El psicólogo me pidió hacer una lista de mis ex novias y lo que me atrajo de ellas. Fue un ejercicio interesante, corto, ilustrador. Me di cuenta que tengo un patrón. Este consistente en estar con dos o tres chavas similares y luego romper el patrón con una persona que no encaja en el perfil de lo que me gusta e interesa, con quien sé no tengo futuro, pero será divertido salirme del molde.
Me gustan las mujeres pequeñas y menudas con cabello castaño oscuro o negro. De tez blanca, con buen mucho carácter y estilo. Me gustan las mujeres fuertes e independientes, seguras de sí misma, que no piden permiso ni perdón por ser quienes son y que no aceptan mal trato ni malas caras de nadie. También me gustan mujeres muy demandantes, que absorben mi tiempo, hablan mucho, tienden a ser egoístas y emocionales. Descubrí que me atraen las mujeres que reflejan seguridad y confianza en sí mismas como un mecanismo de defensa, que esconden su vulnerabilidad y fragilidad, que resultan estar llenas de inseguridad, a las que han lastimado y ahora tienen poca confianza y poca tolerancia, que ya no dan nada por otros y solo piensan en ellas. No me quejo, me encantan, pero suelen lastimarme.
A mí me atrapan conversando. Una mujer atractiva con la que no puedo hablar o a quien no puedo escuchar por horas, no me interesa. Una mujer con la que el tiempo se escapa como agua entre los dedos, esa mujer me encanta, sueño con ella, despierto queriendo hablar con ella y no puedo dormir sin haberle deseado una buena noche. La atracción me da igual, lo que me atrapa es el encontrar a una persona interesante y si me atrae soy suyo, no hay vuelta atrás. No me resulta complicado encontrar mujeres que me atraigan, lamentablemente me es difícil encontrar quien me interese y es casi imposible que yo les interese a ellas. El amor es una cuestión estadística, de la que casi nunca salimos bien librados, olvidamos que eramos personas completas antes de conocer a equis persona y enamorarnos y tardamos a volver a encontrarnos sin ellas, solo para volver a perdernos en una nueva enamorada.
Me dijo el psicólogo que tengo claro lo que me gusta y lo que ya no quiero, aunque tiendo a caer de nuevo en aquello que ya no quiero, porque me encanta. Esta última vez, vi alertas, noté que había cosas en ella que ya no quiero atraer a mi vida, pero dejé llevar. Dice una amiga que el sexo complica las cosas y es cierto. Estaba lleno de dudas, cada que salíamos tenía más dudas, entre más la conocía más sentía que debías ir con calma y que tal vez por ahí no era, pero me encantaba hablar con ella, tenía mucho sin encontrar a alguien con quien pudiera pasarme el día entero hablando y esperar que pasara la noche rápido para volver a empezar a hablar. Tenía ganas de sentirla, de besarla, de verla desnuda, pero me daba miedo la parte emocional, había alertas de que no era una mujer tan madura, que no quería una relación, que acostumbraba engañar a sus parejas y no sentir remordimiento. Me daba miedo enamorarme de ella, pero no podía dejar de salir con ella, de hablar con ella y cuando me invitó a acostarme en su cama, cuando vi me que me quería besar no pude detenerme y caí en todo aquello que no quiera atraer a mi vida y me terminó doliendo, como sabía que me dolería cuando empezamos a contarnos nuestros secretos.
No me arrepiento, fue delicioso compartir con ella mi mente, mis temores, mis historias, mi cuerpo y mis pasiones. Era embriagador escucharla, verla, sentirla, tenerla. Me sirvió para confiar en mis dudas, para escuchar mis alertas y no temer ir con calma. Ahora entiendo mejor que antes que sí sé lo que quiero y que tengo las herramientas, o la experiencias, para reconocer lo que no quiero. Lo que me falta es controlarme un poco más, no tiene nada de malo entregarse a tus deseos y pasiones, pero debo resguardar más mis emociones.
El diario vacío, Ave Literaria.