Inolvidable

//Una vez escribí una “despedida” que quise llamar “Partida y regreso”, porque Adriel se iba de Godric’s Hollow, pero Eliel volvía al futuro. Ha pasado tiempo desde entonces y esta trama ha llegado a su fin. No quiero despedirme del todo porque, como ya dije ayer, puede que Eliel vuelva a aparecer en algún momento,  pero sí quiero deciros adiós el tiempo que dure la ausencia de Eliel en el rol.

Seguiré por aquí, ya lo sabéis, pero me va a costar mucho dejar a Eliel. Desde el principio sabía que esto sería temporal y quise hacer que todos cogierais cariño a Adriel/Eliel. Espero haberlo conseguido y que recordéis todo con el mismo cariño que yo. Os doy las gracias a todos los que habéis roleado conmigo, a todos los que me habéis felicitado y regalado vuestras palabras y, sobre todo, quiero dar las gracias a @everdawson y a Elizabeth ( @poetryfromthemirror ) por confiar en mí desde el principio al darme la oportunidad de llevar este personaje y esta historia.

Quiero hacer una mención especial a todos los que roleasteis conmigo en el “pasado”, a todos los que lo hicistéis en el futuro, a Valerie, por ese rol inolvidable en el parque, a Andy por esa amistad con alguien al que Eliel no podría conocer jamás en su futuro por ser Andy muggle, a Edward por convertir a Adriel en juguetero, a Andel por ese “Nunca jamás” que nunca olvidaré, a Elizabeth por tantos roles tan hermosos y a todos en general porque he disfrutado mucho con vosotros y he llegado a echar mucho de menos Godric’s Hollow desde este personaje.

Dicho esto, queridos, volveremos a vernos y, mientras tanto, seguiré roleando con vosotros porque sois magníficos y hacéis arte de cada cosa que escribís. Mi más sincera ENHORABUENA por los sobrecogedores, brillantes y emotivos roles de esta trama desde todos los puntos de vista posibles. Sois muy grandes, amigos.

Con cariño, me despido por aquí ;)

Mi querida Ever:

Han pasado muchos años desde ese 19 de marzo de 2026 en que tocamos juntos esa snitch, mi snitch. Yo no puedo recordarlo, pero tú sí. Solo tú y yo podemos abrirlo y he escrito esta carta para ti, para todos vosotros para volver a vuestro lado.

Ahora que os recuerdo, no puedo olvidaros... Sé qué sabrás dónde hallar mis recuerdos y yo quiero darte a ti los míos para que podamos ganar esta guerra antes de que empiece.

Mihail Strauss es Mihail Valdemar. No es vuestro amigo, es miembro de Lux Aeterna. Todo comenzó a morir el 26 de agosto del 2026 cuando un eclipse se alzó en el cielo al amanecer. Hubo un momento en que todo se volvió rojo y, tras ese cielo rojo, Lux Aeterna asesinó a los muggles, separó a los mestizos y squibs de los magos de sangre pura y se hizo con el poder.

Los mestizos y los squibs fuimos llevados a un lugar llamado Nexus, separado del resto por una verja infranqueable protegida con magia. Allí, deberíamos trabajar para ellos, los hombres en una mina y las mujeres en una plantación, a partir de los doce años.

Así fue la vida después de aquel día. La vida ya no es vida... Sé que estáis luchando, sé que, cuando tengáis esta carta en vuestras manos, tendréis más esperanza. Yo solo puedo esperar a que todo acabe porque, cuando eso ocurra, cuando leáis estas palabras, será porque he conseguido nuestra meta, porque he podido daros mis recuerdos para que vosotros podáis destruir todo antes de que exista... Nunca olvidéis que os quiero, que pase lo que pase, nunca olvidaré que, una vez, fui Adriel Dawson y que siempre estaré a vuestro lado, como desde siempre, porque nunca me fui.

El tiempo es hermoso... Me ha dado el honor de poder conocer a aquellos que nos arrebataron hace tanto tiempo. Y ha sido maravilloso. Nosotros no dejaremos de luchar, como aprendimos de vosotros. Somos Invisibles, Invencibles, Inmortales porque vuestro amor así nos hizo. Y Arcadia no olvida.

