godofthe7seas:

kronos-and-titans:

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Antes...

¿Así de mal se malinterpretaba su movimiento?  Rápido, se tomó la prisa para aclararlo. “Nada de eso, Poseida pero quiero respetar el cuerpo de una mujer, sobretodo por el detalle que no dejas de ser mi querida cuñada a pesar de los problemas con tu hermana”  lo tradicionalista lo tendría por siempre. No sentir el pudor que molestaba a los humanos no tenía nada que ver con querer preservarse y preservar a otros. Poseida no se había casado nunca, menos con el amor de su vida, por lo que no podría entenderlo, y Mnemé tampoco tenía ganas de explicarlo.

“Por favor, perdona si te ofendí. Eres libre de hacer lo que quieras en tu reino. Más cuando significa tanto para ti” no entendía del todo esa unión con un lugar. Mnemé nunca había tenido una simbiosis con  el laberinto, con nada sin voluntad o con ella salvo su amada.

Me alegra muchísimo que te preocupes por mi de esa manera y que me respetes como persona. Es muy tierno el tipo de cariño que le tienes a mi hermana. Ya entiendo que es lo que ella ve en ti, eres el caballero que ella necesitaba.

Me da gusto que para el momento también te hallas comportado como caballero. Pocos hombres pueden decir que tienen una conciencia tan recta como la que tienes rojito. Letras de ese rostro tan estoico hay un rostro adorable. Para honrar tu galantería vestiré algo apropiado cuando llegue a mi hogar y con gusto te invitare una merienda..

Ven y acompáñame hasta el atrio, necesito que lo veas con tus ojos, el alcance de mi reinado. - Ella lo tomo con su mano mientras le mostraba detalladamente el alcance de su palacio, los enormes pilares que rodeaban el pilar central, así como los acueductos que adornaban el camino y que ella construyo para embellecer sus dominios.-

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Las palabras arrogantes no fueron una sorpresa para el Emperador Caído, quien no tardó en comunicar la respuesta a la confesión lúgubre de su primogénito tan odiado como los demás hijos a los que dio el regalo de la vida.

Un silbido de aire y  la inmensa proyección se movió ligeramente hacia adelante. “No me esperaba menos de ti, hijo mío. Tu alma consumida hasta la raíz sigue siendo la más oscura de todas” no lo olvidaba. Esa huella de maldad que percibía en Hades en cada encuentro. “Te deleitan las desgracias de los otros mientras estés salvo de cualquier situación parecida, ¿no es así? Un morboso de primera…”

– No en todas las ocasiones. Y aunque la tuya lo amerita, no te deberías  sentirte especial.–  No había porque negarlo, todos esos objetivos negativos se englobaban desde lo más profundo de su ser hasta la superficie. Respiro suavemente, su inmaculado rostro  no cambio ante las provocaciones.

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Antes...

Algo en el toque de manos le hizo detener esa lluvia de pensamientos negativos, ponerle un freno a las frustraciones que por demasiado tiempo se guardó para él solo en lo más recóndito de su orgulloso espíritu y sentir que cada centímetro de su piel ardían con un simple contacto. Por primera vez el titán experimentaba la vulnerabilidad y por una mujer que , si bien no era mortal, no pertenecía a un rango como el suyo ni encajaba en esas ideas extremistas de perfecionismo que deseaba imponer sobre todos y todo. Una parte, la más emocional, se sentía…¿feliz? por ese descubrimiento pero, por otro lado, esos sentimientos lo asustaban. Amar a una parca no era igual a amar a una deidad, estaba más que claro, y esa diferencia lo colocaba en un aprieto donde trataba de no pisar en falso. ¿Qué diría Sonya? podía regañarlo por tomarse las cosas tan enserio, pero así era Océano. Tranquilo, meticuloso, un hombre que daba más de la cuenta para resaltar entre sus hermanos como el individuo más apto.

