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Dumuursanga

@magnificentpandadecuaderno / magnificentpandadecuaderno.tumblr.com

Cuenta de multifandom y multiship en español [puedo intentar el ingles] MUN: Mary ♪ I Chile I 23 años I "{Multifandom and MULTISHIP in Spanish} Semi-selective. Multiverse. Multiship. Ocs and crossover friendly. Toda cuenta de rol es libre de crearme un Starter si lo desea. Theme dedicado a Ur-nungal
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hyakusenki
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― Lo sería, pero les darías un buen escarmiento a todos, ―bromeó al ver lo concentrado que estaba Enkidu con la idea, ―¡Claro! ¡Cómo esas películas de terror! ¿Has visto la película "El Aro"? Sadako salía así de la televisión.

Y es que a Sayaka nunca le disgustaron las películas de terror ni las de horror, si no que a ratos le daban risa por los efectos especiales que empleaban, algunos peores que otros. Además, al ser una chica mágica, había visto horrores que dejaban aquellos de esas películas como una serie para niños.

Al ver la imitación del otro Servant, rio fuertemente.

―¡Exactamente así! Aunque tendrías que teñirte el cabello negro para parecerte a Sadako, ― agregó, ―Ahora que lo pienso, Homura haría un buen cosplay de ella.

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― No recuerdo el nombre, pero creo que es aquella película. La vi junto a otros servant hace un tiempo...―

Realmente no la había entendido mucho y estuvo mucho tiempo preguntando por qué pasaban algunas cosas. Y claro, no le dio mucho miedo.

― ¿Teñirme el cabello? No es necesario, puedo cambiar el color ahora ―

Al final de cuenta, ese cuerpo era solo arcilla y su forma actual era solo el capricho de parecerse a Shamhat porque la encontraba una mujer hermosa. Y era más fácil tener una apariencia que ya conocía a inventarse una cara.

El mana de su cuerpo comenzó a tener un cambio y de un segundo a otro el color de su cabello se tornó negro, tratando de imitar el color de aquella chica de la película.

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― ¿Así? ―

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hyakusenki
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―Un ángel es un asistente de un dios, ― explicó Sayaka, ―O al menos así les llamaban los cristianos. Desde que Madoka se convirtió en una diosa, me convertí en una de sus asistentes personales y con eso me convertí en un ángel.

Escuchó atenta a la historia de Enkidu. Sin duda no había cambiado mucho desde la última vez que lo vio, con su relación amor-odio hacia Gilgamesh...al menos eso era una señal de que seguía con su vida normal y que estaba bien.

―Heh, pero lo derrotaste, ¿No es así? De paso sirve para desahogarte, ¡Cualquier rencilla que hayas tenido con Gilgamesh la saldaste con ese golpe aunque no hubiera sido él!

Respondió con su característico sentido del humor, y es que desde que murió muchas veces, la joven maga había adaptado un peculiar humor más negro.

― ¿Diosa, eh? ―

La voz de Enkidu fue completamente suave, pero un ligero tono de disgusto se pudo distinguir en la entonación de la palabra.

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― No me agradan mucho los dioses, pero si tú estás bien, eso es todo lo que me importa... ―

Y la sonrisa de Enkidu también fue extraña, no era difícil enterarse por qué no le tenía preciso agrado a los dioses, sin importar la cultura que fueran. Pero trataría de no ser tan duro con la idea de que Sayaka trabajara para uno.

― Bueno... si fue una buena forma de desahogarme, aunque ese falso Gilgamesh no tenía como compararse a mi rey en batalla, si no fuera por la ayuda de aquella mujer bestia, no hubiera resistido tanto... ―

Esta vez la sonrisa de Enkidu era amplia y tranquila, por suerte el recuerdo de la batalla que tuvo contra aquel falso Gilgamesh le alegraba bastante.

― Fue muy refrescante golpear la cara de Gilgamesh. Se sintió como la primera vez ―

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hyakusenki

Pese a sus duras palabras, el rostro de Ur-Nungal no reflejaba odio, al contrario, parecía como si intentase convencerse a sí mismo que estaba haciendo esto por disgusto hacia Kougyoku. Izuminokami mantuvo su espada a la altura del cuello sin moverla, no planeaba lastimar al muchacho, pero sí quería saber porqué carajos estaba actuando de esta manera, ¿Acaso sería una prueba que le puso su padre? No, imposible, Gilgamesh podría ser arrogante pero él no peleaba a menos que le viera un sentido, e incitar a su hijo a lastimar a Kougyoku o a él sin motivo alguno no iba con su estilo. Ur-Nungal estaba haciendo esto por cuenta propia.

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―¿Kougyoku es molesta? ¿De verdad piensas eso? ¿O es algo que tú quieres convencerte?

Esperaba que sus palabras hicieran entrar en razón al muchacho, o si no tendría que acudir a los golpes.

―¿Te crees más fuerte por atacar a tu amiga?

No respondió a sus primeras preguntas, no deseaba hacerlo, solo desvió la mirada y bajó ligeramente su cabeza. Tal vez era una forma de darle la razón.

Tal vez solo estaba cansado.

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― Sería tonto pensar que soy más fuerte por atacar a alguien con la guardia baja. ―

Bajó la espada ajena de su cuello con su mano más cercana y dejó salir un suspiro agotado.

― Si hubiese sido una persona diferente, ¿No estaría ella herida o muerta por no atreverse a matarme? Eso es simplemente estúpido... como tu guardia baja ahora mismo... ―

Y le bastó con un segundo para que una espada apareciera en su mano y rozara el costado ajeno, haciendo un agujero en la tela.

Y hubiera querido, lo hubiera matado ahí, pero...