Nunca lo he olvidado, Ever: Tempus Fugit

Eliel Verlaine

Todo el Amor y casi toda la Muerte

Eliel: El recuerdo duele más que cualquier olvido. Duele tanto que siento que no respiro. Todo a mi alrededor es un caos terrible que me hace sentir temor. ¿Cuántas cosas habrán tenido que soportar todos los míos por ocultarme de ellos mientras yo sufría por recordarles? ¿Qué hará ahora mi madre en mi pasado presente?

Ella ya sufrió demasiado como para que tenga que sufrir también por mí ahora cuando me tiene en sus brazos sin saberlo... ¿Llorará el juguetero por ese hijo que tuvo a su lado durante once meses? ¿Me buscará mi abuelo en Nunca Jamás, más allá de las nubes y el cielo? ¿Me regañará mi padre por romper algún juguete en vez de por beber una copa de vino? ¿Qué hará mi dulce Ever mientras muere viviendo sin saber que yo iba a salvarla y, en cambio, me salvó ella a mí? ¿A quién enseñará cosas nuevas Scor? ¿Llorará por no poderme hacer reír?

Son demasiadas las preguntas. Tantas, que no encuentro respuestas para nada mientras mis lágrimas me consumen. No tengo ganas de comer, ni de pensar, ni de dormir por no soñar... Pero tengo hambre, no puedo dejar de pensar, y tengo sueño... Todo es demasiado traicionero y el mundo siempre te da la espalda cuando tú le miras de frente. Cassiopea me ha traído algunas mantas y algo de ropa para cambiarme la mía. Ropa nueva... vieja, en realidad. Ropa que ya no pertenece a mi pasado. Ropa que me queda ahora mucho más pequeña que antes. Pero hay algo mucho más valioso en la ropa que llevo puesta. Sin embargo tengo la necesidad de tenerla cerca porque es de ese mi otro mundo, mi pasado perdido en mi presente. Sentado, sintiendo un leve dolor en la espalda por culpa de esa pared rugosa y fría, abrazo a Cassiopea contra mí sin saber si quiera qué decir.

Retroceder el reloj

Cassiopea: Silencio. Siempre hay silencio. Un largo silencio. Nunca se acaba porque jamás termina. Porque nunca empieza la música... Porque la música dejó de existir... Ya no hay sonetos, ya no hay cánones, no hay melodías... Porque no hay nada. Todo es un largo silencio que nunca termina, tan infinito como el propio infinito. Aquella silenciosa noche vuelve a nacer como murió la anterior, morirá igual que nacerá la siguiente. Hambrienta, desnuda, sedienta... No habrá nada al amanecer, porque nada hubo cuando anochecía. Camino hacia la habitación en la que se encuentra mi hermano, Ender, empujando la puerta despacio por si le encuentro dormido, y no despertarle.

Ender: El suave chirrido de una puerta que se abre, como se abre el cielo todas las mañanas para parir a su sol... Tumbado en la cama, abro los ojos mirando hacia la puerta, y sonrío al verte en el umbral. -Cass... -Digo mientras me yergo. La luz de la mesilla está encendida como de costumbre, tal vez porque quien no ha recibido apenas la voz de su madre en una canción, no puede dormir con la luz apagada...

Arcadia no olvida

Cassiopea: Mediodía. A estas horas el sol cae cual plomo sobre la plantación. No hay sombra alguna que pueda ampararnos mientras recolectamos las flores... Tampoco por el camino, árido y seco que va desde esta hacia la fábrica, siempre flanqueado por los amos, algunos incluso armados con látigos con los que fustigarnos, como animales. Me miro las manos cuando llega mi turno de relevo, aquél que ansío por encima de incluso un pedazo de pan. Agrietadas, arañadas, heridas... A veces apenas sí puedo percibir sensibilidad en las yemas de mis dedos, a menos que sea para sentir dolor. Camino hacia el pozo, sintiendo el dolor en la espalda, en los pies... En todo mi cuerpo. Me detengo ante este, y tiro de la cuerda, para sacar agua con el cubo, y llenar con este el cuenco de madera que traigo conmigo. Pero cuando lo he llenado, este se cae de mis entumecidas manos y rueda por el suelo, acabando en los pies de alguien...

Alguien al que miro, alzando los ojos desde sus pies hasta su rostro.

