Wedding Day
Tan hermosa. Tan magnífica en su traje blanco. Tan rota.
Nunca había sido una mentirosa. Ni antes, ni ahora. Lo de actuar era algo que se escapaba de sus habilidades; simplemente no era capaz de fingir. Cuando le preguntaban algo, sólo podía contestar con la verdad. Sí, podía ocultar cosas, pero no mentir. A fin de cuentas, ocultar información no era mentir. No estaba inventando algo para tapar con éso otra cosa; simplemente olvidaba comentar algo o evitaba decirlo en voz alta. Callarse era una opción. Mentir, no. Pero ahora, mentir era necesario. Mentir la mantendría con vida.
Tampoco había sido nunca una criatura valiente. Apenas tenía dieciocho años cuando todo empezó, y ahora, casi tres años más tarde, seguía sin serlo. O al menos no pensaba de sí misma que lo fuera. Había llorado hasta la extenuación muchas, muchas veces. Había enterrado, o dejado atrás, a toda la gente que una vez conoció. Eso no la había hecho valiente. Sólo había sido afortunada, más que el resto. Afortunada, y solitaria.