Nathaniel Ignatiev solía compartir sus principales problemas, como que su madre lo abandonó o que su padre había muerto, mas nadie sabía nada sobre las formas en las que lo reprendía o como le gritaba constantemente que deseaba que no formará parte de su vida y sinceramente, no se sentía listo para hacerlo con Jadyn, aunque probablemente lo podía ayudar (escuchándolo al menos), pero aún dudaba. No pudo evitar reír cuando observó el puchero que ejercía la rubia. —Te ves tan tierna y dulce haciendo berrinche, Jadyn. ¿Quién diría que eres tan temperamental? —Evidentemente, estaba bromeando. —No me intimidas con esa pose de persona autoritaria, créeme que no. —Y es que después de ver todas las poses de su creador, aquella se quedaba corta. —Lo único que lograrás acercándote más a mí será que te robe un beso y no quieres eso, ¿verdad? —Bromeó de nueva cuenta. —Vaya, yo tengo una vida sexual bastante activa y no me gustaría que West Ham sepa los detalles, así que en definitiva quiero una garantía de que mis secretos estarán a salvo contigo.

Tierna y dulce eran las últimas palabras que esperaba escuchar del castaño. Un escalofrío recorrió su cuerpo ante la sorpresa, aunque puede que también el hecho de no querer arrancarle la cabeza y realmente disfrutar de su compañía comenzaban a afectarle. Quién diría que era capaz de pasar una noche sin cometer asesinato “Vuelve a llamarme así y no tendrás cuerdas vocales que utilizar” amenazó, haciendo todo lo posible para que risa no salga. Que lo tolere por unos minutos durante una noche donde puede que haya bebido alguna que otra copa no significaba que eran amigos automáticamente “No quiero intimidarte, sólo hacerte entender algunas cosas” en parte lo entendía. A ella también le había costado confiar en la gente, pero unos particulares ojos miel lograron ayudarla “Dios, no. Ni se te ocurra volver a sugerir que te bese” el disgusto en su rostro era real y honesto, sus brazos cayendo a sus costados de forma rápida y haciendo todo lo posible para eliminarse la idea de su cabeza “No me interesaba difundir tu historial sexual. ¿Sabes qué? Olvídate de todo. Jamás te ofrecí ayuda y nosotros nos gritamos durante toda la noche” nota mental: no intentar nunca más ser amable.

Siguió los movimientos de la de cabellos rubios con suma atención con sus celestes y en silencio, permitiéndose estar encantado con la imagen de la contraria junto con su hablar, que para maxwell siempre, parecían ser toda una imagen, digna de su admiración.  — Jadyn, Jadyn, Jadyn. Nadie está diciendo que los necesites o que te hayas vestido para encantar a alguna anima del lugar, simplemente dije, que luces bien y que el vestido es lindo, un simple cumplido, dame gusto por esta noche y acéptalo. — Pidió divertido llevando nuevamente la copa a sus labios, disfrutando del momento de paz que parecían estar disfrutando en ese momento, y al separar el vidrio de sus labios arrugo ligeramente la nariz. — Y ahora qué sé que te preocupan tanto mis sacudidas y respirar, déjame asegurarte que ambos temas están muy bien, me tienes tan poca fe que no se si debería de sentirme ofendido. —

Colocó sus manos sobre su cintura cuando acariciar el tejido dejó de resultarle interesante. Su rostro jamás eliminó la sonrisa, con algo en el contrario que le traía paz. El hecho de que no se estaban gritando, quizás, o la brillantina que se robaba toda su atención “Está bien, tú ganas” ladeó su cabeza, soltando un suspiro al admitir derrota “Me alegra escuchar que te gusta mi vestido. Estuvo tanto tiempo encerrado en un armario que me aterraba un poco que no guste” confesó en vos baja y sonrojándose, porque ella era Jadyn Haynes, la rubia gritona y un tanto rebelde, y siempre actuaba como si aquellas cosas no tuvieran importancia en su vida cuando en realidad si lo hacían “Todo lo contrario. Me preocupo por ti porque te tengo demasiada fe” ¿qué le ocurría aquella noche que parecía ser otra persona? Estaba sorprendida de sí misma “Nada más me gusta molestarte a ti y a tu grupete”

Sabía que se encontrarían y quizá en sus cinco sentidos no fueran tan cordiales, o a lo mejor no recordarían nada días después con tanto alcohol en el organismo. De cualquier manera las ideas eran buenas para llevar a cabo. “Podemos hacer que envíe las invitaciones y avise a los demás” encogió sus hombros, como si aquello fuese novedoso. “Estoy de acuerdo. El azul es demasiada… calma, tranquilidad. El rojo implica pasión y valentía. Aunque a ti te queda bien el azul, pero quizá turquesa.”