¿No quería?

¿Por qué no lo mató teniendo la oportunidad?

― No matar teniendo la oportunidad es de gente estúpida y cobarde... ―

Y tal vez como una burla a sí mismo, sonrió y el arma desapareció

― Ya hice lo que tenía que hacer, con esto bastará para que ella no me quiera ver más ―

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xshoujiki
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Me atacó una... mujer, quien actualmente posee el cuerpo de mi hermana mayor. Es... ―entrecerró sus ojos, apretando sus puños con fuerza. La frustración recorría por todo su cuerpo― ...fuerte, su poder es inhumano.

Admitirlo era un golpe a su orgullo, pues aún con Zagan o Belial no era sencillo detenerla y obligarla a abandonar el cuerpo de la primera princesa. «No me rendiré», pensó para sus adentros.

El bosque está fuera de peligro ―aseguró―, ella no vendrá a este lugar. Tiene otros intereses.

Sin embargo, por el bien del lugar, intentaría no visitarlo con tanta frecuencia. Si el problema era él, entonces guardaría la distancia con el único lugar que lo hacía sentir con un poco de paz.

Solo un pequeño murmullo salió de sus labios cuando el otro habló. Parecía algo muy complejo y nada relevante para su bosque, lo que hicieran humanos o dioses fuera de su territorio, no le importaba.

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― Eso espero... ―

Los humanos cambiaban muy fácilmente de parecer y objetivos. Pero por ahora el otro parecía seguro de sus palabras.

― Utiliza este lugar hasta que te recuperes, si dices que no va a venir, no tengo problemas. Pero si llega a aparecerse, te mataré y a ella contigo... ―

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s-theunknown

Jamma aún mantenía su sonrisa cuando le respondió. Ah. mira que curioso animal. Pensó con su rostro visiblemente dispuesto a la reflexión. 

Negó con la cabeza finalmente. 

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—No, aunque puedo darme una idea - Dijo imaginando a una quimera en su mente, pero como este animal no estaba presente no importaba para nada - ¿Y de dónde proviene usted? - preguntó entonces, más curioso aún. 

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Solo respondió con una risa ante lo del canino, no había más que pudiera intentar hacer que la extraña mímica de antes.

— ¡Oh! Yo vengo de un país algo lejano a aquí. Un lugar de viento, vino y poesías. Mondstadt ¿Lo conoces? —

Era probable que no, había viajado más lejos que de costumbre esta vez.

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—Entendido, no me alejaré demasiado —respondió Alaida con seriedad, reconociendo la sabiduría en las palabras de su compañero sobre los peligros que acechaban en el desierto.

Observó las ramas y las hojas secas dispuestas para encender la fogata. Si bien estaba algo debilitada y prefería no depender demasiado de su magia, reconocía que en esta situación sería más conveniente utilizarla.

Concentrando su maná, Alaida extendió la mano hacia el montón de ramas y cerró los ojos. Un destello tenue de luz azulada emanó de sus dedos mientras canalizaba su poder. Con un suave susurro, pronunció palabras antiguas de un hechizo elemental, y en un instante, las ramas comenzaron a arder con una llama brillante y cálida. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro mientras observaba el fuego crecer y bailar ante sus ojos.

Con la bolsa de cuero llena de agua, Ur-nungal volvió a donde había dejado a la chica. En su caminata de vuelta pudo notar la forma curiosa en como prendió el fuego, pero no deseaba darle demasiada importancia aquello. En vez de eso se acercó con una sonrisa alzando la bolsa de agua.

— Ahora hay que hacerla hervir para que podamos cocinar y beberla —

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De su equipaje sacó una olla de hierro y la puso sobre el fuego, vertiendo el agua en ella.

Luego, de otra parte de su equipaje, sacó una alfombra de intrincados dibujos.

— Hay que armar una tienda, la noche es helada en el desierto —

Y le tendió mantas, pieles y otra alfombra a la chica para que le ayudara con aquello.

Ya habiendo terminado de armas una tienda simple, usando una de las grandes piedras como pared y una de las alfombras como piso, unas ramas como armazón y el resto de prendas como techo, se sentó a un lado del fuego. El agua ya hervía y el sol casi se iba por completo.

—¿Sabes cocinar? —

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La tarea encomendada aquella noche no difería mucho de las habituales. Almas errantes necesitaban ser guiadas hacia su destino final, y él, como conductor de almas, era el encargado de velar por ese tránsito. Sin embargo, algo en el aire parecía distinto, una vibración sutil pero palpable que le erizaba los cabellos de la nuca. Rodión se detuvo un instante, sus ojos vacíos escudriñando las sombras con una curiosidad que rara vez sentía. Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando percibió la presencia de una energía extraordinaria, un aura poderosa que resonaba en las profundidades de la oscuridad, indicando la proximidad de otro ser igualmente singular.

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La bestia avanzó dócil. La oscuridad de la noche le abrigaba y su cuerpo de plumas, pelo y corazas negras, se confundía con todo su alrededor. Si no fuera por las pequeñas escamas de insecto en sus corazas, que brillaban en tonos verdes azulados, casi no podría distinguirte algo más que su cabeza.

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La luz de la luna dibujó su silueta, enorme como un cedro, mientras sus pies a penas hacían ruido al pasar.

Huwawa era una bestia, estaba acostumbrado a camuflarse durante la noche para cazar, o para asechar, humanos o lo que fuera que su paz.

Pero esta vez era diferente, solo se acercó en silencio al otro ser. ¿Un dios? No parecía serlo, tampoco era un humano y claramente tampoco era una bestia. No podía decirlo con seguridad, sus instintos solo le advertían que no era algo que hubiera visto antes.

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