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Honestamente, solo quería un amor de película. Quería que alguien me viese y decidiera que era yo todo lo que quería ver para siempre.
"El webinar al que se inscribió tenía la pinta de estar dirigida a personas como ella, que aún estaba en la etapa de darse a conocer y atraer clientes. Las herramientas de identificación, de prospección y análisis de mercado proporcionada por el seminarista le parecieron más que útiles para trazar lo que se le podría llamar una Ruta Digital para poder levantar el negocio, o al menos conseguir clientes que, a su vez, pudieran hacerle publicidad de boca en boca".
"La pira funeraria ardía esa noche en la parte norte del departamento. El emperador encabezó el rito con solemnidad; Ecclesía, detrás de él, mantenía la cabeza agachada en señal de respeto por los fallecidos. ¿Cuál respeto?, pensé mientras la observaba de reojo furtivamente. ¿Qué respeto podría tener una persona como ella?"
Era una tarde en el inframundo. Hades y Perséfone, dueños del lugar, habían terminado de bañar a Cerbero en los jardines de su residencia, ubicada a un lado del río Estigia. El enorme animal tricéfalo estuvo jugando un largo rato con Heracles, quien era su niñera personal, mientras que ambos se encontraban en el Departamento de Migraciones revisando y firmando documentos que avalaban el estatus migratorio de cada persona recién fallecida.
"Hermes, uno de los mensajeros del Olimpo e hijo suyo, había llegado con una mirada seria, un gesto que siempre era interpretado por Zeus como una señal de que algo no estaba bien. La cosa fue mucho peor de lo que temía cuando leyó el contenido del mensaje entregado por su hijo: era una solicitud de divorcio".
"Cualquiera diría que es un espía subcontratado por el gobierno de la Libre República de Poncho y Chano, pero la realidad era que José Luis era el cotilla oficial del edificio. El tipo espiaba a sus vecinos a través de los micrófonos de sus celulares, a los que accedió gracias a sus habilidades de pirata informático entrenado vía exprés por la escuela patito regentada por su compadre Eusebio".
Homeiros tomó la mano de su esposa y, con una mirada desafiante hacia el capitán, dijo: "En el sótano hay una nave pequeña solo para dos personas. Toma a Gülbahar y a mi esposa hacia allá. Ellas sobrevivirán..."
"¡¿Qué?! ¡Homeiros, no voy a abandonarte!", exclamó la duquesa, llorando al comprender el significado de sus palabras.
