Poemas de la aridez, Rubén Vizcaíno Valencia
La primera vez que lo vi algo se iluminó dentro de mí. Todas sus palabras, todos sus gestos, todo su ser emanaba luz. Cuando en mi cabeza había desorden, su calma me tranquilizaba. Cuando había cansancio y estrés, pasar tiempo juntos me liberaba.
Pero también cuando lo veía, había una sombra que me perseguía. La sombra me decía que pronto iba a terminar. ¿Qué sería de mí sin él? Sin su mar de atención, sin sus olas de tiempo, sin su sonrisa de luna.
Sentí soledad y seguí sus pasos. Tuve frío y me amarré a sus brazos. Sentí su distancia y me refugié en sus besos.
Dicen que hay que amar aunque no se tenga el estómago para ello. Yo lo amé con todo mi cuerpo, lo perdí con mis miedos.
Denise Márquez
Las personas se preguntan qué me he hecho. Cómo es que no combino con ellas. Me preguntan por qué he cambiado, por qué soy tan diferente. Dicen que antes era mejor.
Pero si les explico, no creen mi verdad. Piensan que miento cuando les digo que es porque puedo tomar el camino que yo quiera, que es porque no hay quién me ate de la lengua, que es por saber que las consecuencias de mis actos son mías, yo me las busqué y no son de segunda mano, que mi mente puede volar lejos, que a veces mi corazón pueden sentir demasiado, que mis labios saben decirle no a quien sea.
Con miedo. Sin dinero. Sola.
Pero créanme antes estaba peor.