Tomó nota mental de todo, dudosa de lograr recordarlo más tarde. Podrían estar viviendo los últimos días de sus vidas pero eso no significaban que no tenían derecho a disfrutarlo. Jamás lo diría en voz alta, eso sí, por miedo a perder su autoridad “Tenemos un plan entonces” o quizás se olvidarían todo en dos horas, quién sabía. Nada más quería aprovechar el momento donde no se gritaba con la rubia “Yo soy todo lo contrario al azul. Ni siquiera dormida estoy calmada. El negro me va mejor, gritando poder y autoridad”

“depende como lo quieras tomar, he hecho mi mejor intento de un halago” y era cierto, no era fanática de expresarse con aquella dulzura, puesto le hacía sentirse vulnerable. “sabes mi historia con ella, no puedo defenderla. aunque aquí estoy, en tu facción” explicó, no le había tratado para asegurar dicha frase, no obstante, le era fiel a su amigo y eso le bastaba. “¿qué podemos cumplir? en verdad cada día es más agotador” confesó.

“Lo tomaré como un halago entonces” le dedicó una pequeña sonrisa, casi invisible. No quería tener a más personas de sus misma facción en su contra, especialmente cuando estaban al borde de desaparecer “La mejor facción de todas” el ego presente en su voz, provocándole una pequeña risa. Sabía que estaba lejos de ser la mejor líder pero sí consideraba que estaba haciendo un buen trabajo “Podemos intentar buscar una solución. O tratar de mantenernos unidos, aunque sea por un rato. Hay muchas cosas que podemos realizar si no intentamos asesinarnos, como esta fiesta”

Torció los labios y asintió. Estaba de acuerdo con ella. Todo era una completa mierda desde que habían bajado del autobús. Pero, ¿qué podían hacer? Nada, simplemente sobrevivir y tratar de disfrutar lo que tenían. También el hecho de buscar alguna solución, o idea de lo que había sucedido, pero no creía que existiera una explicación lógica. “descuida, he escuchado y dicho peores” Sonrió de lado con diversión por el hecho de que se disculpara por ello. “La verdad es algo que no me interesa demasiado, quiero decir, ¿de qué sirve ser rey o reina? son tonterías” Se encogió de hombros.

Y sí, seguramente había escuchado peores palabras, pero eso no significaba que no le causara vergüenza insultar. Después de todo, la rubia era una líder y debía mostrarse como tal “Será una tontería pero a la gente le gusta” todavía podía recordar los carteles haciendo promoción durante su estancia en la secundaria y a los chicos populares sacándose los ojos por quién ganaba la corona de plástico “Deberías votar y participar. Si no lo haces por ti, hazlo por aquellos que necesitan un poco de normalidad”

“Me sorprende que alguien piense como yo” retrucó pues en su universidad todos los chicos parecían desear ser parte de la fraternidad y todas las chicas deseaban salir con los miembros de la misma. “No, siquiera intente ingresar… no me gustan sus métodos y jamás dejaría que me vuelvan victima de una novatada” y eso sin tener en cuenta que detestaba seguir ordenes y que odiaba cualquier cosa relacionada a su medio hermano. “Totalmente”

Su sonrisa se mantuvo en su lugar, divertida ante el comentario “Te podría sorprender la cantidad de gente que no los tolera” dijo por decir, porque en realidad desconocía a otros que se sientan igual que ellos con respecto a la fraternidad “¿Víctima de una novatada?” indagó, curiosa y un tanto asustada. Si bien tenía amigos dentro del grupo no sabía cómo aceptaban miembros. Era un misterio para ella “Vamos, entonces. ¿Qué te gusta? Estoy segura que más de uno asaltó la despensa de sus padres” hizo una seña con su cabeza para indicarle que la siga, empezando a caminar.

“Tal vez si, puede que sea una película o un reality muy, pero muy, retorcido.” Acentúa sus palabras para dejar en claro que, de ser así, piensa que el ser miserable que inventó la idea está repleto de problemas. Asiente con la cabeza ante su anuncio. ¿Le hará llegar la información? A veces ve a la rubia como una especie de jefa en la mafia, pero sin la parte del crimen organizado, parece tener todo fríamente calculado y porta su rol de manera muy seria, como si fuese personal para ella. “De acuerdo, si necesitas alguna opinión o información extra… me avisas.” Cumplir con un puesto en la guardia tiene ciertos beneficios, la mayoría de las personas confía en él y por ende, si hace preguntas alrededor de West Ham, es probable que sus habitantes respondan sin problema alguno. “¿Quién dijo que eras molesta?” Pregunta entonces con una sonrisa, deteniéndose en ese titulo que ella misma se ha otorgado. Bah, que tampoco es tonto, ha escuchado los rumores sobre su persona, nuevamente: no cree que sea tan así, a él nunca ha querido imponerle absolutamente nada ni ha sido estricta, ni mucho menos. “Jadyn, eres muy joven para haber parido a todos estos adolescentes con hormonas descontroladas.” Responde observando a la multitud, es cierto que parecen haber olvidado todo y la mayoría se divierte. “Tú también deberías relajarte y disfrutar, al menos por hoy.”