Mil vidas más

Luyten: Al amanecer... Llego a casa al amanecer deseando con todas mis fuerzas que Ender y mi hermano estén ahí, que no les haya pasado nada mientras no estaba yo. Ni siquiera sé cómo logro llegar, pero llego... Con el dolor matándome lentamente, la carne abierta y el cuerpo temblándome. Apenas puedo andar arrastrando los pies y aferrándome a las paredes. Yo que creía que me dolería más el golpe que me di yo sola para romperme el dedo y he recibido hoy más golpes que nunca. Ya no solo con atigazos si no también con palabras. Ahora no solo me duele esa herida, ahora me duelen los huesos y el alma... Tanto, que hasta mi roto vestido me quema. Me flaquean las rodillas haciendo que se me doblen cuando llego a la puerta de mi casa. Pero no puedo caer de rodillas. Yo no sé arrodillarme. Por eso, con todas mis fuerzas, me aferro a la pared y me yergo.

Tomo aire en profundidad haciéndome tanto daño que me odio a mí misma por sentir dolor. Ese dolor sucio que es causado por las repugnantes manos de los que tanto nos han arrebatado. No quiero sentir su dolor... Y no quiero llorar porque me escuecen las heridas del rostro, pero no puedo evitarlo y, deseando que no esté mi hermano, ni Cass, que no me vea así el amor de mi vida, ni la mujer que me ha criado como si fuera mi madre, entro en mi humilde hogar con tanto sigilo como puedo y cierro la puerta quedándome ahí contra ella porque ya el dolor no puede ser más intenso, aunque me apoye, y no puedo mantenerme en pie...

Dejo que la oscuridad me abrace y cubro con mis manos mi rostro, silenciando al llanto cuando me sobrecoge.

Ender:  La noche duerme, o al menos eso intenta, aunque dormir al amparo de Lux Aeterna, es casi imposible... Hace ya rato que Altair, Cass, y la mujer que me dio su vida, sin haberme dado a mí la mía, cuidando de mí como si hubiera nacido de sus entrañas, duermen, pero yo no puedo dormir, tal vez porque los brazos de mi madre, apenas tuvieron tiempo de acunarme... Los húerfanos no pueden dormir como el resto de seres humanos, y menos aún si apenas tuvieron nanas que les obligaran a cerrar los ojos, y caer en un placentero sueño...

Estoy seguro de que el único tiempo en el que pude dormir profunda e ininterrumpidamente, fue durante los nueve meses que pasé en el vientre de mi madre, y el posterior y escaso tiempo, en el que dormí en sus brazos... Y menos aún puedo dormir, si la persona a la que amo, no está aún en casa... Pero ha llegado, y lo sé, porque percibo ese peculiar olor a flores, que siempre trae en sus manos. Entonces me pongo de pie, y camino con la espalda dolorida del trabajo en la mina, hasta salir al pasillo.

Mi rebelde y marchito corazón, da un vuelco, al verla apoyada contra la puerta, con el rostro enterrado entre sus manos. Antes de acercarme a ella, ya sé que la ha ocurrido algo, y siento que se me rompe el alma, cuando me acerco y veo sus manos ensangrentadas... Entonces, siento odio, odio hacia aquellos, que odian a un ángel: mi ángel: -Luyten...

Flores de sangre

Luyten: La luz es tenue. Pero nunca hay suficientes sombras como para alejarnos de la luz eterna... por mucho que el sol esté nublado, por mucho que nos cobijemos en lugares recónditos, siempre nos acechan. Lux Aterna vive en cualquier parte. Pero nosotros no dejamos de luchar.

No tenemos varita, pero nuestro arma es el amor. No tenemos escudo, pero nuestros escudos son nuestros cuerpos. No tenemos comida, porque nos alimentamos de nuestra sed de venganza. Pero tampoco tenemos miedo... No tenemos miedo porque no hay nada que perder cuando ya hemos perdido todo. Sin varita, sin escudo, sin miedo, camino con mi hermano y con Ender hacia una callejuela entre muros grises casi azulados por el polvo que arrastra el aire. Al girar la esquina, aferro mi pañuelo con una mano bajo el mentón y me vuelvo para mirar al final de la calle que dejamos atrás.

Invisibles. Inmortales. Invencibles.

