “false friends”.
Library no es librería, precious no es precioso, y, por favor, ¡actually no es actualmente! (Y Poland no es Polandia ni Germany es Germania, querida Nieve). De nuevo tenemos una situación de: ¡quería decirle que era bonita no que era preciada! ¡Ahora creerá que soy un X!
- Por último… ¡Explicarlos o no!
En ocasiones, queda mejor no explicar lo que acaba de suceder. Dejar al lector con su imaginación. En ocasiones si es necesario que los expliques. Depende mucho de la situación, el contexto, y lo que quieres conseguir con esa pequeña pieza de worldbuilding.
En general no recomiendo explicar en exceso los malentendidos graciosos. Muestra la reacción y los lectores lo descubrirán uniendo las piezas… o quizás es más gracioso dejándolo en suspense. Por otro lado si es importante para la trama, por ejemplo si afecta a las relaciones de dos personajes o a los países, recomiendo hacerlo. También he de decir que pondría solo una o un par de cosas de ese estilo porque si no entonces ya tendrías que crear los idiomas. Todo en exceso es malo.
En cuanto se me ocurran más cositas haré una segunda parte de idiomas. ¡Espero que a alguien le sirva! :)