Pero…era hora de dejar de oponer resistencia Los nudillos se le suavizaron y apretó con delicadeza los dedos femeninos como un pequeño tesoro que no quería dejar ir. Ella había dicho que todavía en el mundo existía alguien que lo recordaba…era un alivio.

“……..” buscó en el rostro de Sonya los profundos y oscuros ojos negros para sumergirse en ellos. “Sonya…” continuó por llamarla, teniendo una breve visión del pasado lejano.  “¿Entonces yo…no perdí?” cuando fue asesinado y posteriormente reemplazado. “¿No perdí todo en ese momento…?”.

Correspondiendo a su mirada, Sonya ablandó la expresión de su rostro. ¿Que podía saber ella las sensaciones de las cuales había sido victima él en el pasado?, ella una parca estoica y carente de empatia por las situaciones del mundo.

Se le había enseñado que en la vida, los cambios eran necesarios  e inevitables y que esos asuntos eran netamente terrenales. El ser humano y aparentes, tienen una capacidad de adaptación que los ayudaban a amortiguar estos acontecimientos. 

A su especie no le incumbían, sin embargo en ese momento, se vio profundamente afectada por el dolor ajeno, la extrema empatía era común en algo llamado amor. — No hay perdedores en los cambios del destino. - Le dijo pues con una voz tranquila, pero con tintes ligeros de cariño - Solo son cambios y es nuestro deber aceptarlos. Todo cambia, nada permanece. No perdiste, solo cambiaste y estas aquí ahora. 

Guardó silencio pocos segundos reflexionando cómo seria una vida sin el y luego agregó. — Si hubiera sido diferente, quizás nuestros caminos no se hubieran cruzado. - Cerró los ojos y asintió suavemente convencida de eso - eso si hubiera sido tan lamentable para mi…

Acaricio sus nudillos con su otra mano libre. 

— Estas donde debes estar por una razón, el destino de todo hombre es encontrar nuestra misión en el mundo. - No lo decía por ella, ni por aquella relación que mantenían, aquello era siempre un motivo mas grande y desconocido. La razón del ser -  y usted la encontrará. 

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tentei-zeusu:

♥ Antes... ♥

Abrió y cerró los ojos con lentitud, flechado por esas hebras doradas al danzar por los movimientos de la joven como una cascada fantástica solamente digna de un milagro como ella. Locuras similares había escuchado antes de parte de otras mujeres, menores y mayores,  pero esa fracción racional, elevada, era la nueva dimensión que aprendió a aceptar gradualmente gracias a ella cuando el mundo primitivo del cual vino estuvo desnudo de aquella luz tan magnífica durante mucho tiempo.

Una sonrisa suelta llegó a este mundo en los labios del titán de la memoria. La opinión de otros no le importó nunca, ya acostumbrado a menospreciar cada alma de cualquier estrato, pero… aun así…

“Cuéntame la historia…” las palabras emergieron de su boca con la misma  naturalidad con la que amanece el sol.  “ …Dione”.  Los dedos respondiendo al ofrecimiento se levantaron del letargo solo para desviarse a último momento hacia la muñeca de la diosa y tomarla con suavidad. “Cuéntame tu historia”.

La joya más preciada del lugar…

    Expedió , desde el silencio de la curva sonrisa, un permiso a esa mano dispuesta al roce. Como ningún otro mancebo, Mnemé venía hacía ella con un porte galante que la reconocía como mujer dada al amor, a la aventura juvenil de la conquista y el sentirse  ── a la par ── conquistada. Eran estos, pues, la constitución de aquel  dulzor cálido que se decía embriaga los dominios interinos hasta verter en cada uno de los aspectos de la vida un singular brillo de bondadosa ternura.

