Escarlata.
¡Dispara estúpida! - me grita furiosa Catrina
Cojo fuerte el revólver, solo queda una bala de plata, tiemblo, lloro, saboreo el delineador negro y en cuestión de segundos me convierto en la justiciera de mi propia muerte. Sí, maté al maldito que me vendía los fines de semana, maté a diablo. Lo maté después del trio con Red, lo maté porque lo odiaba hace tiempo, porque sus golpes eran la maldita mierda que maquillaba todas las mañanas. Porque me hizo una puta y se aprovechó de mi vulnerabilidad.
La carcajada de red se mezcla con el poco remordimiento que me queda, cogemos lo que podemos, nos vestimos, le cortamos los huevos a diablo, y salimos por la puerta falsa. Afuera nos esperan sus perros, corremos con tacones y bragas, matamos a uno y un "descuido" hace caer los huevos de diablo ¡ bon apetit! Los perros disfrutan el miserable banquete.
Soy Red y estoy huyendo en un Camaro junto a Catrina, no tenemos tiempo, apenas quedan dos horas para encontrar un motel. Si eso no llega a pasar, el sol ajusticiará a diablo , nadie quiere volverse ceniza. Menos ahora que estamos rumbo a Escarlata a estar con los nuestros la madrugar transcurre y misteriosamente nadie nos persigue ya casi son las 4:30 am y Catrina está muy cansada, tiene hambre, el parche de su ojo izquierdo la acurruca en el volante, conozco a mi hermana, cuando entra en desesperación comienza a morderse las uñas y el pelo, ese es su sello personal, muerde todo lo que encuentra, y a los hombres les gusta. La amo.
Nos estacionamos en un supermarket de la carretera.
esperame en el auto- le digo amenazante y mirándola a los ojos.
Entro y voy directo a la sección de carnes, cojo el pedazo más fresco y unos cigarrillos para el camino.
El chico de la caja me mira extraño, como si me conociera de algún lugar o supiera lo que soy. Lo que me extraña es que no se asusta, intempestivamente una imágenes violentas vienen a mi cabeza, tengo miedo, debo irme lo más pronto posible, pago y me voy.