NO ME arrepiento, no llamo, no lloro,
todo pasará como del manzano blanco el humo.
Envuelto en el oro del otoño
ya no volveré a ser joven.
.
Ya no palpitarás tan fuerte,
corazón helado por el frío,
y el país de tela de abedul
no me tentará a caminar descalzo.
.
Espíritu errante: cada vez menos
enciendes la llama de mi boca.
¡Ay de mi frescor perdido,
ímpetu de los ojos y raudal de pasiones!
.
Ahora soy más parco en deseos.
Vida mía, ¿acaso te soñé?
Que una sonora mañana de primavera
pasé al trote en un caballo rosado.
.
En el mundo todos somos mortales,
los arces derraman callados el bronce de las hojas...
Sea bendito eternamente
lo que viene a florecer y a caducar.
- Sergei Esenin, de El último poeta del campo, Visor, Madrid 1974
Versión de José Fernández