  ⊰♔⊱ ──”Está bien” ── agradeció, oh, cómo agradeció ese genuino interés en lo qué tenía para contar. No fue más la niña guerrera o el augusto varón que los hados habrían de recordar en el porvenir humano, sino nadie más que ella, la muchacha de cuna extranjera y dedicada a la búsqueda de todos los plantamientos. Habló de Creta, de las ninfas, de la piedra y las lágrimas de mujeres tristes que veían partir a los padres de sus hijos y cuyas almas destrozadas hallaban consuelo en continuas oraciones hasta que la ambivalente resignación se sembraba en ellas. Quiso contar de la fauna isleña, de sus costas y flores, de todo pretendió relatar, de todo añoró dar nota porque en esa sencilla libertad se acumularon años y años de permanente silencio.

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tentei-zeusu:

○ Previamente...○

La silueta marcada por telas ligeras que se traslucían al sol o al agua sobre una superficie tan blanca como el hueso capturaron la mirada dorada con el gobierno de un imán en estado natural. Dulce, exquisita, la diosa de la razón lo ponía en una encrucijada riesgosa cuando todo en ella pedía romper ese límite de cordura , lanzarse a sus brazos y besarle el pecho. Ella rompía el balance, lo incitaba a congregarse a ese mundo que vio como fatídico y por el cual caminaban los hombres, vivían sus vidas y morían sumergidos en un sueño tranquilo por amor a aquella que deseó, desde la derrota, como solamente suya.

Alejó la mirada un minuto en lo que se recomponía y entonces caminó hasta hacerse de un lugar junto a la deidad. Cruzándose de piernas en el sitial, atentamente se deleito con la gentil tonada que Dione empleaba al hablar en privacidad.

“¿Lágrimas de congoja?” Mnemé consultó esas últimas palabras de manera sosegada.  En contraste de cómo era siempre hosco y frío con los demás, para ella se prestaba su costado más llevadero como si fueran la perfecta analogía del caso de una virgen y una bestia. “¿Cómo puedes saberlo con solo mirarlas? Incluso si te lo han contado, ¿das fe a esa teoría?”

    Tenía a conciencia los estusiasmos que el perfume de su piel avivaba en el titán como maleza en la hoguera, mas la pretensión de destinarse cual fuente de embeleso jamás la supó enumerar entre los dones de su involuntaria  irradiación. Incluso, si ahondaba en ello,  a sabiendas de aquel encanto, el acto de transformar el desembarazo de la cuestión en verbo  se convertía en un esfuerzo en vano, pues por más bella fuese la labia femenina, ésta no habría de salvarla del acecho hacendoso que se manifestaba con los trajes de un hombre enamorado.

    Al tenerlo allí en la intimidad del recinto, llevó la mano hacía ‘el Señor de las Memorias’ con la ofrenda de la joya para que él también hundiese su ser en la presea y el brillo alumbrase aquella falta de optimismo.

    ⊰♔⊱ ──” Tu problema sostener que todo lo debes ver para creer, en vez de creer para poder ver, Mnemé…” ── acotó, con los tintes de un reproche benévolo. ── “No lo sé. No evado la minúscula posibilidad de serlo, aun si el raciocinio que represento dicta que la tasa es mínima. No deja de ser lógico, por lo menos, a mi juicio. Dime, ¿no te gustaría conocer la historia antes de rechazarla tan fríamente?”. 

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godofthe7seas:

Antes...

Alejó la vista del cuerpo desnudo de la diosa. No es como si sintiera pudor por ver un cuerpo al natural cuando siendo dioses era casi un pan de cada día, sino porque el parecido de la emperatriz marina con su amada se notaba particularmente en las proporciones corporales de ambas y no quería confundirse de ninguna manera. 

Con un paso mecánico corrió detrás de la diosa hasta lanzarse a las furiosas olas como un ser de aquellas aguas violentas. Sabía que las ropas estorbarían pero por respeto a los presentes y a los ausentes se privó de esta facilidad, decidido a esforzarse el doble para no ser dejado atrás.

