Entrecerró sus ojos con cierto tinte de broma explorando sus facciones, no hacía falta tener tres dedos de frente para darse cuenta del porqué gustaba de él. Paso de ser un una observadora ferviente de Dylan por su trabajo, a ser más que eso “Debería decir que sí por respeto a nuestra relación y por no hacer sentir mal ¿Verdad?” alzo ambas cejas, mordisqueando su labio inferior mientras dejaba que el silencio invadiera la habitación; y fue algo que duró poco, puesto que una pequeña risa broto de sus pétalos, llenando de total sonido las cuatro paredes “No podría pensar en más nadie, cariño” no decía más que la pura verdad. Antes el dueño de todas sus fantasías era algún hombre misterioso que creaba en su mente, mas ahora el blondo aparecía, inclusive, en sus momentos de intimidad frente a la cámara. Aunque no era eso lo que la sorprendía, sino el verse a sí misma pensándolo mientras estaba en su casa, haciendo las comprar o caminando por las calles. Las palabras ajenas la trajeron de vuelta a la realidad, embriagándose en el dulce olor que desprendía sus labios “No quiero escuchar quejidos del director hoy, así que le diré que dejemos todo para mañana. Y ya hablaremos después los dos con él ¿Vale?” acunó el rostro del hombre entre sus pequeñas manos, poniéndose de puntillas hasta sellar su boca con la de él, besándolo. Un beso puro, profundo “iré a vestirme, y a hablar con el director. Vuelvo en unos minutos” susurró, no queriendo alejarse, pero debiendo. Se separó lo suficiente para darse media vuelta, y salir por la puerta.
Lo que más deseaba en ese momento era tener el resto de día en calma, pedir algo de comida para llevar y tirarse sobre la cama a descansar con Dylan, algo tan sencillo, y que sin embargo la llenaba por dentro. Hablar con su jefe no fue complicado, basto un pequeño intercambio de palabras para hacerle saber sus deseos por el día de hoy, mas sabía muy bien que cuando supiera los verdaderos deseos no sería tan sencillo.