“Te sorprendería saber cuánta gente morbosa hay ahí afuera” más de una vez se quedó frente al espejo, haciendo el viejo truco del dedo para verificar que no se trate de algún doble vidrio con una cámara escondida. Diez minutos mirando Gran Hermano fueron suficientes para saber que varias personas disfrutan de ver a otros encerrados, perdidos y al borde de perder la cordura “No creo que se necesario pedirlo. Deberías informarme de todo lo que ocurra quieras o no, así puedo pasar las malas noticias con un poco más de suavidad” dijo con un poco de autoridad, esperando que el contrario comprenda que su principal prioridad era el bienestar de su facción. Odiaría que se enteren de las noticias duras de forma cruda, que se enteren por alguien que no sea ella. Fijó sus ojos sobre los contrarios, pensando una respuesta. Varias personas la habían llamado así, inclusive sus propios familiares, pero no quería sacar el tema en medio de la fiesta “Yo” respondió sonriente, sin ningún problema en admitir sus defectos. Aunque no lo veía como algo del todo malo, metiéndose en asuntos que no le incumbían únicamente porque quería ver al pueblo prosperar en medio de su agujero negro “No insultes a mis hijos al frente mío” fingió ofenderse para después echar toda actuación a la basura con una carcajada “No parece pero estoy tranquila. Gracias por preocuparte”

“Sí… sólo nerviosa, no sé. Es que todo luce tan lindo que ¿nunca has sentido que guardas miedo de tocar algo y que se vaya a la birria?” cuestiona con auténtica duda. Sonrió levemente al ver que iba a guiarla entre el gentío “Eres muy amable, Jadyn” colaboró la morena mientras enredaba su mano a ésta y miraba por los lados para encontrarle.

“¿Te da miedo arruinar algo?” ahora más que verla con ternura la miró confundida, sus orbes celestes abriéndose como platos y elevando sus cejas, sin entender qué quería decirle “No sé si amable es la palabra que usaría para describirme pero gracias” era todo lo contrario, ella lo sabía, pero no quería discutirle cuando se veía emocionada con su mano entre la suya y buscando al chico por todo el lugar “Veo que realmente tienes urgencia en encontrarlo”

— No voy a delatarlo, no quiero ser cómplice de un asesinato — tiene que morderse los labios al verla hacer una mueca de disgusto, evitando volver a reírse en su cara, aquello había sido muy divertido — Ahora tengo curiosidad, ¿cómo eres estando borracha? Si eres de las que se te cuelgan al cuello, lo dejamos hasta acá — sigue el juego, manteniendo el tono de broma — ¡Es un honor compartir un trago contigo, reina Jadyn! Ahora, en serio, ¿qué quieres tomar? El ponche ya está descartado — se inclina levemente ante ella, para acentuar la broma, no obstante, la emoción de poder conocer otro lado de la rubia no la puede ocultar gracias a la enorme sonrisa que lleva en el rostro.

“Una lástima, te veías como buen cómplice. Supongo que, como siempre, las mujeres tenemos que hacer todo solas” rodó sus ojos, sarcástica, y se tuvo que controlar para no seguir riendo. Jamás pensó que se encontraría en una situación divertida con el menor pero allí estaba, llevando su mano a su boca para ocultar la carcajada “Te encantaría que me cuelgue de tu cuello” le guiñó un ojo, divertida “Soy menos pesada que lo normal, de eso seguro. ¿Qué hay de ti? Si eres de los que comienzan a hablar de la vida lo dejamos hasta acá” repitió sus palabras, sin poder que realmente estaba disfrutando la conversación “Cualquier cosa que no tenga sabor a muerto, por favor. Y de preferencia que no haya sido vandalizado”

