𝑺𝑶𝑳𝑺𝑲𝑬𝑵 𝑨𝑳𝑹𝒀𝑺?
|AU-PRIVADO|
—Padre.
—¿Qué pasa Rei?
—¿Cómo es ella? ¡He terminado!
—Realmente no se mucho sobre ella. La única cosa que se es que su cabello es de un rojo más intenso que el de tu madre. — Guren se agacho de manera natural para echarle un vistazo al lazo dorado que decoraba el refulgente cabello de su hija.
—Estoy seguro de que no es así como debería lucir ese …— no encontró las palabras para describir aquella maraña, se suponía que debía ser un moño, pero al parecer las cosas se complicaban cuando Crosseyra no estaba cerca, lo hubiera arreglado, sin embargo, peinar el cabello de una mujer parecía un trabajo bastante delicado. Se limito a curvar sus labios, dedicarle una sonrisa y palmear la pequeña cabeza. —Seguro tú madre lo puede arreglar después.
Rei se colocó frente al espejo, inmediatamente fue en busca de su madre y por supuesto una solución.
Guren se levantó después de limpiar el polvo de sus rodillas e imito la acción prevista de su hija dirigiéndose al espejo, miro cuidadosamente su reflejo buscando minuciosamente de arriba hacia abajo algún error en su vestimenta. A excepción del cuello que arreglo rápidamente no hallo ninguna otra contrariedad. Los zapatos lustrosos del señor Ichinose compaginaban impecablemente con el suelo de madera, la propia Shigure se encargó de limpiarlos.
Aquel perfecto calzado llevo su golpeteo a lo largo de todo el corredor, solo entonces el caminar se detuvo y Guren llamo a una puerta con golpes suaves. —Espero por tu bien que al menos tus dientes esten cepillados. — sentencio con energía arrogante, a su vez una sonrisita delineba sus facciones.
Tras la puerta apareció un joven de perfectos ojos azules y cabello negro azabache justo como el de su padre. Complexión larga, delgado junto a tonalidad bien distribuida. —Dime padre~ ¿Me estas subestimando? — la inmejorable sonrisa en su rostro dejaba al descubierto sus caninos, demandando altaneramente. Mahiro era probablemente el más parecido a Guren, el incomparable hijo de Ichinose desde la cuna.
—Esperaba encontrarte desaliñado todavía.—
—¿Y llegar tarde a la casa de la abuela? Debes bromear. —
—Hah…
w/@alryskurosu
—¿Te importaría quedarte quieto, cariño? No quiero estrangularte con el corbatín.
—Mahiro dijo que la abuela Solsken es una bruja. No quiero ir.
Cross observó por sobre la pequeña cabecita del niño; con 35 años y una familia ya formada; le costaba creer que tendría que volver a ver a su madre después de todo ese tiempo. Y lo peor de todo es que no podía negarle al pequeño Sakae que la mujer era, en efecto, una vieja bruja. La Gran Duquesa norteña, señora de Irlanda y Gales, el dragón blanco de Gales, y un etcétera de peyorativos que a Crosseyra le tomaba por lo bajo recordar. Solsken Alejandra Alrys; la vieja mañosa de su madre.
La contactó hace meses, la invitó y, de paso, obligó a visitarla una semana de vuelta en Irlanda, especialmente porque Solsken se enteró de que se había casado y dejado descendencia junto a un extranjero. Iban años de los cuales Cross había abdicado como heredera de los Alrys y volado millas lejos de esa casa. Quizás con qué cosas le saldría en medio de la maldita visita.
Una en que tendría a sus hijos y a Guren expuestos a esa mujer.
Y allí estaban, en los cuartos de un hotel cinco estrellas en el pueblo más extremo del norte irlandés, cerca de aguas Atlánticas, esperando para abordar un auto de tres horas antes de llegar a la propiedad de los Alrys.
—Mamá.
¿Qué va a hacer con los niños si se les ocurre decirle algo a Solsken?
Ah, ya ni se acuerda cómo no le gustaba que le dijeran.
Puso los pies en tierra firme con el grito adolorido de su pequeño retoño. Cross pegó un respingo, dándose cuenta que ahorcaba al niño con la corbata.
—¡Amor! Perdóname. ¿Te duele mucho?
Agitó la cabeza y comenzó a palmearse las mejillas; estaba demasiado distraída y su hijo sufría las consecuencias de ello. Incluso Mahiro asomó la cabeza por la puerta de la habitación, medio alterado por Sakae.
—Mamá, ¿estás bien? —cuestionó Mahiro con aire preocupado. Cross asintió, respirando hondo, pero de todos modos el adolescente sacó voz por el pasillo—. ¡PAPÁ, AYÚDAME, MAMÁ SE QUIERE TIRAR DEL BALCÓN Y MATARSE PORQUE LE TEME A LA ABUELA!
—¡MAHIRO ICHINOSE, NO LE DIGAS ESAS COSAS A TU PADRE!
—¡YA SE SUBIÓ A LA BARANDA!
Era ciertamente desconcertante saber que en realidad sí pensó en tirarse del balcón y escapar con sus hijos de vuelta a Japón, sin embargo, conocía a su propia madre… algo. La recuerda estricta, perra y cero maternal; la Gran Duquesa norteña siempre obtiene lo que quiere.
El teléfono de la habitación sonó en dos tonos antes de que Crosseyra descolgara y contestara.
―¿Señora Ichinose? Su coche acaba de estacionar en la entrada.
—No pedimos ningún coche.
―La Duquesa pidió expresamente que lo aceptara. Mis disculpas más sinceras si le causa algún inconveniente.
Cross colgó, respiró hondo, tomó a Sakae de la mano y a Mahiro del cuello.