“Pero eso no quita que fue tu forma de ser la que dio forma a este lugar como es ahora” eso estaba más que claro para Mnemé. Antes esos reinos eran bastante mucho más oscuros según lo que podía recordar de los tiempos de Cronos.

No entiendo porque alejas la vista de esa manera, ¿es que acaso hice una acción que te haya ofendido?, ¿o es que no soy una buena anfitriona para ti ?- responde con cierta decepción al no entender el porque de su accionar ni de los motivos de Mne para alejar la vista -

¿O es que acaso de repente te has llenado de emociones humanas como el pudor? Estos son mis dominios, aquí puedo transitar como me plazca y no tengo porque ocultar mi cuerpo ante los habitantes del mar. Vergonzoso sería ocultar mi forma de ser ante mis allegados que son las criaturas del mar.

Este reino lo he cuidado y lo he embellecido en la medida de lo posible, es mi hogar y siento la necesidad de defenderlo. Cuando el hombre tortura el mar este ruge como forma de defenderse, es mi poder el que toma acción. Quiero que sea un lugar digno para todas aquellas criaturas dentro de este, y pondré mi vida para cuidarlo. Cronos nunca supo apreciar el potencial ni la belleza de estos dominios, y yo me siento en deuda ante el mar por cuidarme y acogerme en momentos de necesidad.

pallas-littlegoddess:

Antes…

Era una broma, ¿no? Tenía que ser una broma de mal gusto. No podía ser cierto que ella estuviera a punto de marcharse y dejarlo solo en ese mundo cuando fue la principal responsable de la luz que le dió belleza a todo lo que rodeaba al emperador caído. Ella actuaría hasta el final como si aquella situación no significará lo que representaba en realidad, queriendo hacerle creer que se trataba de un simple juego de niños donde las risas se detienen por el cansancio pero que, después de unas horas, podrían retomar como si nada. No, no, no podía aceptarlo. Aun si la sonrisa de Pallas aseguró que todo iba a estar bien, ¿cómo quería que solo unas cuantas  palabras lo hicieran sentirse bien y con esperanza?  La muerte de la diosa era la muerte de su luz, de su felicidad, de todo lo bueno que pudo tener…

Una a una las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos como pequeños riachuelos sin control. “Pero…no… no quiero que te vayas, Pallas…”  sollozó, expresando los sentimientos con libertad. “Me dijiste que ibas a quedarte siempre conmigo, que nunca íbamos a separarnos…¡Me lo prometiste!” inclinado, tomó a la diosa desde los hombros hasta fundirse con ella en un abrazo desesperado que pedía a gritos por retenerla consigo. “¡No te vayas, por favor…! ¡No quiero quedarme solo!”

 Cada vez más fuerte, el sollozo se transformó en un fuerte llanto infantil con el desgarro suficiente para penetrar en las almas de quienes alcanzaran a escucharlo. “¡Yo también…! ¡También te quiero!” gimoteó casi de inmediato cuando escuchó ese último suspiro que se llevó  su corazón. La emoción que no supo identificar a la primera estaba finalmente resuelta en el más trágico de los escenarios posibles cuando las probabilidades de un futuro feliz se desmoronaron enfrente de sus húmedos ojos plagados por la desolación. “¡Te quiero, Pallas…! ¡Quédate…quédate…!” un dolor imposible de describirse con palabras. ¿Por qué tenía que amar para perder? Sencillamente no era justo para ninguno de los dos. “¡POR FAVOR…!”

