Febrero
Tenia mucho tiempo que no nos veíamos y de pronto sentí esa necesidad de verlo, le mandé un mensaje "Te espero a las 7 pm, en nuestro hotel con tu mejor botella de vino"
Me dispuse a hacer la reservación y mi maleta, sentía mi corazón golpear incansablemente mi pecho, mis pensamientos revueltos mientras mis manos en automático tomaban la lencería roja que le encantaba y la bata de satén que hacia juego.
Al llegar al hotel dije como siempre que mi esposo llegaría que por favor cuando llegará lo enviarán a la suite, subí y tomé un baño para relajar mis músculos, a las 6:30 me puse la lencería y la bata, tomé una copa de vino y salí a refrescarme al balcón.
Escuché de pronto la puerta abrirse, no tuve que voltear para saber que era él, su presencia cargaba el aire de donde estuviéramos de una tensión que crecía entre nosotros como imanes.
- Hola esposa- su sonrisa lobuna me invito a acercarme
- Esposo- caminé lentamente acechando
- ¿Así que otro fin de semana de ser esposos?- trato de cerrar el espacio entre nosotros
- Claro- le permití rodearme con sus manos- ¿no quieres una copa de vino?- el espacio se había cerrado tanto que ahora sentía la electricidad
- Si, traje ese vino que tanto te gusta- hizo camino hacia la barra y con destreza se sirvió mientras yo me acomodaba en el sillón- no puedo dejar de mirarte, me encanta como luces
- No dejes de hacerlo- me sonroje, pero seguí el juego- es por lo que estamos aquí, para vernos y algo más- me mordí el labio al tiempo que desanudaba la bata para permitirle ver la lencería
- Algo más - se mordió el labio mientras se acomodaba en el sillón- suena a promesa
Poco a poco entre el vino, las risas y el coqueteo el espacio entre nosotros se redujo, los besos no se hicieron esperar sus manos jugaban con mi piel para erizarla y casi hacerme rogarle por su toque, llegando a la segunda botella eso no fue necesario me siguió hasta el balcón, donde me hizo suya toda la noche, haciéndome saber que jamas se cansaría de esto.