le cuesta reprimir la sonrisa tras las palabras ajenas, negando suavemente con la cabeza. sí, la manera en que la otra rubia estaba jugando con ella definitivamente despertaba mayor  interés en lugar de aversión. “y tú querías que se quedara igual. ¿qué será entonces?” juega moviendo las cejas con burla, y con la pregunta, los oceánicos se pasean por las facciones ajenas en silencio, alargando el tiempo que tarda en responder aquella sencilla pregunta. “tú eres la media,” contesta finalmente, mostrando perlas brillantes y tragando una risita infantil. nueva curvatura se apodera de una de sus cejas y termina por contornear los ojos posándolos fijamente en ella, como si no le creyera ( y es que no lo hace del todo por el último encuentro ). “no sé, hitler, es que ya me creaste un trauma con la última vez,” dramatiza, dedicándole una juiciosa mirada. “pero supongo que se me puede ocurrir algo,” añade, desviando su vista hacia la salida del salón, considerando la opción de alejarse de la multitud. regresa los zafiros a jadyn y con una sonrisa traviesa, recupera la botella y le indica que la siga tras un movimiento de cabeza. lo duda un momento pero al fin y al cabo, no es estúpida, mejor tener la menor cantidad posible de ojos curiosos encima. “te juro que si vuelves a dejarme voy a prenderme en fuego,” exagera, guiándola por los pasillos oscuros hasta la puerta que le abre paso hacia las canchas de soccer donde solía entrenar en el corto periodo que cursó la preparatoria en west ham, iluminadas únicamente por medios naturales. no se detiene, pues su destino son las gradas. “vamos a jugar a algo,” le anuncia, y aunque podría sonar infantil, viniendo de october solo podía significar peligro de algún modo. “¿qué tal es tu aguante con el alcohol?” pregunta con juguetona curiosidad, girándose para verla mientras afloja el corbatín con intención de deshacerlo

Dio un pequeño paso hacia ella, ignorándola por unos segundos y poniendo toda su atención en la tela negra de su vestido, intentando encontrar las palabras correctas para responder “No lo sé. Puede que me hayas convencido y ahora quiera llevarme mejor” y si bien aún le tiene un poco de resentimiento después de todo lo ocurrido entre Emerson y ella, una parte de ella estaba lista para dejar todo atrás y acercarse más a la menor. Después de todo, la única razón por la cual no la toleraba no era del todo personal “Bueno, es más de lo que me merezco” admitió, porque bien sabía que jamás la trató del todo bien, abandonándola en su cumpleaños y acusándola de ladrona durante sus primeros días en el agujero negro en que parecían estar viviendo “¿Hitler?” inquirió curiosa, no siendo aquella la primera vez que oía tal apodo. Algo estaba haciendo mal si varios la veían como una dictadora. Esperó no tan pacientemente una respuesta, uno de sus pies dándole suaves y rápidos golpecitos al piso, como si tuviese otras cosas para hacer y no se encontrase en medio de una fiesta pensada para adolescentes “¿Qué tienes con el fuego, Toby? No me digas que eres pirómana” la siguió sin chistar, esquivando gente lo mejor que pudo y haciendo todo lo posible para no perderla en la oscuridad “Cuando lo dices así me dan ganas de marcharme. Es decente, ¿por qué?”

“Jadyn, ¿jamás notaste que estaba enamorado de ti? Me siento ofendido” bromeó el castaño, tenía bastante tiempo de lo sucedido y por primera vez se atrevería a expresarlo frente a ella, siempre la admiro, aunque en su mayoría era por la determinación que tenía así como la fuerza que mostraba en cada una de las competencias. “No podemos cambiar lo que nos paso, pero podemos esforzarnos porque no sea tan malo” le aseguró y tras sus palabras asintió, le vendría bien olvidarse de todo. 

“¿Qué?” fue lo único que logró decir ante tal confesión, con todo el rubor de sus mejillas siendo remplazados por su tono pálido usual y sus labios en una perfecta línea. No quería ofender al contrario pero ya había tenido demasiado en una semana y estaba lista para desaparecer con el resto del pueblo “¿Decidiste que era un buen momento para contarlo por qué...?” se cruzó de brazos, nerviosa. No sabía cómo comportarse cuando alguien se declaraba, sea o no algo del pasado, especialmente cuando ella sentía que se trataba de un mal chiste “Espero que no sea malo” cada día perdía más las esperanzas, obteniendo pocas respuestas por parte del grupo de búsqueda. Al ver que el castaño asintió, le hizo una pequeña seña con su cabeza en dirección a la pista, dando ella lentos pasos hacia la misma.

Leonardo negó lentamente. “Creí que como eras una dictadora tendrías ideas más revolucionarias” dijo el moreno chasqueando la lengua, realmente le gustaba molestar a Jadyn. Soltó una carcajada mientras negaba con una sonrisa aún presente en sus labios. “Te he llamado dictadora desde que todo esto pasó, pero podría llamarte Dictadora Jadyn, ¿qué dices?”. 

“Deja de llamarme dictadora” espetó, frunciendo su ceño y segura de que sus ojos estaban al punto de largar llamas “Un dictador es alguien que abusa de su poder. Yo sólo di reglas que aceptaron seguir a cambio de protección” aquella era la base de su facción, la lealtad de algunos a cambio de cuidado e insumos a los cuales únicamente ella tenía acceso “Y si algo no les gusta me lo hacen saber” agregó, dando un pequeño paso hacia el menor “No, llámame Jadyn a secas o no me menciones”