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Antes…

Era una broma, ¿no? Tenía que ser una broma de mal gusto. No podía ser cierto que ella estuviera a punto de marcharse y dejarlo solo en ese mundo cuando fue la principal responsable de la luz que le dió belleza a todo lo que rodeaba al emperador caído. Ella actuaría hasta el final como si aquella situación no significará lo que representaba en realidad, queriendo hacerle creer que se trataba de un simple juego de niños donde las risas se detienen por el cansancio pero que, después de unas horas, podrían retomar como si nada. No, no, no podía aceptarlo. Aun si la sonrisa de Pallas aseguró que todo iba a estar bien, ¿cómo quería que solo unas cuantas  palabras lo hicieran sentirse bien y con esperanza?  La muerte de la diosa era la muerte de su luz, de su felicidad, de todo lo bueno que pudo tener…

Una a una las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos como pequeños riachuelos sin control. “Pero…no… no quiero que te vayas, Pallas…”  sollozó, expresando los sentimientos con libertad. “Me dijiste que ibas a quedarte siempre conmigo, que nunca íbamos a separarnos…¡Me lo prometiste!” inclinado, tomó a la diosa desde los hombros hasta fundirse con ella en un abrazo desesperado que pedía a gritos por retenerla consigo. “¡No te vayas, por favor…! ¡No quiero quedarme solo!”

 Cada vez más fuerte, el sollozo se transformó en un fuerte llanto infantil con el desgarro suficiente para penetrar en las almas de quienes alcanzaran a escucharlo. “¡Yo también…! ¡También te quiero!” gimoteó casi de inmediato cuando escuchó ese último suspiro que se llevó  su corazón. La emoción que no supo identificar a la primera estaba finalmente resuelta en el más trágico de los escenarios posibles cuando las probabilidades de un futuro feliz se desmoronaron enfrente de sus húmedos ojos plagados por la desolación. “¡Te quiero, Pallas…! ¡Quédate…quédate…!” un dolor imposible de describirse con palabras. ¿Por qué tenía que amar para perder? Sencillamente no era justo para ninguno de los dos. “¡POR FAVOR…!”

La muerte para los dioses podía ser como existir pero en la nada absoluta, perdía la noción del tiempo y espacio. En el caso de Pallas, caía en la eterna oscuridad… lugar donde el vacío cósmico le recordaba lo sola que estaba en el universo, y aun si no lo estuviese estaría condenada a abandonar todo y todos los que ama.

Por mucho que caminara con sus pies sumergidos en agua no llegaría a ningún lado, debería ahogarse en su propia tristeza por haber abandonado a Cronos de esa manera tan dolorosa… pero continuaba caminando por simple inercia mientras intentaba asimilar lo que acababa de pasar en un estado de trance…

“Tonta, tonta ¡TONTA…!”

Sus facciones ya no expresaban nada, pero por sus mejillas descendían abundantes lágrimas. Aquellas que en sus últimos momentos se negó a derramar.

Camina… deambula sin rumbo por toda la eternidad… 

Ese es tu castigo…

Pequeña niña calamidad.

Tic, tac… tic, tac… tic, tac…

El sonido lejano de un reloj de pared llegó a sus oídos, y se desconcertó haciéndola reaccionar. Cuando lo hizo, la realidad se distorsionó a su alrededor para su propia sorpresa, ya no estaba deambulando sin rumbo en esa oscuridad sino en un extraño portal donde la luz y la oscuridad estaban en constante movimiento de rotación.

Cuando quiso darse cuenta, su visión dio con el techo de un dormitorio… su dormitorio, y aun confundida se reincorporó tratando de procesar lo que había sido todo aquello con la respiración entrecortada.

Se inspeccionó rápidamente y descubrió que no tenía ni una sola herida, y mucho menos rastros de haber estado sobre un charco de sangre. Su ropa estaba en buen estado y las sábanas de la cama cubrían su figura. 

Aún sigue con vida.

—Fue una pesadilla… ¿v-verdad…? —murmuró para sí misma cuando cayó en cuenta de lo que sufrió, y soltó unas risas bajitas que poco a poco fueron transformándose en sollozos.

—Solo… fue… una pesadilla… no me fui… no lo abandoné… —concluyó temblandole la voz y se cubrió el rostro con las manos, ahogando los sollozos por ese horrible dolor que experimentó. No el físico sino el sentimiento de abandonar a quien apreciaba muchísimo.