Altair Potter: Golpeo aquella piedra, en la espeluznante mina de verna, sintiendo como todos los músculos de mi cuerpo, se tensan al golpearla, haciéndome sentir, fuertes corrientes de dolor. Un dolor punzante se clava en mis riñones, aunque no duele tanto como ese dolor en mis pulmones, que parecen romperse cada vez que cojo aire, un aire viciado por las partículas de las piedras que con esfuerzo, rompo. Paso mi antebrazo derecho por la frente, sintiendo que el cansancio es tal, que apenas tengo fuerzas para seguir, pero entonces, miro a los demás... Y veo a Ender, siempre fatigado y con los ojos llenos de lágrimas, por esa fatiga que le hace temblar de dolor, esa fatiga en la que tanto recuerda a su madre, por cuya muerte siempre se culpó, y veo a Dashiell, mi primo, aquél con el que compartí nuestra dura infancia... Y les veo a todos ellos, todos rompiendo aquellas piedras que nos están rompiendo los pulmones. La boca me sabe a hierro, pero pienso en mi madre, en aquella dulce mujer a la que me arrebataron, y a la que juré proteger aún después de su muerte, y entonces golpeo la piedra con mayor fuerza, rompiéndola como hacía tiempo trataba de romperla, mientras el sudor, recorre mi nuca.

Eden Amaranthus: Las fraguas del Nuevo Orden, arden. En las entrañas del mundo los fuegos de la industria del miedo y el terror, consumen la tierra. La brisa debajo del mundo es viciada y ponzoñosa, un aire espeso y macilento que agria el sabor de la boca y amarga el oxígeno que se respira. Golpes. Golpes de picos, martillos, hierro a muerte en guerra contra roca y piedra... Ese es el latido del mundo, un Nuevo Mundo del Orden y del Caos. Yo camino a través de esos corazones que laten bajo el mundo, martillo en mano los hombres cavan. Algunos son arrastrados en camillas, llevados al hospital en el que morirán... Otros ya salen muertos con las sábanas ensangrentadas sobre la cabeza. Pero yo, no les miro más que para mostrarles mi desprecio... Y camino hacia el centro de la mina, mientras mis ávidos ojos le buscan. Y entonces le veo. Allí está, cavando en la roca, sin cesar, sin parar... En guerra contra esa guerra, en guerra contra el mundo. En guerra contra él: -¡ALTAIR POTTER! -Digo, de pie, en medio de la mina.

Gloria y Dolor

Nerea Valdemar: Lux Aeterna es inmensa, tan inmensa que no cabe en el mundo, tan inmensa que ni siquiera cabe en el tiempo, tan inmensa que se respira...

Las huestes del infierno, coronan la cumbre del mundo, alimentándose de los corazones de los ángeles, a los que no logran hacer caer de su cielo... El mundo sufre, la tierra se agrieta de dolor, al igual que las pieles de los castigados, para beberse después la sangre de sus hijos, de la cual se alimenta, para reverdecer. Las flores crecen gracias a los jóvenes que caen, después de pasar noches agonizantes, entre gritos de dolor... Y yo me regocijo de todo ese mal, de todo ese dolor, de toda esa muerte que ese dolor trae consigo. Cada vez que uno de ellos, cae, yo me hago más inmortal, cada vez que uno de ellos pierde la vida, yo gano muerte, y con ella, vida. Camino entre las jóvenes que trabajan en la plantación, bajo los rayos de un Sol ardiente, que arde a una hora punta, pero mi mirada ace clavada en ella, la otra Sibila... Y en silencio, me detengo frente a ella.

Cassiopea Malfoy: El sudor, resbala por mi frente. De mi hombro cuelga aquél canasto al que voy echando aquellas flores negras que me hieren los dedos al arrancarlas de su arbusto. Ya he perdido la cuenta de todas las flores que he arrancado, así como de las horas que he pasado aquí. Pero todo ese dolor que ennegrece mis dedos e intoxica mi alma parece poco cuando ella llega. Agachada en el suelo, alzo mis ojos al ver una sombra cernirse sobre mí, y al verla a ella, vuelvo a bajar la mirada en muestra de respeto.

Nerea Valdemar: Me miras, me miras para después bajar la mirada, mientras yo siento mi sangre arder de odio, porque te odio, odio que seas tú, una imperfecta perfección, una sangre corrompida por lo mundano, que sea capaz de visionar el mismo futuro que yo puedo visionar. Te odio todo lo que mi padre, jamás pudo odiarte. Miro ese cesto con flores negras, y después, te miro a ti. -Esas mismas flores que hoy recoges, un día se acostarán sobre tu sepultura...